Les vamos a dar las expresiones que dan autoridad en las juntas de trabajo y las que deben de eliminar de su vocabulario a la hora de hablar.
Cuando opinamos, nuestra naturaleza humana, escudada en el pudor, la humildad y en no incomodar, nos hace suavizar lo que decimos. El problema es que, sin darnos cuenta, terminamos demeritando nuestra propia autoridad.
Esto es normal, muy común, y no significa que estas expresiones estén prohibidas para siempre. La idea es que tengas estrategias distintas para sonar firme y proyectar seguridad. Al final, se trata de que tu opinión entre con peso, no como una disculpa.
Expresiones que dan autoridad en las juntas de trabajo
“Perdón, pero yo opino que…”
Mucha gente pide perdón antes de hablar, el problema aquí es que al pedir perdón antes de hablar, minimizas tu propia voz y transmites inseguridad.
Ejemplos en la vida real:
- En una junta de trabajo: “Perdón, pero yo creo que ese presupuesto es muy alto…” / “Perdón, pero tal vez no nos hemos dado cuenta que el cliente…”
- En la universidad: “Perdón, pero pienso que la respuesta correcta es la B…”
- Con amigos: “Perdón que lo diga, pero esa película me parece aburrida…” / “Perdón que opine, pero lo que yo pienso es…”
Impacto: Tu mensaje llega como si interrumpieras o incomodaras, aunque no sea así. Este hábito lo único que hace es restarle valor a lo que tienes que decir. Tu opinión importa, tu opinión es valiosa. No necesitas disculparte. Eso sí, no confundas ser claro con ser grosero. Se puede opinar con firmeza sin sonar rudo.
Alternativas más firmes y asertivas:
- “Quisiera aportar algo respecto al presupuesto.”
- “En mi opinión, la respuesta más acertada es la B.”
- “Yo lo veo diferente, me parece que la película carece de ritmo.”
- “Quisiera intervenir con un punto importante…”
- “Me gustaría aportar lo siguiente…”
De esta forma tu opinión se recibe como algo valioso, no como una intromisión. Como consejo adicional: Cambiar la disculpa por un marco de valor. En vez de “perdón”, abre con “creo que puede ser útil mencionar que…”
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“Solo quería decir que…”
El famoso “solo” es un diminutivo peligroso: minimiza lo que aportas, como si no fuera importante. La palabra “solo” funciona como un diminutivo que resta importancia a tu mensaje. Es como si avisaras que lo que vas a decir no tiene peso, cuando en realidad sí lo tiene. Si quieres sonar con más solidez, cambia la frase haz lo siguiente:
- En la oficina: “Solo quería decir que tal vez la campaña no está funcionando como esperábamos…”
- En una reunión con jefes: “Solo quería comentar que ya no alcanzamos los tiempos de entrega…”
- En una conversación de pareja: “Solo quería decir que me molestó lo que pasó ayer…”
- En clase: “Solo quería preguntar si la tarea se entrega hoy…”
Tu idea se percibe como algo secundario, sin relevancia. Pierdes autoridad porque suena como si pidieras permiso para hablar en voz baja. Alternativas más firmes y asertivas:
- “Deseo aportar una observación sobre la campaña.”
- “Propongo que ajustemos el calendario de entregas.”
- “Me molestó lo que pasó ayer, quiero que lo hablemos.”
- “¿La tarea se entrega hoy?”
Tip adicional: Quita el “solo” y vas a notar que la frase gana contundencia. En vez de sonar como un murmullo, se convierte en una declaración que merece atención.
“Creo que… / Me late que… / Me parece que…”
Quizás esta es la más común. El problema es que estas frases transmiten duda, como si no estuvieras seguro de lo que dices. Aunque tengas razón, la forma en que lo expresas hace que tu opinión pierda autoridad y se perciba como una especulación, por ejemplo:
- En el trabajo: “Creo que deberíamos usar otro proveedor…”
- En una junta con clientes: “Me parece que la campaña no está conectando con el público…”
- En la escuela: “Creo que la respuesta es la opción C…”
- En la vida personal: “Me late que deberíamos hablar más de lo que nos molesta…”
Tu postura suena débil y abre la puerta a que alguien con más seguridad, aunque diga lo mismo, se lleve el crédito.
Alternativas más firmes y asertivas:
- “Desde mi experiencia, otro proveedor sería más confiable.”
- “Estoy convencido de que la campaña necesita un ajuste para conectar mejor.”
- “Estoy segura de que la opción correcta es la C.”
- “Considero fundamental que hablemos de lo que nos molesta para mejorar la relación.”
