papas-vivan-mas-y-mejor

Si hacen esto sus papás van a vivir menos

Esto es lo que tienen que hacer para que sus papás vivan más y mejor. Así que tomen nota y tengan la seguridad de que llegan a los 100.

septiembre 29, 2025

¿Cómo hacerle para que los papás vivan más y mejor? La respuesta está en quitarnos el miedo de que se van a lastimar o peor ¡que ya no pueden!

Todos queremos que nuestros papás vivan más y que tengan una vida súper activa, relajada y con salud, pero estamos haciendo una serie de cosas que en lugar de beneficiar, están afectando su salud y dejando que se sientan de la peor manera.

Por esta razón les vamos a dar una guía espectacular para que sus papás vivan más y ustedes tengan la calma de que su cuerpo, mente y alma, están de la mejor manera. 

Si hacen esto sus papás van a vivir menos

Hay un gesto muy humano que repetimos casi sin darnos cuenta: esa mezcla de amor sobreprotector con un poquito de “yo lo puedo hacer”. Lo hacemos con nuestros papás, con nuestras mamás, con las abuelas que insisten en cocinar aunque tengan ochenta años. Y ojo, no es maldad. Es cariño mal administrado. Pero detrás de ese “tú siéntate, yo me encargo de todo” hay un problema: estamos arrinconando a quienes más necesitan sentirse parte de la vida diaria.

No dejen de leer: Día de los abuelos: los problemas de salud que existen en México

El amor mal entendido

Nos educaron con la idea de que querer es proteger. Y proteger significa cuidar, resolver, anticipar. Pero con los papás y las mamás mayores, ese cuidado a veces se convierte en algo que los silencia. Les quitamos el cuchillo porque “te puedes cortar”. Les arrebatamos la escoba porque “no te vayas a caer”. Los hacemos a un lado en la cocina porque “no te vayas a quemar”. Y sin querer, transformamos el amor en una especie de jaula 5 estrellas: cómoda, con antenciones… pero jaula al fin.

La clave está en la gerontología

La gerontología, la ciencia que estudia el envejecimiento, da una recomendación sencilla: no reemplazar, sino involucrar. Y no, no significa ponerlos a cargar garrafones de agua ni a subir la escalera a limpiar los focos. Significa invitar. Hacerlos parte.

  • En lugar de “yo barro todo”, decir: “ma, ¿me ayudas a barrer el patio mientras yo hago la cocina?”.
  • En lugar de “tú siéntate y yo cocino”, decir: “abue, dame la receta, que tú tienes el sazón, y yo pongo las manos”.

El mensaje cambia por completo. Ya no es “te aparto porque te amo”, sino “te incluyo porque te amo”. Y ahí hay una diferencia que puede literalmente hacer que los papás vivan más y mejor.

No dejen de leer: La importancia de la masa muscular en la salud

¿Cómo hacerle para que los papás vivan más y mejor?

Todos necesitamos sentir que importamos. Que nuestra experiencia, nuestras manos, nuestra cabeza todavía tienen peso. ¿O a poco no se nos apaga la chispa cuando en la oficina nos relegan de un proyecto porque “hay alguien que lo hace más rápido”? Bueno, lo mismo pasa en casa. Cuando a los papás los invitamos a decidir el menú, a ayudarnos a doblar la ropa, a compartir la forma en que ellos resolvían la vida sin Google Maps ni YouTube, no solo participan: se sienten vivos. Y eso, desde lo físico hasta lo emocional, es medicina de la buena.

Les damos otros ejemplos:

En la cocina: nuestra mamá que hace el mejor arroz del mundo ya no necesita cargar las cazuelas, pero sí necesita que le preguntemos el truco. ¿Por qué su arroz nunca se batea y el nuestro sí?

En la tecnología: nuestro papá puede que no entienda el streaming, pero sí puede elegir la película. Que él diga qué se ve en Netflix esa noche, aunque tarde veinte minutos en decidir.

En el súper: ¿qué pasa si en vez de pedir el súper por app, le pedimos que nos acompañe a la tienda de la esquina? Que nos diga qué jitomates escoger, que nos enseñe a distinguir una papaya buena de una que parece piedra.

En el jardín: a lo mejor ya no pueden cargar las macetas, pero sí pueden guiarnos sobre dónde plantar para que el sol no queme la flor.

Son detalles que parecen mínimos, pero son la diferencia entre sentirse decorativos o sentirse parte de la familia.

También pueden leer: ¿Ansiedad y depresión? Podría ser la tiroides

El amor como límite

El problema es que confundimos cansancio con incapacidad. Y no es lo mismo. Un papá puede cansarse después de cocinar, pero eso no significa que haya que borrarlo de la cocina. Una abuela puede tardar más en barrer el patio, pero eso no significa que ya no pueda hacerlo.

¿Ven cómo lo hacemos con frases que suenan lindas pero son demoledoras?

  • “Ya descansa, yo lo hago”.
  • “No te preocupes, yo me encargo”.
  • “Tú ya no tienes que mover un dedo”.

Parecen halagos, pero lo que dicen entre líneas es: “ya no eres necesario”. Y no hay cosa más triste para alguien que pasó toda su vida siendo el centro de la familia que sentirse prescindible.

El amor que suma, no que resta

La propuesta es sencilla: cambiemos el pdv. Dejemos de medir el amor en cuántas cosas hacemos por ellos, y empecemos a medirlo en cuántas cosas hacemos con ellos. Involucrarlos no es sobrecargarlos, es darles espacio para seguir siendo parte activa.

Si a nuestra abue le brillan los ojos cada vez que huele el jitomate sofriéndose con ajo, entonces no le quitemos la cocina, démosle la batuta de la receta. Si nuestro papá ama arreglar cosas, aunque ya no pueda subirse al techo, démosle el placer de supervisar, de dar la instrucción, de sentirse todavía el ingeniero de la casa.

No dejen de leer: WTF… El retiro y los jóvenes

Pregunta incómoda (pero necesaria)

Así que pensemos un segundo: ¿qué actividad le hemos quitado a nuestros papás por amor, pero que en realidad los estaba manteniendo vivos? Esa caminata al mercado, esa llamada a los nietos para contarles historias, esa forma tan suya de doblar las camisas.

Tal vez ya nos dimos cuenta que lo que parecía un acto de cuidado es, en el fondo, un ladrón silencioso de vitalidad. Y estamos a tiempo de cambiarlo.

únete a nuestra comunidad

septiembre 29, 2025