Mario Guerra
Terapeuta y tanatólogo
Consulta a nuestro especialista
Para la personalidad controladora tiempos y formas son muy importantes de respetar; todo ha de ser a su manera porque es lo que les da tranquilidad temporal y una sensación de que todo está bajo su control. No lo hacen porque lo disfruten, sino porque en realidad quieren dejar de sentir esa sensación que los hace sufrir.
• Es una persona que vive conforme a estándares y expectativas muy rígidos, perfeccionistas y obsesivos, buscando que los demás también lo hagan dictando la forma “correcta” de hacer las cosas y alterándose ante cualquier desviación de esas expectativas.
• Te pide que le ayudes pero nunca queda del todo conforme porque no lo haces bien.
• Además si no lo haces de inmediato se molesta, lo acaba haciendo por sí mismo/a, pero termina reprochándote.
• Cuando vas manejando, constantemente te hace comentarios sobre tu forma de hacerlo y además quiere dirigir las rutas.
• Incluso puede ofrecerse “amablemente” a manejar en tu lugar.
• Siempre quiere llegar a tiempo a todas partes, está listo/a mucho antes, se angustia pensando que llegarán tarde y se molesta mucho cuando sucede, especialmente si pasa porque “tú no te apuraste”.
• Siempre te está dando consejos no solicitados acerca de lo que debes hacer o cómo resolver todo tipo de problemas.
• Incluso muchas veces prefiere hacer las cosas por ti si ve que no puedes. No con el afán de ayudarte en realidad, sino de que las cosas se hagan rápido.
• Tiene lugares y formas muy específicas de guardar la ropa, cubiertos y utensilios. En casos extremos lo hace por tamaños o colores.
• Planea con detalle las vacaciones, festejos y reuniones. Dicta dónde se sentará cada quien y cuida hasta el más mínimo detalle.
• Por supuesto no puedes por ningún motivo tocar nada antes que los invitados lleguen.
• Quiere saber que va a pasar y no le hace muy feliz ni las sorpresas ni lo espontáneo.
• Es un mecanismo de defensa de una persona que necesita tener el control de todo lo que pasa a su alrededor para evitar exponer su vulnerabilidad y entrar en un estado de angustia e indefensión infantiles.
• Esto se deriva de una infancia en ambientes caóticos, padres ansiosos o muy demandantes.
• De alguna manera es como si su “yo niño” tratara de alertar al tuyo que te portes bien para que los adultos no se enojen.
• Trata de hacer cambiar a los demás para evitar cambiar ellos.
• Es como si tuvieran su propia personalidad sujeta con delgados hilos y cualquier movimiento brusco los pusiera en riesgo de venirse abajo. De esa misma manera, nada ni nadie debe alterarlos o contradecirlos y sí deben adaptarse a sus maneras.
• Hay otros pocos casos en que la persona no necesita, sino que disfruta ejercer un poder circunstancial que tiene y obliga a los demás a hacer su voluntad.
• Los identificas porque están en posiciones de autoridad y más que ansiedad, necesidad o frustración, reflejan enojo, pero no siempre inmediato, sino que tienen tiempo de planear su venganza.
• Digamos que en casos extremos puede ser un trastorno o patología, porque va muy ligado a la ansiedad.
• Afecta a otras personas que conviven con el controlador y la calidad de las relaciones de éste con los demás.
• Se vuelven personalidades persecutoras que tratan de regular las actividades y tiempos de la pareja.
• Viven molestos con su pareja porque no pueden entender por qué algo que es tan “importante”, como la responsabilidad y el orden, parece no importarles.
• Olvídate de invitar amigos a cenar o decirles que hay invitación de última hora para salir. Entrarán en pánico por no tener “nada que ponerse” o al menos querrán saber con todo detalle el lugar al que irán.
• Muchos no se ven como controladores y creen que ser así es lo correcto
Argumentan que están siendo organizados, ordenados, serviciales o responsables o que actúan por sentido común.