Por Mariana Fonteboa
Tw. @barbie_runner
La ablación es una práctica tradicional el África Subsahariana que consiste en la mutilación genital femenina (MGF) que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales de una mujer. Aunque la práctica no aporta ningún beneficio a la salud de las mujeres y niñas, la UNICEF estima que más de 70 millones de niñas y mujeres de 15 a 49 años de edad han sido sometidas a esta práctica y tres millones de niñas corren el riesgo de sufrirla cada año sólo en el continente africano.
Nigeria declaró ilegal esta práctica, con lo que rompe una tradición abusiva contra las mujeres que de manera clara vulnera sus derechos humanos. Porque una vez promulgada la “Prohibición de violencia contra las personas”, la mutilación genital femenina ya no está amparada por la ley y se convertirá en un delito.
De acuerdo con la tradición africana, una mujer sometida a la mutilación genital es mucho más pura y digna de tomarse en matrimonio; de ahí que los padres vieran con buenos ojos su práctica y qué, pese a la presión internacional, se siga realizando en algunas naciones de África, como Senegal y Somalia; en Oriente Medio en Indonesia y Malasia.
La mutilación genital femenina puede producir hemorragias graves y problemas urinarios, además de quistes, infecciones, infertilidad y complicaciones de parto. Muchas niñas mueren en el procedimiento, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, con herramientas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar contaminadas; sin embargo, de acuerdo a diversos estudios se sabe que el 18% de las mutilaciones en las niñas y las mujeres fueron practicadas por profesionales de la salud, porcentaje que en algunos países alcanza el 74%.