Si tienen unos días libres, no dejen pasar la oportunidad de sacar estas cosas que debemos de eliminar antes de año nuevo. Compartan con quien necesite soltar.
Vamos a decirlo sin rodeos: el próximo año está a nada, y muchos siguen viviendo entre montañas de objetos que ya no significan nada… pero ahí siguen, acumulando polvo y energía estancada como si tuviéramos un patrocinio secreto de bodegas de almacenamiento, no lo tenemos.
24 cosas que debemos eliminar antes de año nuevo
Así que traemos 24 cosas totalmente materiales que deberíamos depurar antes de que el calendario decida avanzar sin permiso, porque si no lo hacemos ahora, acabaremos recibiendo el Año Nuevo con un cajón que todavía guarda un Nokia 2008 “por si se ofrece”.
1. Ropa que no usan (ni usarán)
Ese vestido del “algún día” ya solo existe en un universo alterno. En este universo ocupa espacio.
2. Zapatos viejos
Los que ya se deformaron, los que lastiman. Next.
3. Calcetines sin par
No son metáforas profundas, son basura textil. Aceptémoslo.
4. Papeles acumulados
Recibos de luz del 2016, garantías vencidas, manuales de aparatos que ya ni existen. Purga urgente.
5. Medicamento caduco
La farmacia zombi del botiquín. No gracias.
6. Maquillaje vencido
Sombras que ya no pigmentan, labiales sospechosamente secos, rímeles que ya deberían pagar renta. Adiós.
7. Decoración que ya no les gusta
El cuadro que parecía buena idea, las velas decorativas que jamás prendieron, la esculturita “minimalista” que no combina con nada.
8. Tuppers sin tapa (o tapas sin tupper)
La mayor telenovela doméstica. Se terminó el episodio.
9. Cables misteriosos
Si no saben de qué aparato son, no son de ningún aparato relevante.
10. Apps que jamás usan (sí, también cuentan como basura digital)
El espacio digital también pesa. Y estorba.
11. Suscripciones olvidadas
Playlist premium de un servicio que ya ni usan. Depuren y recuperen presupuesto.
12. Revistas viejas
Esas torres de Vogue del 2014 que “algún día van a revisitar para inspiración”.Donen, reciclen, suelten.
13. Cuadernos a medio usar
Tres páginas escritas y el resto esperando milagros. No los resuciten, despídanlos con cariño.
14. Capturas de pantalla inútiles
Sí, son digitales, pero igual ocupan memoria. Ese pastel que iban a hornear en 2019 ya no se hará.
15. Correo saturado
Miles de newsletters sin abrir equivalen a una bodega invisible. Cierren, borren, sigan.
16. Libros que no van a releer
Un libro sin lector es un libro triste. Mejor que viva en otro librero.
17. Cosméticos que guardan “por si un día los usan”
El glitter holográfico, la brocha que ya no tiene forma, la paleta de colores que nunca usaron.
18. Platos o tazas quebradas
Nada dice “me urge renovar mi vida” como dejar ir la taza astillada que usan desde la universidad.
19. Electrodomésticos que ya no funcionan
La licuadora que suena a motor de avión, la plancha que dejó de calentar en 2020. Despídanlos con honores.
20. Bolsas de regalo acumuladas
Sabemos que “algún día” podrían servir… pero nadie necesita veinte.
21. Velas consumidas a la mitad
Las prendieron dos veces y ahí quedaron, como sueños inconclusos. Depuración aromática.
22. Toallas viejas
Si raspan, si están deshiladas, si se transparentan… ya dieron lo que tenían que dar.
23. Juguetes que nadie usa
Desde peluches olvidados hasta gadgets de moda que duraron tres semanas. Espacio recuperado = paz mental.
24. Envases vacíos “para reciclar después”
Las cremas, shampoos y frascos de vidrio que llevan meses esperando destino. Si no los reciclaron ya, no los reciclarán mañana.
Depurar no es perder: es abrir espacio (literal y metafórico, pero hoy nos enfocamos en lo literal)
Porque sí: lo material pesa, ocupa esquina, drena energía y hasta define el ritmo con el que nos movemos por la casa. Y nosotros ya cargamos suficiente con la vida adulta como para también tropezar con el cargador de un teléfono que dejamos de usar en la administración pasada.
Depurar es un acto casi revolucionario: elegir qué se queda y qué no. Así que antes de que llegue 2026, hagamos un trato: viajar más ligeros, con espacio libre, con cajones que se abren sin miedo. Y por favor… que no nos agarre el Año Nuevo con un recibo de luz de 2016 rondando por ahí.