La diferencia es enorme, por ejemplo: No es lo mismo decir “Creo que deberíamos cambiar la estrategia” que afirmar “Estoy convencido de que cambiar la estrategia traerá mejores resultados”.
Tip adicional: Puedes matizar sin sonar inseguro. En vez de “creo”, usa frases como “mi análisis muestra que…” o “los datos indican que…”. Eso le da respaldo y autoridad a tu opinión.
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“¿Me explico?”
Cerrar con un “¿me explico?” parece inofensivo, pero en realidad pone en duda tu propia claridad, como si no estuvieras seguro de haber transmitido bien la idea. Aunque parece una forma amable de confirmar que el otro entendió, en realidad refleja inseguridad: como si tú misma dudases de tu capacidad para comunicar. Le quita fuerza a tu mensaje y lo convierte en algo que necesita justificarse.
En su lugar, utiliza frases que proyecten seguridad y que, al mismo tiempo, abran espacio al diálogo. Ejemplos en la vida real:
- En el trabajo: “Tenemos que replantear el presupuesto porque los números no cuadran, ¿me explico?”
- En una junta académica: “El experimento funciona porque la reacción química libera energía… ¿me explico?”
- En la vida personal: “No me gusta que me contestes de esa forma… ¿me explico?”
- En presentaciones o exposiciones: “El proyecto generará un retorno del 20% en un año… ¿me explico?”
Impacto: Pones en duda tu propia claridad y proyectas inseguridad. En vez de sonar firme, parece que necesitas que te validen.
Alternativas más firmes y asertivas:
- “¿Tienen alguna pregunta sobre el presupuesto?”
- “¿Quieren que dé otro ejemplo de cómo funciona la reacción?”
- “¿Quieren que dé un ejemplo de lo que digo?”
- “¿Alguien quiere profundizar en algún punto del proyecto?”
Cambia la inseguridad por apertura. No preguntes si fuiste clara, demuestra que lo fuiste y abre la puerta al diálogo. Eso refuerza tu autoridad y muestra seguridad en lo que dices. Así tu mensaje se percibe como claro y sólido, en vez de como un intento inseguro de justificarte.
“No estoy seguro, pero…”
Problema de iniciar con esta frase es como entregar la mitad de tu credibilidad antes de que el otro te escuche. Aunque lo que digas sea totalmente cierto, ya sembraste la idea de que es dudoso. Ejemplos en la vida real:
- En el trabajo: “No estoy seguro, pero creo que el contrato vence en septiembre…”
- En clase: “No estoy seguro, pero la respuesta podría ser la opción D…”
- Con un cliente: “No estoy seguro, pero tal vez podamos entregar antes…”
- En la vida personal: “No estoy segura, pero creo que dejé las llaves en la mesa…”
Tu opinión pierde autoridad y tu interlocutor pone en duda tu confiabilidad. En contextos profesionales, suena a falta de preparación.
Alternativas más firmes y asertivas:
- “Con la información que tenemos hasta ahora, el contrato vence en septiembre.”
- “Con base en lo que revisamos, la respuesta más acertada es la opción D.”
- “En este momento, lo más recomendable sería entregar el producto en esa fecha.”
- “Estoy convencida de que dejé las llaves en la mesa, podemos revisar ahí primero.”
La seguridad no significa tener siempre la verdad absoluta. Significa mostrar que hablas con convicción y que, si cambia la información, podrás actualizar tu postura. De esta forma proyectas certeza y liderazgo, incluso en escenarios que aún no están completamente definidos.
En resumen…
Estos cinco ejemplos tienen un patrón común: la forma en la que introduces tu opinión pesa tanto como el contenido mismo.
- “Perdón, pero…” → No te disculpes por opinar.
- “Solo quería…” → No minimices tu aporte.
- “Creo que…” → No suenes inseguro cuando puedes sonar convencido.
- “¿Me explico?” → No dudes de tu claridad, abre al diálogo.
- “No estoy seguro, pero…” → No entregues tu credibilidad antes de tiempo.
La autoridad no depende de sonar agresivo ni de imponer, sino de comunicar con seguridad, firmeza y claridad. Cambiar estas pequeñas muletillas transforma la manera en la que los demás perciben tu voz, tu confianza y tu liderazgo.
Álvaro Gordoa. Rector del Colegio de Imagen Pública, asesor político, empresarial y del entretenimiento en las áreas de creación y modificación de Imagen Pública, autor de los libros «Imagen Cool», «El Método H.A.B.L.A.», «La Biblia Godínez» y «Cómo salirte con la tuya».
WEB: www.imagenpublica.mx / IG: @alvarogordoa / TW: @AlvaroGordoa / FB: AlvaroGordoaOficial