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¿Cómo ser honestos sin destruir a tu pareja?

¿Son de los que tiran verdades sin pensar en los sentimientos? Mario Guerra, el rockstar del amor nos va a dar las claves para ser honestos sin destruir a la pareja

agosto 12, 2025

¿La honestidad puede destruir una relación? Les vamos a contar cómo es que puede afectar el hablar sin pelos en la lengua con la pareja.

Todos queremos relaciones con confianza, autenticidad y transparencia. Pero en la vida real, esas palabras no siempre se traducen en decirlo todo. Hay silencios que protegen, verdades que hieren, y omisiones que se disfrazan de consideración. Vamos a hablar sobre un dilema moral que todos enfrentamos. ¿Se puede ser totalmente honestos sin destruir la relación? 

Aquí hay un mito que tenemos que desarmar de una vez por todas: no es lo mismo decir la verdad que vomitar todas tus opiniones. Y muchos de nosotros hemos confundido honestidad con desahogo emocional sin filtro. La verdad es que no todo lo que pensamos necesita ser dicho. Pero lo que sí necesita ser dicho, merece ser entregado con cuidado, no como bala perdida.

Para después:Eco emocional: Cuando tu pareja paga lo que te hizo tu ex 

La verdad no debe lastimar todo el tiempo, pero las mentiras tampoco son la respuesta

Algunos dicen que la verdad duele, y puede que sea verdad, pero no siempre significa que deba ser usada con ese fin. Algunas personas disfrutan usando «la verdad» como una excusa para lastimar a otros, especialmente en una relación tóxica. Mientras que otras se escudan en las mentiras con la excusa de «No lastimar» a sus parejas.

Ahí les van mientras unas preguntas detonadoras para darse cuenta si sus parejas lo hacen:

  • ¿Crees que sus parejas alguna vez les han mentido para «protegerte»? ¿O tú lo has hecho?
  • ¿Hay cosas que nunca les dirían a sus parejas por miedo a sus reacciones?
  • ¿Dónde creen que está la línea entre honestidad y crueldad?
  • ¿Se vale pedirle al otro «no me digas todo»?
  • ¿Alguna vez han usado la «honestidad» como excusa para desahogarse sin considerar cómo afectabas a sus parejas?

Tenemos que reflexionar sobre si nos han hecho esto, o si nosotros lo hemos hecho, ya que no es justo en ningún caso.

¿Por qué nos pasa esto?

Primero, reconozcamos y cuéntenos si les ha pasado algo así: 

  • El interrogatorio post-salida: sus parejas llegan de una reunión y ustedes, en lugar de preguntar «¿cómo te fue?», empiezan con «¿quién estaba ahí? ¿De qué hablaron? ¿Por qué tardaste tanto?» Y después dicen que solo quieren «honestidad total».
  • El «estoy bien» más obvio del mundo: Cuando dicen «estoy bien» pero sus caras, tonos y lenguaje corporal gritan exactamente lo contrario. Y cuando sus parejas les preguntan qué pasa, responden «si fueras más observador, te darías cuenta».
  • La bomba de medianoche: Deciden que las 11:30 PM es el momento perfecto para hablar sobre «esa cosa que te molestó hace tres semanas», porque «tenemos que ser honestos».

¿Les suena familiar alguna? Todos hemos estado ahí y la verdad es que hay una diferencia entre la honestidad saludable, y la obsesión enmascarada de honestidad. 

¿Por qué nos complicamos tanto con esto de la honestidad?

En teoría, la honestidad debería ser a lo que toda pareja debe aspirar. ¿No? Pues la verdad es que no es tan sencillo y llegamos a malinterpretar la honestidad con otras cosas.

  • Primero: Confundimos sinceridad con transparencia total. Creemos que honestidad es decir absolutamente todo lo que pensamos, sentimos o recordamos, en el momento exacto que se nos ocurre y sin filtros.
  • Segundo: No distinguimos entre hechos y nuestras interpretaciones de esos hechos. Decimos «llegaste tarde porque no te importo» en lugar de «llegaste tarde y me siento poco importante».
  • Tercero: Usamos la «honestidad» como excusa para descargar emociones sin procesarlas primero. «Es que soy muy honesto» se vuelve el pase libre para lastimar sin asumir responsabilidad.
  • Cuarto: Tenemos terror al conflicto, así que o callamos todo o soltamos todo de golpe. No hay término medio. Y luego tenemos un pequeño grupo de voces internas que siempre está evaluando: «¿Esto lo digo o no lo digo? ¿Y si se enoja? ¿Y si me deja? ¿Y si le duele?»

La complejidad parece que va de la mano con las relaciones, pero la verdad es que muchos de estos problemas se deben a fallas en la comunicación, eso es lo que nos lleva por el camino de la pasivo-agresión.

