Cada 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio establecido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 727 000 personas se suicidan al año en el mundo. El suicidio ocurre principalmente en personas jóvenes, siendo la tercera causa de muerte en personas de 15 a 29 años.
Más del 95% de las personas que se suicidan tienen depresión u otro trastorno mental. El consumo de alcohol se relaciona con aproximadamente el 30% de todos los suicidios, aunque este número puede variar según la región.
Además se calcula que por cada persona adulta que muere por suicidio, hay al menos 20 intentos fallidos. A nivel mundial, por cada mujer que muere por suicidio, mueren más de dos hombres.
¿Qué pasa con el suicido en México?
Por otro lado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dice que entre 2013 y 2023, el número de suicidios en México fue aumentando. En 2013, había casi 5 suicidios por cada 100,000 personas, y en 2023 subió a casi 7.
El 65.6% de los suicidios ocurrieron en personas menores de 40 años. El método más usado en México es el ahorcamiento, que se utilizó en el 85.5% de los casos.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, en 2023 hubo más de 49 300 suicidios en Estados Unidos, niveles históricamente altos similares a 2022.
Relevancia de abordar el suicidio
El suicidio constituye un grave problema de salud pública mundial y nacional, con un impacto devastador no solo en la persona que lo lleva a cabo, sino también en sus familias, comunidades y en la sociedad en general.
Estudiar y trabajar en este tema es fundamental porque el suicidio es prevenible: identificar factores de riesgo, fortalecer factores protectores y reconocer señales de alerta puede salvar vidas. Invertir en prevención, atención temprana y educación reduce la carga de sufrimiento y promueve comunidades más seguras y resilientes.
¿Cuáles son las señales de alerta en el suicidio?
Para uno mismo o personas cercanas.
- Verbales: hablar de morir, ser una carga, no tener esperanza.
- Emocionales: desesperanza, irritabilidad, vacío.
- Conductuales: aislamiento, regalar pertenencias, consumo de sustancias, conductas de riesgo, búsqueda de métodos.
- Físicas: cambios en sueño, apetito, fatiga.
- Situacionales: rupturas, duelos, problemas económicos, intentos previos.
Este es el checklist de las señales de alerta
- Hablar de morir o querer quitarse la vida.
- Expresiones de desesperanza.
- Pérdida de interés en actividades previas.
- Aislamiento social.
- Despedidas o conductas inusuales.
- Búsqueda de métodos de suicidio.
- Aumento en consumo de alcohol o drogas.
- Cambios emocionales bruscos.
- Alteraciones en sueño o apetito.
- Conductas de riesgo o autolesiones.
Señales internas (autoalertas)
- Pensamientos: “la vida no tiene sentido”, “soy una carga”, imaginar métodos.
- Emociones: vacío, culpa intensa, desconexión de la vida.
- Conductas: aislamiento, descuido de higiene, aumento de consumo de sustancias, preparación de despedidas.
¿Qué hacer ante señales de riesgo?
Reconocer y validar las señales: Admitir que existen pensamientos o conductas de riesgo es el primer paso. No ignorarlos ni minimizarlos.
Comunicación abierta y empática: Preguntar directamente si la persona tiene ideas suicidas. Escuchar sin juzgar, sin criticar ni presionar.
No dejar sola a la persona: Especialmente si ya hay un plan concreto o acceso a medios letales. Acompañar, ofrecer compañía y apoyo inmediato.
Acceso a ayuda profesional: Contactar a psicólogos, psiquiatras o médicos.
Elaborar un plan de seguridad personal: Identificar personas de confianza, lugares seguros y actividades que reduzcan la tensión. Mantener teléfonos de emergencia y recursos a la mano.
Reducción de factores de riesgo inmediatos: Retirar o asegurar objetos y sustancias que puedan ser utilizados para autolesionarse (medicamentos, armas, plaguicidas).
Seguimiento continuo: Revisar el estado emocional y conductual de la persona regularmente. Mantener contacto frecuente y apoyar en la adherencia a tratamientos.
Apoyo social y comunitario: Integrar a la persona a grupos de apoyo, familiares y actividades comunitarias que fomenten la conexión y sentido de pertenencia.
Autocuidado de los acompañantes: Las personas que brindan apoyo también deben cuidar su bienestar emocional, buscando supervisión o contención profesional si es necesario.
En resumen…
El suicidio es prevenible con una combinación de detección temprana, fortalecimiento de factores protectores, reducción de riesgos y acceso oportuno a servicios de salud mental. En México, el reto está en atender a la juventud, combatir la violencia y ampliar los recursos en salud mental, al tiempo que se aprovechan los lazos familiares y comunitarios como ejes protectores.
Relevancia final
Trabajar en la prevención del suicidio es una responsabilidad compartida entre individuos, familias, comunidades y gobiernos. Cada acción cuenta: desde reconocer una señal de alerta en uno mismo o en un ser querido, hasta impulsar políticas públicas que garanticen atención digna y accesible. La prevención del suicidio no solo salva vidas, sino que también construye una sociedad más solidaria y consciente del valor de cada persona.
Si ustedes o alguien que conocen necesita ayuda, no dejen de buscar ayuda en los siguientes lugares:
Especialista: Rodolfo Solís. Psicofisiólogo clínico. Doctor en Neurociencias de la Conducta. Líder del Laboratorio de Neurofisiología Cognitiva y Clínica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
IG y TikTok: @dr_rsolis / WEB: www.psiquiatrialrs.com / 55 1545 4240
