Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
Consulta a nuestro especialista
• Constantemente las personas nos dicen “madura”, “ya crece” o “no seas ridículo”. Esos son los intentos sociales aprendidos por ocultar, negar o eliminar todo rastro de nuestro niño interior. Hacer esto no sólo es inadecuado sino hasta nocivo.
• El niño interior no sólo es parte de quién hemos sido, sino de lo que somos en la vida adulta. Lejos de borrarlo debemos conocerlo, aceptarlo, amarlo y ofrecerle guía y seguridad. En la vida adulta debemos asumir el papel de padres de nuestro propio niño o niña interior
¿Qué es eso del niño interior?
• Podemos pensar en él como una representación, arquetipo o metáfora de nuestras vivencias, emociones y traumas infantiles y de la niñez.
• Es una parte de nuestra identidad que es, por un lado, más libre, creativa y espontánea. Aunque por otro lado es como un niño pequeño; impulsiva, impaciente y con muchas necesidades que exige que se satisfagan de inmediato.
• Digamos que es como una parte sensible y vulnerable nuestra que anda un tanto a la deriva y a veces se oculta y otras arremete con fuerza.
• Aunque no es real en el sentido físico o literal, si lo es en el mundo psíquico.
• Muchos catalogan el término como parte de la psicología pop, pero ya el mismo Jung y otros nos han hablado de este concepto y su importancia en nuestras vidas.
¿Saben cuál será la huella que dejen cuando ya no estén?
¿Por qué se hace necesario hablar de él?
• Habitualmente vamos integrando cada etapa de nuestro desarrollo en la vida hasta llegar a la madurez.
• Si de pequeños sufrimos abandono, traumas, maltrato e incluso fuimos sobreprotegidos, nuestro niño interior se desfasa y desintegra de nuestra personalidad, viviendo una vida aislada, solitaria y a veces emerge para hacerse cargo de nuestra vida adulta. ¿Dejarías la toma de decisiones, responsabilidades y el manejo de tus emociones a un niño de 2 años?
¿Cómo se hace presente en la vida adulta?
• Si hemos madurado adecuadamente, nuestro niño interior nos acompaña en momentos de creatividad, disfrute y autenticidad. No nos empeñamos en ser quien no somos por miedo a ser rechazados o por querer ser aceptados.
La madurez se distingue por:
• La capacidad de gestionar adecuadamente nuestras emociones, asumir responsabilidades, establecer relaciones duraderas basadas en la reciprocidad y auto motivarnos y auto consolarnos.
Si algo ha interferido con la adecuada integración del niño interior en nuestras vidas, de adultos no sabemos cómo tratarlo y las situaciones extremas, las emociones intensas o algo que nos obstaculice o lastime puede activar su presencia de manera desordenada.
• El niño interior toma control, de la vida adulta con los mismos efectos que tendría dejar a un bebé al volante de un auto en marcha.
¿Qué lastimó a nuestro niño interior?
• Crianza inadecuada, maltrato o situaciones que excedieron la capacidad de afrontamiento del niño y que fueron recurrentes o muy graves y se interiorizaron como una herida interna.
• Pero la cuestión no es sólo descubrir qué o quién provocó esos daños, sino cómo nosotros los seguimos reeditando y manteniendo en la vida adulta.
Si son de los que seguido se sienten decepcionados de ustedes mismos, esto les interesa
Descuido
• No atender nuestras necesidades más elementales o descuidar nuestra salud física o mental.
• Esto incluye necesidades emocionales.
Desprecio
• Al minimizar nuestros logros o abandonar nuestros sueños por sentirlos tontos o inadecuados.
Abandono
• Dejar que nuestras emociones gobiernen nuestras acciones y decisiones como si no pudiésemos regularlas.
Rechazo
• Adoptar falsas personalidades para agradar.
• Eres como candil de la calle.
¿Cómo nos afecta su desbalance?
Como un niño real, nuestro niño interior necesita que le ofrezcamos base segura y exploración. Que le dejemos en libertad, pero con guía, contención y aceptación. Si permites que tu niño interior haga lo que quiera se convierte en el famoso bebé verdugo que se apodera de tu vida y tus emociones.
• Berrinches y caprichos
• Necesidad inmediata de satisfacción
• Intolerancia y sensación de merecerlo todo
• Problemas con la autoridad
• Adicciones e impulsividad
• Manipulación
Si lo encierras en un mundo rígido, del “deber ser” o constante autocrítica se vuelve asustado, inhibido y tímido.
• Miedo constante al abandono
• Sensación de ser un fraude o no suficiente
• Culpas y autocastigos
• Baja autoestima, complacencia y sumisión
• Relaciones tóxicas
• Trastorno alimentarios
• Aislamiento
10 señales de que su infancia no fue la mejor, les damos paz, clic
¿Cómo sé si mi niño interior se ha integrado ya a mi vida?
