Mario Guerra
psicoterapeuta
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Incapacidad para establecer distinciones y límites saludables entre sus emociones y las de los demás, perdiendo el control de sus propias reacciones y comportamiento y siendo altamente reactivo al clima emocional familiar.
Normalmente una persona puede distinguir entre sus emociones y sus pensamientos sobre las de los demás, sabe que hay diferencias, que eso es normal y entonces suele comportarse más como persona que únicamente como parte del grupo familiar.
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Se entiende que tengas gran dolor, miedo o resentimiento. Mantén estos sentimientos para ti y evita contagiar a otros sólo por sentirte justificado o validado en tus emociones. Con qué tu lo sientas es suficiente razón, no hay por que arrastrar a otros a conflictos que no les pertenecen.
Tal vez pienses que es obvio o que debería ya saberlo, pero no siempre es así. Puedes considerar hablarlo o hacerle saber el motivo de tu distanciamiento.
¿Si ya has intentado hablarlo, hay algo que la persona podría hacer para reparar el daño que sientes que te ha causado?
Si la respuesta es no, entonces estás cerrando toda posibilidad de reconciliación. Si lo hay, ¿crees que lo sabe? ¿Cómo va a intentarlo si no tienen contacto? No te pongas en riesgo de ser lastimado, pero quizá debas revisar nuevamente los hechos y considerar la comprensión o el perdón como una probable opción. Tal vez escribir una carta de reclamo para esa persona que sientes que te ha lastimado sea un primer paso para arrojar luz sobre la oscuridad.
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Se trata que el otro no ha sido capaz de separar la razón de la emoción o porque cree genuinamente que no hay otra forma de lidiar con el problema. A veces el otro es tan hermético que nunca acabas por enterarte de la razón por la cual se ha alejado. Aún así la razón es perfectamente válida para aquel que te ha sacado de su vida, pues recuerda que ha sido un problema de manejo emocional, defensividad y no de abandono razonado o premeditado.
Eso no significa humillarte sino reconocer que no tenías la intención de lastimar. No se trata de ofrecer evidencias en 20 páginas de que el otro está equivocado, pues como cree en sus razones, someter el asunto a “juicio” no ayudará mucho.
No mensaje de texto o mail, de preferencia de tu puño y letra de ser posible.Esto te permite pensar y revisar cuidadosamente tus palabras así como al otro repasarlas en caso de un mal entendido. Habla acerca de ti, de cómo te sientes y sobre todo de tus intenciones si hubo algún acto que ocasionó el exilio. Termina con una disculpa (si es el caso) y tu deseo que esta carta ayude a retomar la relación. Evita hacer reclamos, reproches, defensas o acusaciones Una llamada telefónica o videoconferencia no es la mejor idea porque no conocemos los distractores del entorno o si es un mal momento para hablar, más allá de las dificultades técnicas que podrían cortar la conversación y dar lugar a nuevas malinterpretaciones.
Muchas veces hay una ambivalencia en el exilio emocional. Por un lado la persona se ha ausentado, te ha dejado de hablar o incluso te ha pedido directamente que no le busques. Por otro lado, si haces eso y no buscas el contacto entonces le confirmará al otro que la relación nunca te importó y que muy fácilmente aceptaste su petición de no buscarle. Los silencios infinitos suelen empeorar con el tiempo y cada vez se hace más complicado re iniciar el contacto sin sentir que se está cediendo demasiado o sentirse torpe o temeroso por la respuesta del otro. Envía mails, tarjetas de navidad o cumpleaños para hacerte presente sin esperar una respuesta inmediata. Esto dejará saber al otro que estás ahí para cuando aprenda a manejar sus emociones y decida recontactar.