Los números no mienten y no les tengo buenas noticias: cada año la cantidad de mujeres que deciden amamantar a sus hijos es menor, si escuchan el programa de radio, saben que soy una enferma de las estadísticas y, según la Unicef, en México el promedio de lactancia materna, durante los primeros seis meses de vida, es de solo 14.4%, ¡el más bajo en Latinoamérica!
Lo que me tiene traumada es que son las mamás más jóvenes las que menos deciden amamantar a sus hijos. Sí, ya sé que en este país hay pocas condiciones sociales y laborales para que las mujeres lo hagamos. Pensemos solo en cuántas compañías, centros comerciales o dependencias de gobierno tienen instalaciones dignas para darle pecho a los críos; estoy segura de que podemos contarlas con los dedos de las manos.
No está fácil, pero si ustedes creen que esas son las principales razones por las que las mujeres siguen dejando de lactar, se equivocan.
Según un estudio en la Universidad de Guadalajara, las madres más jóvenes (muchas de ellas adolescentes) prefieren cuidar su cuerpo a darle pecho a sus hijos, o sea, que no se les cuelguen las chichis. ¿Es en serio? Parece que sí.
Otras tendrán sus razones, como que el trabajo no se los permite, la falta de tiempo, el poco apoyo de la pareja o la familia y muchos otros. Todos pueden ser igual de válidos, pero la realidad es que México, en vez de avanzar, sigue retrocediendo en este tema, no importa cuántas campañas de información se hagan.
En 19921, la Organización Mundial de la Salud y Unicef nombraron la primera semana de agosto como la Semana Mundial de la Lactancia Materna para tratar de impulsar y hacer conciencia en las madres, y en los médicos sobre la enorme importancia que tiene, más de dos décadas que en México no nos han ayudado a terminar de entenderlo, pues solo una de cada 10 mujeres que trabajan amamantan a sus bebés.
Parece que tampoco ha servido mucho hablar de todos los beneficios que tiene para la vida de los hijos, por ejemplo que los bebés que son alimentados con leche materna tienen seis veces más probabilidades de sobrevivir, además de una mejor salud porque los protege contra infecciones gastrointestinales y respiratorias. Disminuye de forma importante la posibilidad de que desarrollen obesidad, diabetes, leucemia, alergias, cáncer infantil, presión arterial alta y colesterol elevado.
Para las que todavía no lo creen, deben saber que la leche materna tiene la combinación perfecta de nutrientes que los niños necesitan. Además está científicamente comprobado que un niño amamantado desarrolla mayor seguridad y autoestima, y niveles más altos de inteligencia.
Cuando amamantamos, las mujeres también salimos ganonas: regresamos más rápido a nuestro peso original y reducimos el riesgo de sufrir depresión posparto. Ya les he contado que subí más de 25 kilos en mi primer embarazo, así que sé de lo que les hablo. Incluso bajan las posibilidades de tener enfermedades como osteoporosis, cáncer, hipertensión, diabetes tipo 2 y problemas cardíacos.
Este es un trabajo que debemos hacer entre todos. No importa que las cifras nos vayan ganando: con que una de ustedes decida comprometerse con el presente y futuro de sus hijos, habrá un avance; si una de ustedes convence a otra mamá de que lo mejor que puede hacer por su recién nacido es darle pecho, comenzarán a cambiar las cosas. Así que los especiales de lactancia de bbmundo seguirán hasta que no haga falta repetirlo.