Tienes la capacidad de:
• Confías en tí mismo y razonablemente en los demás
• Sientes curiosidad
• Eres flexible y creativo
• Eres capaz de disfrutar y divertirte con cosas cotidianas
• Eres sensible y te permites mostrarte vulnerable (porque sabes que eres fuerte y que no te abandonarás)
• Mantienes la capacidad de ilusionarte y sorprenderte.
¿Qué hacemos para integrarlo a nuestras vidas?
Reconoce
• Que en ti, como en todos nosotros, se encuentra aún aquel niño o niña interior que puede estar descuidado, lastimado o sin guía y seguridad.
Escucha
• Cómo se siente y qué necesita de ti. A veces mirar tu cuerpo, atender a un síntoma físico recurrente o notar que sentimientos surgen en ti cuando estás en soledad, es una muy buena manera de empezar a escucharle.
Ofrece
Ser tú como adulto el que le procure lo que necesita:
• Amor, aceptación, protección, comprensión, presencia y la posibilidad de ser él mismo.
• También establece límites, disciplina y estructura.
Confianza
• Asegurarle que no le abandonarás y que siempre estarás a su lado.
Dispón
• Del tiempo y los recursos necesarios para estar con tu niño interior, atenderlo adecuadamente y que poco a poco vaya ganando tu confianza en un proceso de reparentalizarlo y adoptarlo.
Breve ejercicio para reconciliarte con tu niño interior
• Busca una foto de tu niñez. Una que te recuerde un evento emotivo o etapa importante de tu vida preferentemente.
• Si no encuentras una por ahora, toma una hoja de papel y dibuja a tu niño interior como lo imagines. No uses un dibujo de “palitos”.
Mirando la foto escribe un breve párrafo que describa:
• Cómo se llama, cuántos años tiene, qué le gusta y que no le gusta. Que nos cuente lo que nos quiera contar de sí mismo.
• Ahora coloca ese texto junto a la foto o dibujo. De alguna manera ponlos frente a ti e manera que puedas verlos el resto del ejercicio. Ahí tienes a tu niño interior y un poco de su historia.
• Hazte una pregunta ahora mismo
• “¿He sabido cuidar, amar, proteger y honrar adecuadamente a mi niño interior escuchando y satisfaciendo sus necesidades?”
• Si tu respuesta honesta es sí, puedes parar ahora el ejercicio. Si de alguna manera tu respuesta es “no”, continuemos…
Pídele permiso para hablar con él
• “Hola __________________, me dejas hablar contigo?”
• Si por ahora no quiere hacerlo es natural. Tenle paciencia, pero no lo abandones. Intenta de nuevo mañana con mayor gentileza.
Una vez que establezcan comunicación mira la imágen y dile algo como:
• He venido por ti porque ya no quiero dejarte en soledad. Quiero pedirte perdón porque te he descuidado, no he acudido a tu llamado y no he sabido ser para ti alguien presente y que atienda a tus necesidades. Pero aquí estoy frente a ti, te miro, te reconozco, te amo y quiero pedirte que me permitas cuidarte, quererte y acompañarte de aquí en adelante. Quiero ser para ti un padre y también una madre y darte todo lo bueno que tú mereces, porque tú eres un niño; porque tú eres tú y ser tú está muy bien. Quiero que me dejes abrazarte, cuidarte, alimentarte y quererte sanamente. Quiero que te puedas sentir libre, feliz, acompañado, seguro y muy amado. También quiero pedirte que me acompañes en mi proceso de encontrarme y ser feliz. Quiero que estés en mi vida para recordarme la alegría, la sorpresa y la risa, pero también la ternura y la paz que transmites al verte dormir. Quiero que caminemos juntos, que juguemos, que corramos y disfrutemos la vida. Yo prometo cuidarte, darte lo que necesites y siempre escuchar y atender tus necesidades. Porque yo soy tú y tú eres yo y juntos somos uno sólo y ahora tú estás en mi y te miro, te siento y te quiero. Ahora podemos ser libres, ahora puedo ser yo, porque soy valioso, porque sé honrar a mi niño interior, porque me siento seguro y me siento amado.
• Ahora imagina, visualiza… siente cómo tu niño interior te mira con ojos emocionados y corre a abrazarte; siente su abrazo, siente su perdón y siente su presencia en tu vida.
• Permanece así por unos segundos, toma luego una respiración profunda y guarda esa foto o dibujo y ese pequeño párrafo como un padre o madre orgulloso guardaría algo muy valioso que su hijo le ha regalado. Haz esto de vez en cuando.