Nadie nació sabiendo ser papá, pero sí podemos aprender. Para ayudarnos, la querida Marcela Escalera nos habla sobre la crianza con vínculo, cómo tomar mejores decisiones como padre y consejos para sostener a nuestros hijos sin sobreprotegerlos.
Como papás, todos queremos lo mismo: que nuestros hijos estén bien, que no sufran, que no se frustren, que no se equivoquen. Pero aquí viene el gran error: confundimos proteger con sobreproteger. Y cuando los sobreprotegemos, en lugar de fortalecerlos, los dejamos sin herramientas para enfrentar la vida real. Mi querida Marcela Escalera, especialista en crianza con vínculo, explica la diferencia entre proteger y sobreproteger, nos da consejos para saber cómo educar hijos sin impedir que maduren, para que sean niños fuertes, responsables, que puedan manejar sus frustraciones y tomar decisiones.
¿Qué significa sobreproteger?
Sobreproteger es intervenir todo el tiempo para que tu hijo no se frustre, no se equivoque, no se sienta incómodo. Pero justo esas pequeñas incomodidades son las que necesita para aprender a tolerar la frustración, resolver conflictos y entender que en la vida no siempre sale todo como uno quiere.
Porque madurar emocionalmente requiere pasar por momentos incómodos. Como esa mamá que no deja que su hijo de 15 años use el transporte público porque le da miedo que algo le pase, o la que le hace la tarea a su hija para evitarle una mala calificación. En realidad, no los estás protegiendo, les estás quitando la oportunidad de aprender, equivocarse y fortalecerse.
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Diferencia entre sobreproteger y proteger con vínculo
Proteger de manera responsable es ser el adulto a cargo, la base segura desde donde tu hijo puede explorar, equivocarse, aprender y crecer. Es estar presente, disponible emocionalmente, guiar, acompañar… pero sin meterte en cada paso ni resolverle la vida.
¿Cómo educar hijos sin impedir que maduren? Confía en su proceso de desarrollo, permitirle avanzar a su ritmo, sabiendo que si se tropieza, ahí vas a estar para sostenerlo emocionalmente, pero no para evitarle el tropezón. Debes de criar desde el liderazgo, no desde el miedo. Por ejemplo, sé el papá que acompaña a su hija mientras se frustra con la tarea, pero no se la hace o sé el que permite que repruebe si es necesario, o que lo saquen del equipo si no cumplió. Porque esas pequeñas caídas son las que le van a enseñar a levantarse solo más adelante.
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Señales de que estás sobreprotegiendo a tu hijo
- Si intervengo antes de que se frustre o llore.
- Si hago por él cosas que podría intentar solo.
- Si tengo miedo constante de que sufra, se enoje o se aburra.
- Si no le permito realizar actividades o vivir experiencias – buenas o malas – que me hacen sentir amenazada.
Si no dejas que tu hijo lleve su lonchera a la escuela porque “se le puede olvidar”, o no dejas que se bañe solo a los 8 o 9 años porque «solo tú lo sabes hacer bien»… Si no lo dejas aprender a andar en bicicleta porque “se puede caer”, o no permites que tu adolescente aprenda a manejar porque a ti te da miedo que vaya a chocar… eso es sobreproteger. No lo estás cuidando, le estás quitando la oportunidad de aprender, de equivocarse y de desarrollar confianza en sí mismo.
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Pero muchas veces lo hacemos por amor…
Claro, lo hacemos porque los amamos profundamente. Pero muchas veces confundimos amor con protegerlos y evitarles todo malestar. Cuando la realidad es que eso no los fortalece, los debilita. Madurar requiere pequeñas dosis de frustración, de tristeza, de espera, de equivocarse y de aprender. Si yo le quito todo eso, en el fondo le estoy robando oportunidades de crecer.
