Un berrinche es la falta de tolerancia a la frustración, es decir, es la respuesta que damos ante una situación que nos impide hacer lo que queremos.
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– Uno de los problemas más frecuentes, de los enigmas más grandes de la historia familiar, y de las pesadillas más temidas por los padres, son los berrinches
– Se entretejen una serie de reacciones, la gran discusión, la amenaza, la frustración, el desconcierto, las palabras ofensivas, el agotamiento; para terminar preguntándose: ¿Qué hice mal? ¿Qué debo hacer la próxima vez?
– Un berrinche es la falta de tolerancia a la frustración, es decir, es la respuesta que damos ante una situación que nos impide hacer lo que queremos
– La sensatez y las experiencias nos permiten negociar los desacuerdos de maneras más apropiadas, menos desgastantes, o tal vez, más discretas
– Es importante recordar que los niños se encuentran en proceso de adquirir esto, y están aprendiendo a manejar su frustración, sus enojos e inconformidades
– El medio les exige que sean ellos quienes se adapten a la vida adulta. No es un proceso fácil
– Demanda mucho de los involucrados –prudencia, empatía, objetividad–
– Pero las grandes interrogantes son cuándo, cómo y en qué orden debo aplicar esos conceptos.
1. Nos enfocamos a saber cómo calmarlo y qué decirle.
Si no hay una revisión acerca del papel de los padres en estas situaciones, no habrá forma de crear empatía con él.
– Las exigencias y arrebatos aparecerán invariablemente en su desarrollo, pero la forma de manejarlos y tu trato no parten de ello, sino del primer momento en el que comenzaste a dirigirte a él y a asumirte como padre.
– Muchos quieren solucionar una serie de actitudes y acciones inapropiadas en un niño a los cuatro o seis años
– A pesar de que éstas se originaron tiempo atrás, cuando le dieron todo lo que quiso y les parecía gracioso que fuera grosero, contestón, pegalón, “porque es pequeño”.
– Con sus acciones ejemplificaron que se valía ser irrespetuoso, infringir las reglas, contestar mal e ignorar
– Si eres neutral, observarás que muchas de las palabras y gestos que hace tu hijo son tuyos.
– Recuérdalo cuando vayas con él y te mire gritar, ofender, hacer berrinche en el tráfico, en el súper o en la fila del cine.
– Cuando hace lo mismo que tú, te sorprendes, lo regañas y te preguntas de dónde lo sacó y por qué se porta así, sin responsabilizarte de tus acciones
2. Asumiendo responsabilidades:
– No pidas que se controle si no sabes controlarte; tampoco exijas que respete si tú no lo respetas, ni que se tranquilice si tú eres un manojo de nervios
– Los padres deben educar con el ejemplo; las palabras y el discurso vienen después
– La respuesta automática es tu gesto
– si quieres que comprenda cuando está en pleno berrinche, será demasiado tarde
3. Cuestiónate si en verdad sirve de algo armar un lío por lo que te demanda o quiere hacer
– No seas permisiva o le des la vuelta
– En muchas ocasiones parece que los padres piensan “no vas a salirte con la tuya… pero yo sí” entran en una lucha de poder
– Siempre hay que preguntarse hasta dónde el berrinche es más tuyo que del niño
– Qué tan grave es la situación
– Qué tanta pimienta le pusiste al pleito para que culminara en esto
4. Calladitos papás se ven más bonitos
– Todo lo que digas será usado en tu contra y es imborrable
– Las ofensas, descalificaciones y humillaciones que pronuncies serán como un búmeran y regresarán a ti
– Tu expresión, tus palabras, tus jaloneos no los olvidará y se sentirá con el derecho de devolvértelos cuando tenga la edad o el pretexto para ello
5. Es entre ustedes
– No debe importarte que los demás murmuren, critiquen, se rían o esperen a ver el desenlace
– Lo que interesa es que solucionen el problema y aclaren lo que se tenga que aclarar
– No por evitar el “qué dirán” accedas a comprarle algo o permitas que te hable de mala forma
– Si consideras que las cosas están saliendo de control, limítate a salir tranquilamente con él, caminando o cargándolo
6. ¡Adelante berrinches!
– No te enganches con su enojo, reproches o amenazas
– Cálmate, respira profundo e ignora su actitud, él no es consciente de lo que dice o hace
– cuida que no se lastime ni a otros, y espera a que termine
– Dialogar o llamar a la cordura no es posible, cuando se tranquilice podrán definir las cosas
– Los puntos deberán ser claros, firmes y concretos
– El niño tiene que aprender a través de la experiencia, en primer lugar, a controlarse, porque te ha visto controlarte
– Será empático y firme porque ha visto que eres sensible a su enojo, pero no por ello harás lo que él quiere
– aprenderá que su enfado no implica que dejes de amarlo, ni que su amor y buena conducta tengan retribución
– Entenderá que por muy molesto que esté, lo más importante es medir las palabras, ya que puede lastimar y lastimarse con lo que diga
Casos en los que pese a las mejores tácticas, relación y disposición entre ambas partes, el berrinche sigue presente.
– Los niños con condiciones neurológicas o con trastornos –como TDAH, epilepsia, ansiedad, depresión–
– Cuando están viviendo un duelo significativo, conflictos familiares o maltrato, suelen tener conductas y comportamientos que parecieran caprichos, pero en realidad son síntomas de otra complicación.