¿Cómo nos afecta esto?

Cuando no sabemos manejar la honestidad con inteligencia emocional, pasan cosas como estas:

  • Nos volvemos policías emocionales: Monitoreamos cada gesto, cada tono, cada pausa de nuestra pareja, buscando “señales” de que nos están ocultando algo.
  • Creamos reglas imposibles: «Si me amas, debes decirme todo lo que piensas» vs. «Si me amaras, no me dirías cosas que me lastiman».
  • Acumulamos resentimiento: Lo que no se dice se queda ahí, fermentando, hasta que explota por cualquier tontería.
  • Perdemos la espontaneidad: Todo se vuelve estrategia. «¿Cómo le digo esto sin que se enoje?» «¿Será el momento correcto?» Y así, las conversaciones naturales se vuelven campos minados. Pero lo más triste es que, en el intento de «proteger» la relación con silencios o de «ser completamente honestos» sin filtro, terminamos creando exactamente lo que temíamos: distancia, desconfianza y conflicto.

Es importante recordar que el miedo nos lleva a tomar malas decisiones, y el cuidado extremo no es para nada recomendable. Las relaciones deben ser seguras y no una especie de estrategia continua.

No se pierdan:Los 5 peligros de las parejas actuales

¿Qué podemos hacer diferente?

Cambiar algunas cosas no es algo malo, si es para mejorar, claro, y es hora de ver lo que podríamos cambiar en nosotros (o nuestras parejas) para intentar mejorar la relación.

Aprendan a distinguir entre hecho e interpretación

  • En lugar de: «Nunca me escuchas» (interpretación dramática) Mejor: «Cuando estoy hablando y revisas el teléfono, siento que no soy importante para ti en ese momento» (hecho + sentimiento)

Practiquen el «honestidad con almohada»

  • En lugar de: «Eres un egoísta» (juicio total) Mejor: «Necesito que consideremos también lo que es importante para mí» (necesidad específica) No se trata de disfrazar la verdad, sino de saber cómo sostenerla. La misma información puede llegar como caricia o como cachetada, dependiendo de cómo la entregues.
  • Técnica: Antes de hablar algo delicado, debemos preguntarnos: «¿Qué quiero lograr con esto?» Si la respuesta es desahogarse, espera. Si es conectar o resolver, entonces hablen.

Hagan el «chequeo de clima emocional»

  • ¿Alguna vez han tratado de tener una conversación seria con alguien que está estresado, cansado o de malas? Es como tratar de plantar semillas en tierra congelada.
  • Pregunta simple: «¿Es buen momento para hablar de algo importante?» Y si la respuesta es no, respeten eso.

Negocien su nivel de intimidad informativa

  • Hay quienes quieren saber todo: cada pensamiento, cada interacción, cada detalle. Hay quienes prefieren información general y confían en que lo importante será compartido.
  • Conversación necesaria: «¿Qué necesitas saber para sentirte seguro en esta relación?» «¿Qué prefieres no saber?» «¿Cómo quieres que te comunique las cosas importantes?»

Aprendan a recibir información sin activar el modo defensa

  • Aquí viene la parte que muchos no quieren escuchar: si cada vez que sus parejas les dice algo su reacción es explotar, culpar, llorar o irse, están entrenando a esa persona para que no les diga nada.
  • Técnica de respiración emocional: Cuando reciban información que los incomode, antes de reaccionar, pregúntense: «¿Qué está tratando de decirme realmente?» «¿Hay algo válido en esto que pueden considerar?»
  • No se trata de aceptar todo, sino de crear un espacio seguro donde las conversaciones difíciles sean posibles.

Recuerden que en una relación no es malo tratar de cambiar algunas cosas, pero lo más importante es tener claridad, poder hablar las cosas y llegar a la honestidad entre los dos.

Hacia una relación con honestidad verdadera

La honestidad no es decir todo, todo el tiempo, de cualquier manera. Tampoco es callar para conservar una paz artificial. La honestidad real es un acto de valentía y cuidado: se basa en compartir lo que es significativo, de forma que el otro pueda recibirlo sin quedar herido innecesariamente.

Pero decir la verdad sin empatía puede ser violencia. Sin embargo, callar lo importante por miedo, también es una forma de abandono. El reto no es ser 100% transparente. Es saber cuándo, cómo y para qué decir lo que necesita ser dicho. Y también saber cuándo nuestras «verdades» son solo interpretaciones que necesitan revisión antes de ser compartidas.

Al final, las mejores relaciones no son aquellas donde se dice todo, sino aquellas donde se puede decir lo importante… y también se puede escuchar.

Especialista: Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach.

IG: @marioguerra // Web: www.marioguerra.mx // FB: Mario Guerra

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