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Señales del cuerpo antes de un derrame cerebral

Las señales del cuerpo antes de un derrame cerebral :mareos, dificultad para hablar, cansancio extremo, adormecimiento o visión borrosa. No hay que ignorarlas, reconocerlas a tiempo puede salvar vidas.

noviembre 7, 2025

El cuerpo no traiciona, avisa (aunque no lo escuchen) por eso les damos las señales antes de un derrame cerebral.

Nos pasa seguido: sentimos que el cuerpo nos juega en contra. Que justo el día más ocupado decide marearse, doler, adormecerse o simplemente apagarse. Pero no, el cuerpo no conspira contra nosotros, el cuerpo avisa. Y antes de algo tan grave como un derrame cerebral, suele lanzar pequeñas señales que muchos ignoran o confunden con cansancio, estrés o “ya me está pegando la edad”.

Señales del cuerpo antes de un derrame cerebral

El problema es que vivimos tan metidos en la rutina, tan distraídos entre correos, series, chismes y post its con la lista intermiamble de to-do’s, que no escuchamos. Y cuando finalmente prestamos atención, el cuerpo ya está gritando lo que antes susurraba.

El mareo que no es por no desayunar

Sienten que todo da vueltas. Les da náusea sin razón aparente. O el olor del café de repente les provoca asco. “Seguro fue el calor”, piensan. “O dormimos poco”. Pero mareos y náuseas repetitivas, cuando no hay virus, intoxicación ni embarazo de por medio, pueden ser una de las primeras señales de que algo no anda bien en la irrigación del cerebro.

Cuando hablar se vuelve trabalenguas

Están en plena conversación, abren la boca para decir algo brillante… y las palabras salen torcidas. Les cuesta pronunciar, o de repente no entienden bien lo que otros dicen. Pasa rápido, así que lo dejan pasar, pero no es normal que el lenguaje se nuble.

Esa confusión, esa especie de niebla mental, puede ser una advertencia temprana de que el cerebro no está recibiendo suficiente oxígeno. A veces aparece días, incluso semanas antes del derrame, y lo curioso es que el cuerpo insiste: lo repite una, dos, tres veces, pero como no viene con sirena, lo ignoramos.

El cansancio que no se quita ni con vacaciones

Hay cansancio y hay ese cansancio. El que no mejora ni con sueño, ni con vacaciones, ni con café, el que no se parece a estar agotados del trabajo, sino a un tipo de fatiga interna, rara, constante.

Si a eso se suma un dolor de cabeza diario o que va empeorando, no es algo para normalizar. No es “burnout”, ni “lunes eterno”: puede ser una señal de que el cerebro está trabajando bajo presión, literal.

El adormecimiento que no es por mala postura

Se les cae la taza, el celular o la llave sin explicación, un brazo se siente raro, una pierna se duerme más de lo normal, la mitad de la cara se siente rara. Parece inofensivo, pero si un lado del cuerpo se adormece o pierde fuerza, aunque sea unos segundos, puede ser una microembolia. Una pequeña advertencia de que una zona del cerebro está empezando a fallar.

Ver doble (y no por amor ni vino)

De pronto todo se ve borroso, o doble o un ojo deja de enfocar bien. Ahí va otro clásico: “es la pantalla”, “debo cambiar de lentes”, “seguro dormimos mal”.

Pero una alteración súbita en la visión puede ser señal de que una arteria cerebral está bloqueada o debilitada. Y aunque suene exagerado, los ojos son como los mensajeros del cerebro: si ellos ven raro, probablemente adentro algo ya se está desordenando.

⁠Lo que sí se puede hacer (spoiler: no esperar)

Sabemos que nadie quiere correr al hospital por un mareo, pero la prevención salva vidas. Si cualquiera de estas señales aparece, lo primero es buscar atención médica inmediata. No hay premio por aguantar el síntoma más tiempo. Además:

  • Revisen la presión arterial. Es la villana número uno.
  • Muévanse todos los días. El sedentarismo es lo peor que nos podemos hacer.
  • Coman mejor. Así de simple.
  • Duerman y descansen. Bajen el ritmo cuando puedan.
  • Y sí, hablen de esto. Con su gente, su familia, su grupo de trabajo. Compartir la información también salva.

Hay que saber escuchar al cuerpo…

⁠El cuerpo avisa siempre, la mayoría de las personas que sufren un derrame tuvieron señales antes, pero nadie las entendió, no por descuido, sino porque vivimos desconectados de nosotros mismos.

El cuerpo no se apaga sin avisar. Siempre –SIEMPRE– avisa. Solo hay que aprender a no ignorar las señales. Así que si últimamente sienten que algo anda distinto, que algo “no se siente como siempre”, escúchenlo y agenden cita con su doctor de confianza ASAP.

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