No siempre es ansiedad. No siempre es mal humor. A veces es simple y brutal sobrecargo sensorial, es decir, el cerebro sobre estimulado.
El cerebro tiene maneras de decir que ya está perdido entre tanta cosa, aunque nosotros sigamos empujando como si nada, llegará el momento en que dirá que paren por favor.
La sobreestimulación no llega con un anuncio. Llega en forma de detalles chiquitos que, de pronto, se vuelven insoportables. Y nosotros ahí, preguntándonos por qué todo nos molesta si “objetivamente no pasa nada”.
Estas son las señales de que su cerebro está sobre estimulado
Todo irrita… todo
El ruido del celular. La gente hablando fuerte. La música que estaban escuchando. El aire acondicionado. Las preguntas. Las notificaciones. No es que sean intolerantes: es que ya no hay espacio interno para procesar más estímulos.
Responden cortante sin querer
No porque elijan la violencia, sino porque su sistema nervioso está saturado y solo busca terminar la interacción lo más rápido posible. Sobrevivir, básicamente.
Sienten ganas urgentes de estar solas (pero solas de verdad)
Solas sin voces. Sin pantallas. Sin demandas. Cuando incluso alguien querido se siente como ruido, es una señal clara de que el cerebro está sobre estimulando y es momento de parar ¡todo!
Les cuesta concentrarse en lo más básico
Leen lo mismo cinco veces. Olvidan qué iban a hacer. Abren apps sin saber por qué. No falta inteligencia: falta espacio mental.
Su cuerpo está tenso sin razón aparente
Mandíbula apretada. Hombros arriba. Respiración cortita. El cuerpo ya entendió lo que la cabeza todavía niega: estamos pasados de estímulos.
Todo se siente “demasiado”
Demasiada luz. Demasiada gente. Demasiadas opciones. Demasiadas expectativas. No saben explicar qué, pero saben que algo rebasa.
Les dan ganas de llorar o explotar por cosas mínimas
Se cae algo. El WiFi está lento. Alguien les habla. Y listo. No es drama ni exageración, es acumulación de estímulos.
Están hiperconectadas y agotadas al mismo tiempo
Consumen contenido sin parar, pero nada las llena. Siguen scrolleando como si buscaran descanso en el mismo lugar que las cansa.
El silencio se vuelve urgente
No incómodo. Necesario. Como agua. Como apagar una alarma interna que lleva horas sonando.
Empiezan a sentir culpa por necesitar parar
Te dices que “no es para tanto”, que otros pueden con más, que deberías aguantar. La sobreestimulación no significa debilidad. Significa que tu sistema nervioso está pidiendo límites. Que no todo se soluciona con productividad, café o más esfuerzo. Que a veces, lo más sano no es seguir… sino bajar el volumen.
Y no, no hace falta irte al bosque tres meses. A veces basta con cerrar apps. Apagar luces. Respirar más lento. Decir “luego”. Cancelar sin justificarte. Vivir saturados no es normal, aunque lo hayamos normalizado. Y escucharlo a tiempo también es autocuidado.