Como dice nuestra querida Martha, “eso ya no va a dar, y si iba a dar ya hubiera dado”. Porque hay cosas en la vida y sobre todo en el amor, que no se acaban, se agotan.
Nos da miedo aceptar que algo terminó, nos asusta soltar porque creemos que soltar es perder, pero no, soltar es reconocer la realidad, y a veces la realidad es que esa historia, esa persona, ese capítulo ya cumplió su misión. Y seguimos ahí, estirando la maldita liga, esperando que no se rompa, hasta que un día, ¡pácatelas!, se revienta y nos pega directo en la cara, y no solo duele, deja marca, deja cansancio, deja años que ya no vuelven.
Hay una frase que nos encanta y se las vamos a compartir, “dejen de poner signo de interrogación donde Dios ya puso punto final.” Qué difícil, ¿no? porque queremos entender, justificar, arreglar, remendar. Y no vemos que cuando algo se termina, la vida te está liberando.
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Ariel Grunwald, un gran maestro de Kabbalah, una vez dijo algo que hará que cambie la manera en la que ven las relaciones, “la mayoría de las personas no están en una relación con alguien, están en una relación con su proceso.”
Entenderlo, hará todo cobre sentido para ustedes, y es que no todas las personas llegan para quedarse, algunas llegan para enseñarles algo que necesitaban aprender. A veces son meses, a veces años, pero la misión de algunas personas no es ser la meta, es acompañarlas en el camino.
Nos cuesta entender eso porque nos han vendido la idea del “para siempre”, nos enseñaron que el amor verdadero es el que dura, no el que enseña, pero la verdad es que algunas personas solo vienen por una estación, y está bien, porque lo que dejan vale más que el tiempo que se quedan.
Y sin embargo, ahí vamos aferrándonos a lo que ya no dio, a lo que duele más de lo que da, a lo que solo sigue vivo por inercia, por miedo o a veces hasta por costumbre.
Pero hay algo que tenemos que entender, las relaciones son espejos. Reflejan lo que somos, lo que traemos, lo que aún no hemos sanado, nos muestran nuestras carencias, nuestras heridas, nuestras repeticiones.
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Por eso, como dice ese dicho que todas hemos oído “una tiene la pareja para la que le alcanza.” Así que también enfóquense en ser una mejor persona para poder ser una mejor pareja, porque piensen en esta reflexión, traes 10 pesos, pues te alcanza para la pareja de 10. Porque si una es un 10, también sabrá que no cualquiera le conviene, es más sabio estar solas que mal acompañadas. Y no se trata de clasismo emocional, se trata de nivel de conciencia, porque el amor no se debe medir en drama ni en sacrificios, se debe medir en crecimiento, en paz, en expansión.
Así que les recordamos esta otra frase que Martha dice, “por ley universal, un zapato divino no viene con una chancla del mercado, los pares vienen a juego”. Entonces, antes de seguir buscando a la persona correcta, pregúntense, ¿estoy siendo la persona correcta?, ¿estoy lista para el tipo de amor que digo que quiero?
Porque lo que atraes no es lo que deseas, es lo que eres, y ese es el gran veinte, pasamos media vida buscando la pareja perfecta, y la otra mitad tratando de no perderla, en lugar de invertir todo ese tiempo en ser una mejor pareja.
