Por Eduardo Iniesta
Créanme, en algún momento todos viviremos la muerte y descubriremos qué hay del otro lado o si en realidad hay “otro lado”. Lo malo es que ese es el único secreto que con seguridad sí nos llevaremos a la tumba. No hay pierde.
Pero para los que no tenemos ningún tipo de prisa en andar meticheando del “otro lado”, pues nos conformamos con lo que la siempre inquieta ciencia nos dice.
Por ejemplo. La Universidad de Southampton, en Reino Unido, se aventó un interesante estudio en el que participaron más de 2 mil personas a las que por unos momentos se les declaró muerte clínica. Los resultados indicaron que uno de cada dos de los participantes en la investigación estuvo consciente en todo momento de lo que sucedía alrededor; ya que, a pesar de estar clínicamente muerta, nuestra conciencia sigue funcionando en un intervalo de entre 2 y 3 minutos; tiempo suficiente para atravesar el trance de la muerte tan claramente como si estuviéramos vivos. Ya ven como sí vivimos la muerte.
Pero ni crean que estar difuntos es impedimento para que nuestros cuerpos sigan realizando algunas funciones corporales. Ahí les van algunas de las más escalofriantes. Fíjense si no:
Por cierto, mi cuate el de la funeraria también me ha contado que si un muerto entra en contacto con el suelo frío o agua, puede generar adipocira o “grasa de cadáver”, una sustancia muy parecida a la cera que se forma cuando las bacterias rompen el tejido blando, y que esto le complica cañón la chamba a los investigadores forenses y a los médicos, porque hace parecer que los cuerpos tienen menos tiempo de muertos.
Sin embargo, la muerte (a diferencia de los muertos) no huele feo, es más dicen que hasta huele a hierbitas. O por lo menos eso es lo que aseguran los científicos de la Universidad de Huddersfield, Inglaterra responsables de un estudio con cadáveres frescos de puercos, los cuales colocaron dentro de cajas herméticamente cerradas, completamente aislados de los microorganismos del exterior. Durante las primeras horas los cuerpos liberaron hexanal, un compuesto que se caracteriza por tener un aroma muy similar al pasto recién cortado. Pero luego de un par de días comenzaron a emitir peculiares aromas como de perfumes, pintura y quitaesmalte.
Y ya de paso les cuento que existe una extrañísima enfermedad mental relacionada con la depresión y la esquizofrenia llamada, Síndrome de Cotard, las personas aquejadas con este mal tienen la creencia de estar muertos, pero que nadie se ha percatado de ello; hagan de cuenta como Doña Ofelia Guilmáin diciendo “Muerta por dentro, pero de pie, como un árbol”, igualito. Cuando puedan denle una leidita a “Hablando con los muertos”, de Harry Bingham, una novela oscura que plantea de forma muy ingeniosa todos los malos rollos de este padecimiento.
Termina su columna y se muere por salir a pedir calaverita.
Eduardo Iniesta es conductor de radio y televisión experto en temas de diversidad sexual. También es un aficionado de encontrarle el lado estúpidamente interesante a la vida. Síguelo en @eliniestae