Hablemos de dinero. Pero no de números, inversiones o presupuestos. Hablemos de las historias que nos contamos sobre él. De los “consejos” que oímos en la infancia y que, de adultos, se han convertido en las reglas no escritas de nuestra vida financiera.
Y es que el dinero no es solo una herramienta de intercambio; es un poderoso símbolo de seguridad, poder, libertad y, para muchos, de culpa.
¿Por qué debemos de entender la psicología del dinero?
Es súper importante que entendamos la psicología del dinero y es que esta explora el vínculo emocional y psicológico que tenemos con nuestras finanzas, y cómo nuestras creencias más profundas, muchas veces inconscientes, dictan nuestra capacidad para atraer, manejar y disfrutar de la riqueza.
Seamos honestos: nuestra relación con el dinero es más compleja de lo que parece. Es el resultado de la cultura, la educación de nuestros padres, nuestras experiencias de vida y, por supuesto, de todas esas frases lapidarias que se quedaron grabadas en nuestro subconsciente. Esas creencias que nos limitan y que, sin darnos cuenta, nos impiden alcanzar la prosperidad. Es hora de confrontarlas.
Las creencias limitantes y su impacto invisible
Una creencia limitante es como un virus en nuestro sistema operativo. Se instala sin que nos demos cuenta y nos impide funcionar a nuestro máximo potencial. En el ámbito financiero, estas creencias se manifiestan en pensamientos, miedos y prejuicios que nos alejan de la abundancia.
Quizás, de niños, escuchamos a nuestros padres discutir por deudas. O quizás, nos dijeron que el éxito material era sinónimo de avaricia. Esos mensajes, sutiles o directos, construyen nuestro guión financiero, un relato personal que nos acompaña toda la vida y que es increíblemente difícil de reescribir si no lo hacemos de forma consciente.
Lo que hemos aprendido sobre la psicología del dinero en “Miss Ahorro”
Este tema lo tratamos con nuestra querida Tere Díaz, Psicoterapueta, durante el reto “Miss Ahorro”, que hicimos con Banorte, y como en la clase, aquí les vamos a romper esas frases que hemos oído y que tanto daño nos han hecho. Es hora de desenmascarar las mentiras.
«El dinero cambia a las personas»
Esta es, quizás, la creencia más popular y destructiva. Se basa en el miedo y en la falsa idea de que la prosperidad nos corrompe. Pero pensemos con claridad. El dinero no es un agente de cambio moral. El dinero es, en esencia, un amplificador.
Si una persona es generosa y bondadosa, más dinero le dará la capacidad de ser aún más generosa y bondadosa. Podrá apoyar causas sociales, invertir en su comunidad, ayudar a su familia y fundar proyectos que transformen el mundo. Si una persona ya era avara, egoísta o deshonesta, el dinero simplemente le dará más poder para expresar esas cualidades.
La realidad es que el dinero no nos cambia, nos revela. Da la oportunidad de mostrar la persona que siempre hemos sido, solo que con más recursos. El problema nunca fue el dinero, sino el carácter de quien lo poseía.
«El dinero no se da en los árboles»
¡Claro que no! Pero esta frase, que suena a lección de vida, en realidad es un mensaje de escasez. Nos enseña que el dinero es algo difícil de conseguir, fruto de un esfuerzo extenuante y casi inalcanzable.
La verdad es que el dinero es la recompensa por el valor que aportamos al mundo. No tiene por qué ser producto del sufrimiento o el trabajo agotador. Se puede ganar a través de la pasión, el talento y la inteligencia.
Esta creencia nos condiciona a ver el trabajo como una tortura y el dinero como una recompensa escasa, en lugar de verlo como la consecuencia natural de crear valor. La pregunta no es si el dinero “se da en los árboles”, sino si estamos sembrando las semillas correctas para que crezca la prosperidad en nuestra vida.
«El dinero es malo»
Esta es la madre de todas las creencias limitantes. Nos han enseñado a asociar la riqueza con la codicia, el pecado y la maldad. Pensemos en las películas, los cuentos de hadas, las telenovelas. El villano casi siempre es rico y el héroe, humilde pero con un corazón de oro.
El dinero, sin embargo, es amoral. Es un objeto neutral, como un martillo. Con un martillo puedes construir una casa o destruir un edificio. De la misma manera, el dinero puede financiar una guerra o un hospital infantil. El dinero es simplemente un medio para un fin. La moralidad no reside en el objeto, sino en la intención de la persona que lo utiliza. Creer que el dinero es intrínsecamente malo nos obliga a rechazarlo, nos llena de culpa si lo deseamos y nos mantiene atrapados en la escasez.
«Más vale pobre pero honrado»
Esta frase es una trampa. Nos presenta una falsa dicotomía: tienes que elegir entre ser próspero y ser una buena persona. Como si la pobreza fuera la única garantía de la virtud y la riqueza fuera sinónimo de corrupción.
Esta creencia nos obliga a auto-sabotearnos. Si empezamos a tener éxito, una voz en nuestra cabeza nos dice: «Cuidado, te estás volviendo malo». Y de forma inconsciente, buscamos la manera de perder ese dinero, de volver a la «zona segura» de la escasez, donde nuestra integridad no se pone en duda.
Es una creencia profundamente arraigada en muchas culturas, pero es falsa. Se puede ser rico y honesto. Se puede ser próspero y ético. La honestidad es un valor inherente a la persona, no al tamaño de su cuenta bancaria.
Reescribir la historia financiera, nuestra meta en “Miss Ahorro”
Ahora que hemos desarmado estas creencias, es momento de construir una nueva narrativa.
Identifiquen su guión financiero: Saquen un cuaderno y escriban todo lo que recuerden que les dijeron sobre el dinero. ¿Quién lo dijo? ¿Qué emoción te provoca recordarlo?
Cuestionen cada frase: Desafíen cada una de esas ideas. ¿Es realmente cierto? ¿Quién se beneficia de que yo lo crea?
Creen nuevas afirmaciones: Reemplacen las creencias limitantes con afirmaciones empoderadoras. En lugar de «el dinero no se da en los árboles», digan: «Estoy creando valor y la prosperidad fluye hacia mí». En lugar de «el dinero es malo», digan: «El dinero es una herramienta para hacer el bien en el mundo».
Pongan en línea sus acciones con su nueva creencia: Si creen que la prosperidad es posible, actúen como si lo fuera. Sigan investigando todo lo que han aprendido en el reto “Miss Ahorro” con Banorte, inviertan en su educación, busquen oportunidades, y celebren cada pequeño logro financiero.
La verdadera riqueza no se mide en ceros en una cuenta, sino en la libertad que tienen para vivir la vida que realmente quieran, libre de esas frases del pasado. El primer paso para cambiar su situación financiera es cambiar la conversación que tienen sobre ella. Y esa conversación empieza en la mente.