¿Cuántos de ustedes se la viven en estrés y cuando tratan de relajarse lo primero que hacen es agarrar el teléfono? Nathaly Marcus, Nutrióloga Funcional, nos explica cómo cambiar nuestra mentalidad para tener salud y conectar con nuestro interior.
En la actualidad, la comodidad se ha convertido en un valor central de la vida moderna. Dormir con aire acondicionado, comer sin hambre o evitar cualquier incomodidad física se ha vuelto habitual. Sin embargo, diversos especialistas advierten que esta búsqueda constante de confort podría estar relacionada con el aumento de enfermedades crónicas, ansiedad y fatiga generalizada.
¿Cómo usar el estrés como medicina?
Estamos más enfermos que nunca… y, sin embargo, contamos con más información que nunca: estudios de laboratorio avanzados, redes sociales, inteligencia artificial, trasplantes de órganos, monitores continuos de glucosa, anillos, relojes e incluso tapetes que miden nuestro sueño y nuestro sistema nervioso.
¿Pero por qué seguimos enfermando? Hoy, al eliminar toda incomodidad, nos hemos vuelto frágiles. Evitamos el silencio, el ayuno, el cansancio… e incluso el aburrimiento. Vivimos en un estrés constante, con un sistema nervioso desregulado, y así apagamos la sabiduría natural del cuerpo: esa que sabe repararse, regularse y sanar.
Nuestros cuerpos están cómodos… pero agotados. Mitocondrias apagadas, cerebros atrofiados y sistemas inmunes confundidos que, en muchos casos, terminan atacándonos a nosotros mismos. El libro Sano, Salvaje y Sabio plantea que el cuerpo humano no fue diseñado para la quietud, sino para la adaptación. A lo largo de la evolución, los seres humanos sobrevivieron gracias a la exposición constante a factores como el frío, el hambre o el esfuerzo físico.
Estos estímulos fortalecieron los mecanismos de defensa del organismo y mantuvieron activa su capacidad de recuperación.
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¿Qué es la hormesis?
Actualmente, la ciencia denomina a este fenómeno hormesis, concepto que describe cómo pequeñas dosis de estrés controlado pueden fortalecer al cuerpo. El principio se aplica en prácticas que hoy vuelven a ganar relevancia:
El ayuno intermitente
Activa la autofagia, un procesos mediante el cual las células limpian los desechos, eliminan proteínas dañadas y promueven la regeneración celular. Esto no solo mejora la función celular, sino que también puede influir en la salud metabólica y la longevidad. Esta práctica consiste en alternar periodos de ingesta con periodos de ayuno controlado. (Pueden leer más aquí)
Duchas frías
Someter al cuerpo a agua fría genera un microestrés que estimula la liberación de norepinefrina, un neurotransmisor clave para la concentración y el estado de alerta. Además, esta práctica fortalece el sistema inmunológico, mejora la circulación y puede aumentar la resistencia al estrés físico y emocional.
Entrenamiento de fuerza
Levantar pesas o realizar ejercicios de resistencia aplica microestrés a músculos y huesos, provocando pequeñas lesiones que, al repararse, aumentan la fuerza, la densidad ósea y la resistencia general del cuerpo. Este tipo de estrés controlado también mejora la composición corporal y la eficiencia metabólica.
Exposición al calor mediante sauna
La práctica de sesiones de sauna induce un estrés térmico que activa proteínas de reparación del ADN y favorece el equilibrio hormonal. Esto ayuda no solo a la regeneración celular, sino también a la mejora de la circulación, la reducción de inflamación y el fortalecimiento del sistema cardiovascular.
En la naturaleza, la resiliencia también surge del estrés. Las plantas que enfrentan condiciones adversas —como la falta de luz o de agua— desarrollan mecanismos de defensa que las vuelven más fuertes. Un ejemplo es el té matcha, cuyas hojas crecen bajo sombra parcial. Esta exposición controlada reduce la luz solar y estimula la producción de compuestos antioxidantes como la L-teanina y las catequinas.
Miedo al envejecimiento y el deterioro físico
No es la edad la que envejece, sino la pérdida de propósito, movimiento y conexión. El cuerpo responde a los estímulos que recibe: se debilita ante la inactividad y se revitaliza con el desafío adecuado.
Desde esta perspectiva, el envejecimiento se concibe como una transición biológica y emocional que puede vivirse con energía y conciencia, en lugar de ser vista como una etapa de pérdida.
Recuperar hábitos naturales —como dormir con la oscuridad, exponerse a la luz solar, moverse con frecuencia y respetar los ciclos de descanso y actividad— permite sincronizar el reloj biológico con los ritmos que la vida moderna ha interrumpido. Estas prácticas buscan restablecer la coherencia entre cuerpo, mente y entorno.
El bienestar no depende de evitar el tiempo ni las incomodidades, sino de aprender a utilizarlas como estímulos que fortalecen la salud física y emocional. El cuerpo humano no busca comodidad, sino equilibrio. Y en ese equilibrio entre confort y desafío reside la verdadera medicina de la longevidad.
Especialista: Nathaly Marcus. Nutrióloga Funcional e integral. Experta en epigenética, neurociencia, medicina antiedad y psicología transpersonal. Conferencista. Autora de los libros Secretos para mantenerte sano y delgado, El método de las 3R, El recetario Health Addiction. Fundadora de Bienesta, centro de medicina funcional y de la universidad digital de salud funcional-mente cuerpo.
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