Se nos va lo machos que somos y lo macho que estamos porque no siempre la fina línea entre serlo y no serlo es tan clara. No es lo mismo decir: “Ábreme la puerta”, “paga la cuenta”, “cambia la llanta”, que: Atiende a tu hermano“, “aguántate como los machos”, “no chilles como nena”.
Hasta dejamos de ver los casos de abuso y absoluto control, como el que cuenta esta carta que me llegó hace algún tiempo y nunca olvidé. Tengo que compartirles esto. Es la voz de una mujer que sabe mucho más de machismo que yo.
“Tengo cerca de 40 años y vengo de una familia de clase alta. Estudié en un internado en Europa y cursé mi carrera en una de las mejores universidades de México.
Soy la perfecta niña bien. Tengo una vida privilegiada y nunca he trabajado. Tengo una súper casa, traigo una camioneta de año y mi tarjeta de crédito, que es una extensión de la de mi marido, no tiene límite, pero todo está a nombre de él.
Tengo tres niños preciosos y me doy cuneta de que si no fuera por ellos sería muy infeliz. No he escogido nada en mi vida.
Estoy atrapada. Parece que mi chofer y mi escolta están más para vigilarme que para protegerme. De todo lo que hago, le mandan un informe a mi marido casi al instante.
Él revisa mi teléfono y mi cuenta de correo. Para escribirte, abrí un mail por única vez en un café internet al que entré inventando un pretexto. Mi esposo me engaña. Tenía amantes desde antes de que nos casáramos.
He tratado de dejarlo varias veces. La primera vez, me golpeó. Mucho. Estuve con moretones más de un mes y, para que no se me notaran, me mandó a una de nuestras casas de descanso en lo que se me quitaban.
Una segunda vez le dije que me quería divorciar y él me amenazó con nunca más permitirme ver a mis hijos y con dejarme sin un centavo.
Él tiene abogados muy influyentes y me dijo que me iban a dejar con lo puesto y que me iban a hacer parecer una adicta ante el juez para que no pudiera verlos.
Las que se dicen mis amigas me dicen que soy muy afortunada por todo lo que tengo. Mi mamá dice que todos los hombres engañan. Y mi papá dice que en nuestra familia el divorcio no se permite.
Tal vez creas que me vendí por las comodidades. Pero yo creo que rento mi libertad para poder vivir con mis hijos. Quizá fui comprada con el consentimiento de mis papás y la complicidad de la sociedad. Antes de que me juzgues, piensa en lo que sería no volver a ver a tus hijas”.
Creo que todos conocemos casos así. Algunos peores, algunos mejores. Bottom line, las preguntas para todos: ¿Qué estamos haciendo todos los días para perpetuar la especie de los machos? ¿Cómo estamos criando a nuestros hijos e hijas para continuar con el linaje de los machos? Y ¿Qué hacemos nosotros, hombres y mujeres todos los días para que ser así siga pareciendo normal?