Por: Gabriela González-Mariscal
Todos hemos visto cómo las perras o gatas cuidan de sus críos: los amamanten, los acarrean, los lamen y protegen. También conocemos las muchas maneras como las mujeres cuidan a sus bebés: los acunan, limpian, visten, les dan leche y acarician. ¿Y si no lo hicieran? La respuesta es sencilla: los críos indefensos, incapaces de regular su temperatura o de conseguir alimento, simplemente morirían. Así de importante es la conducta maternal y por eso se estudia este peculiar comportamiento en los animales y en los humanos.
Algunas especies preparan nidos muy elaborados. La coneja lo construye en una madriguera subterránea con paja y pelo de su propio cuerpo
Se ha reportado, que las mujeres esquimales lo hacían y algunos hospitales modernos la secan y encapsulan y se las toman después del parto.
Las mamás no aprenden a comportarse como madres en el momento en que tienen a su crío, sino que necesitan estar un rato en contacto con ellos. Se ha visto en ovejas, conejas y ratas que si a las madres primerizas se les separa de sus críos por varias horas después del parto perderán el comportamiento maternal a partir del día siguiente. Es decir, no los amamantarán e incluso los podrán llegar a rechazar agresivamente.
Para evitar ser comidos por zorros, halcones y otros depredadores, los conejos viven en madrigueras subterráneas; sólo al atardecer salen para comer y beber.
Cada hembra lactante tiene a sus crías escondidas en un lugar que solo ella conoce.
Los bebés de unos cuantos días de nacidos que se han amamantando ya varias veces, pueden distinguir entre una gasa que ha estado sobre el pezón de una madre lactante de otra gasa que ha estado sobre el de una mujer no lactante.
Aprendizaje