Lucy Romero
Psicóloga clínica, escritora y conferencista
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Este es un problema de carácter social ya que aún no se encuentra la manera de definir ¿quién es el patrón de una madre que trabaja en su casa?, ¿cuáles son sus prestaciones?, ¿cuáles son sus horarios?, ¿si se enferma quién la suple?, ¿cuál es el periodo vacacional al que tiene derecho? etc.
De una manera implícita, en muchos de los hogares mexicanos se entiende que la mujer, a partir de quedar embarazada se hará cargo de la crianza del niño. Lo que nunca se analiza son las repercusiones de este hecho en su vida productiva.No existe aún en la sociedad contemporánea mexicana una formalidad de acordar previo al embarazo cómo se ejercerá el poder de decisión sobre el dinero que ingrese en el hogar.
La costumbre dice: El que paga manda y el que tiene el dinero en la mano ejerce el derecho de compra.
Pero ¿qué pasa cuando la madre/esposa entra en desacuerdo con su pareja? Este tema dinero y propiedad queda en la tierra de nadie, en el mejor de los casos y en el peor, todo está a nombre de quien provee o de sus prestanombres y esto es tajante e irreversible.
En otros casos ambos exigen derechos patrimoniales esgrimiendo argumentos válidos. Finalmente lo que impera es el poder de la firma; es decir, quien posee el dinero y el medio de producción, ejerce el poder.En los casos de mujeres que después de haber tenido dos o más hijos y donde, al ser todos menores de 7 años, demandan el 100% de su trabajo y energía, cuando ellas se encuentran ante una ruptura de pareja de repente se dan cuenta que son más pobres que un día antes de casarse.
En resumen, son más pobres que antes de haberse casado.
No sólo eso sino que pasan de ser una orgullosa comerciante, profesionista, técnica, estudiante, etc. Pasa a ser una vulgar MANTENIDA, holgazana, la que no hace nada, la que dispone de su tiempo a su voluntad, la que no tiene que soportar a un jefe tiránico, la que se la pasa en el café con las amigas.
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