La época navideña y de fin de año tendemos a reflexionar, si el balance fue positivo o no. Si no lo fue, es muy fácil caer en la desesperanza. Enfrentar una pérdida y desilusione en estos días tan emotivos y especiales requiere gran compromiso y asertividad.
Durante esta temporada existe el padecimiento llamado trastorno estacional o depresión de invierno. En nuestro país más que a condiciones climáticas se debe a que la nostalgia crece y la mirada se vuelve al pasado.
El exceso de pasado es depresión, exceso del futuro es ansiedad.
Debemos de conservar una visión positiva del futuro. Si tú no puedes ser feliz por ahora haz feliz a otro, salir al encuentro de las necesidades de alguien más te da perspectiva de la vida.
Explotar al máximo la creatividad.
Echar mano de todos los recursos emocionales y espirituales que podamos tener.
Buscar recobrar el verdadero espíritu navideño y no permitir que nada te lo arrebate.
Honrar la memoria de aquel ser querido que hoy ya no está, siendo feliz no con desaliento.
Hacer planes, no permitir que la víspera te sorprenda sin compañía, producción y buen humor.