W FM fue una de las etapas más emocionantes de Martha Debayle y por los 95 años de W Radio, reunió a sus más queridos para hablar sobre esos años.
Si crecieron en los 80 y 90, seguro se acuerdan de W FM: magia digital, donde un grupo de chavos decidieron crear un espacio musical único y diferente a lo que se escuchaba en el país.
El fenómeno WFM: Magia digital y rebeldía
Si la XEW fue la cuna de la radio en México, WFM 96.9, Magia Digital, fue su renacimiento. Desde 1985 hasta el 2000, esta estación se convirtió en un verdadero fenómeno cultural. Era innovadora, arriesgada, irreverente y profundamente influyente. La gente joven, que hasta entonces veía a la radio como un medio institucional y aburrido, de repente encontró un hogar. El genio detrás de esta revolución fue una idea: crear una radio digital.
Al frente de esta tripulación fuera de control estaban Charo Fernández, Martín Hernández, Martín Delgado y Arturo López Gavito. Todos llegamos sin un camino trazado, inventando el trabajo sobre la marcha. Charo fue la primera en llegar, con su estilo audaz y su voz que hablaba directo al corazón de los jóvenes. Martín Hernández, apodado «el Negro», llegó de la universidad con una visión de rock y una genialidad que lo llevó a dirigir la producción.
Martín Delgado, el «DJ Non Plus Ultra» de esa época, venía de la competencia para convertirse en el director de programación, orquestando una magia sonora con sus mezclas llenas de efectos. Y Arturo López Gavito, el pequeño saltamontes, llegó a pedir trabajo antes de terminar la preparatoria, impulsado por una profunda admiración por el talento de los locutores.
Eran los cazadores de sonidos. No había internet, ni Spotify. Las canciones llegaban a México con meses de retraso. Sin embargo, gracias a corresponsales en Europa y a la pasión de cada uno, tenían los sencillos antes que nadie.
Las disqueras los buscaban para que les hicieran un hit, y si otra estación se atrevía a tocar un sencillo antes que ellos, sentían que habían fallado. La competitividad era brutal, pero era un motor que los impulsaba a ser los mejores. No solo tocaban música, la curaban. Encontraron nichos, se atrevimos a tocar música que nadie más tenía, y fueron la primera estación en México en dar espacio al rock en español, apoyando a bandas como Caifanes y Fobia.
Pasión sin límites y el elefante blanco
La cultura en W FM no era de 9 a 5. Era un modo de vida. Se trabajaba con una pasión desbordada que los llevaba a dormir en el estudio, a tener juntas a medianoche y a aceptar que su jefe, Alejandro González Iñárritu, les dijera que no se fueran, que él ya venía en camino para una junta que empezaría a las doce de la noche. No había equilibrio, y estaban enfermos de trabajo, pero lo hacían de nuevo, sin pensarlo dos veces.
En medio de todo ese éxito, la estación necesitaba una pieza más para ser invencible. Y llegó. Un elefante blanco que venía de la competencia, con una voz única, un manejo del inglés perfecto y una influencia funk, dance y R&B que no tenía nadie más. Esa persona era Martha Debayle, que venía de una estación y a quien habían corrido porque (según el dueño) no servía para hacer radio. Pero Alejandro, con su visión aguda, supo que era la pieza que amalgamaría al equipo. Al principio hubo desconfianza, como siempre pasa cuando alguien nuevo llega a un equipo ya consolidado. Pero la amalgama funcionó.
Porque lo que los unía no era el trabajo, era el amor al oficio, el compromiso con la audiencia y la convicción de que la radio era más que una profesión: era una misión. Se convirtieron en un crisol de talentos, un colectivo de gente que se inventó su propio camino, que fue resiliente al rechazo y que creyó en el poder de la voz.
Digan lo que escuchan y les diremos quienes son. Estas palabras son el mejor resumen de lo que W Radio y WFM han significado. Han sido la banda sonora de muchas vidas, un reflejo de quienes somos como sociedad, de lo que amamos y de lo que nos hace vibrar.
Hoy, al celebrar 95 años de W Radio, no solo recordamos un legado; honramos el espíritu de quienes creyeron en la magia digital, en el poder del audio y en la conexión que solo la radio puede crear.