Se los he dicho muchas veces: el Alzheimer es una de las enfermedades más duras que existen. No solo para quien la padece, sino también para quienes lo rodean. Y en México, más de 1.18 millones de personas viven con esta condición, aunque muchas más ni siquiera cuentan con un diagnóstico.
¿La razón? La mayoría se detecta tarde, cuando los síntomas ya son evidentes. Para ese momento, buena parte de la independencia ya se perdió. Y ahí está el punto clave: seguimos normalizando el olvido como parte de la edad. Pero no lo es. No es “despiste”. Es una enfermedad.
Detectar a tiempo cambia el juego
Perder una palabra o repetir una historia no siempre es “cosa de la edad”. El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta memoria, pensamiento, conducta y hasta personalidad. Y cuando no se detecta y atiende a tiempo, avanza sin freno.
Para 2050, más de 3.5 millones de mexicanos podrían vivir con esta condición. Y eso con diagnósticos que hoy tardan entre 3 y 10 años. Por eso, el diagnóstico temprano es esencial: permite conservar la independencia por más tiempo y ayuda a que las familias planifiquen mejor el cuidado.
Urge también una estrategia nacional que capacite al personal de primer contacto, actualice guías clínicas y fortalezca los centros especializados. Si ustedes, o alguien cercano, tiene más de 60 años, la salud cognitiva debe ser parte del chequeo regular, con o sin antecedentes familiares.
Lo que propone el documento de posicionamiento
La buena noticia es que ya existe una propuesta clara. La Coalición Acción Juntos Recordamos —especialistas, organizaciones civiles y cuidadores— trabajó en un documento estratégico que marca un antes y un después: “Las demencias en México” (que pueden leer completo aquí).
No es un análisis más. Es una hoja de ruta basada en seis ejes de acción:
- Diagnóstico y manejo oportuno, con pruebas adecuadas, biomarcadores y centros especializados.
- Reducción del estigma, con campañas que cambien la forma en la que hablamos del Alzheimer.
- Acceso a información clara y útil para familias y comunidades.
- Prevención en salud pública, con tamizaje cognitivo y control de factores de riesgo desde el primer nivel.
- Apoyo real a cuidadores, con capacitación, acompañamiento emocional y protección social.
- Fomento a la investigación local, alineada a las necesidades del sistema de salud mexicano.
El documento ya fue presentado a quienes pueden impulsar cambios. Está listo para implementarse. Lo que sigue es acción.
Reconocimiento y acción en salud pública
El Alzheimer ya aparece en instrumentos clave como el Plan Nacional de Demencias y el Programa Sectorial de Salud. Es un avance importante, pero falta lo esencial: implementarlo. Se necesita presupuesto específico, metas medibles y mecanismos de rendición de cuentas. Reconocer la enfermedad no basta. Hay que traducirlo en servicios, capacitación médica y apoyo tangible para las familias.
El precio de no actuar
El Alzheimer no solo afecta la memoria: impacta profundamente la economía familiar. En México, los costos de atención superaron los 3,823 millones de dólares en 2010, y las familias gastan más de 23,000 millones de pesos al año. El 85% se paga de manera directa, y recae sobre mujeres que cuidan sin descanso.
Sin embargo, hay avances: más del 90% de las aseguradoras privadas ya reconoce el Alzheimer como enfermedad neurológica tratable e incluye diagnóstico temprano y terapias innovadoras que ayudan a ralentizar el deterioro. Aun así, es urgente que el sistema público amplíe su cobertura e incluya estos tratamientos, además de establecer una red de apoyo integral para cuidadores.
Bye, bye ideas equivocadas
Uno de los mayores obstáculos es la idea equivocada de que el Alzheimer es parte normal del envejecimiento. Según Alzheimer’s Disease International, el 65% del personal de salud aún lo cree. Ese error retrasa diagnósticos y limita el acceso a tratamiento. Hablar de Alzheimer es hablar del futuro de nuestras familias. Y del país que queremos construir.