Y ojo, porque muchas veces, detrás de ese “amor”, lo que realmente hay es miedo. Miedo a que le pase algo, miedo a que crezca muy rápido y se aleje, miedo a quedarme sola, miedo a repetir historias familiares o incluso son creencias que cargamos sin cuestionar como: «una mujer no debe estudiar lejos» o «un hijo siempre debe vivir cerca de su madre».
Ejemplos de crianza que protege, no sobreprotege
- Si mi hijo olvida su tarea, en lugar de llevársela, lo acompaño emocionalmente cuando enfrente las consecuencias en su escuela.
- Si se frustra armando un juguete, no lo armo por él: me siento cerca, lo animo, pero dejo que sea él quien lo intente.
- Si mi adolescente quiere ir a una reunión, no lo prohíbo automáticamente; sino que me informo, lo oriento, y le ayudo a evaluar riesgos y a tomar decisiones.
- Si mi hija adolescente quiere estudiar en otra ciudad, en lugar de decirle “no puedes”, converso, escucho sus razones, y veo cómo puedo acompañarla en ese proceso de crecimiento.
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¿Qué papel juega el vínculo?
El vínculo con los papás es todo. Un niño solo se atreve a madurar si sabe, en lo más profundo, que tiene un adulto a su lado que lo sostiene emocionalmente. El vínculo es la raíz desde donde explora, se equivoca y sabe que siempre puede volver. Cuando un niño está seguro de que cuenta con nosotros, no necesita que le resolvamos la vida. Necesita que lo acompañemos mientras la aprende a resolver.
Y cuando yo me vinculo de verdad con mis hijos, los conozco de adentro hacia afuera, los leo, los escucho y les demuestro algo fundamental: confío en ti, puedes hacerlo. Porque estoy buscando su bienestar, no mi comodidad, ni mi miedo, ni mi control. Sé esa mamá que deja que su hija haga su primer campamento escolar aunque a ella le cueste soltar o el papá que deja que su hijo tome una decisión equivocada y se mantiene carca para sostenerlo.
¿Eres un papá helicóptero?
Un papá helicóptero es ese que está todo el tiempo encima de la vida de su hijo, anticipándose a cualquier problema, resolviendo todo antes de que pase, eliminando cualquier incomodidad. Y aunque lo hace desde el amor porque quiere evitarle el sufrimiento, en realidad le está robando la oportunidad de desarrollar resiliencia, autonomía y capacidad de resolver por sí mismo.
Un ejemplo ese papá que hace la maqueta por el hijo, la mamá que se mete a resolver los pleitos entre amigos antes de dejar que el hijo intente solucionarlo solo.
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¿Papás negligentes?
Del otro lado de la moneda, están los papás negligentes, aquellos que no están disponibles emocionalmente y que dejan al niño sin guía ni contención.
Ejemplos:
- Dejan a los hijos pequeños jugar en la calle con los vecinos sin supervisar.
- No están al tanto de qué ven en las pantallas.
- Permiten que su hija duerma en casa de amigas sin conocer a la familia, no supervisar la hora de llegada y las condiciones después de una fiesta.
Ya sea un papá negligente o helicóptero el niño queda solo. En uno, porque nunca aprende a enfrentarse al mundo y en el otro, porque se enfrenta demasiado pronto, sin guía ni contención.
¿Cómo educar hijos sin impedir que maduren? Buscando un equilibrio. Estar presentes, supervisar, acompañar… pero al mismo tiempo dar espacio, permitir que vivan lo que les toca, que experimenten, que se frustren y que aprendan. Se trata de acompañar sin invadir y proteger sin impedir.
Ahora que ya sabes cómo educar hijos sin impedir que maduren, no dudes en contactar a Marcela y seguir leyendo información al respecto.
Marcela Escalera. Psicóloga Clínica, Directora del Instituto Neufeld Español y Coordinadora del Diplomado Crianza con Vínculo. IG Y FB: @marcelaescaleraoficial // WEB: www.marcelaescalera.com // Whatsapp: 55 61 88 72 78