Virus-Coxsackie

Virus Coxsackie: no es un asunto de niños

Les vamos a explicar todo lo que tienen que saber sobre el Virus Coxsackie y cómo puede impactar en los adultos.

octubre 3, 2025

Aunque el Virus Coxsackie parece que solo puede afectar a los niños, las alertas sanitarias están sonando para los adultos y esto es lo que podrían pasarnos. 

Si pensaban que las fiebres y las ampollas eran cosa exclusiva de los niños, es momento de que repasen sus apuntes de salud física. El Virus Coxsackie, ese molesto agente causante de la famosa enfermedad de «manos, pies y boca», ha demostrado que no discrimina por edad y puede impactarnos a los adultos con una fuerza inesperada.

Nos estamos enfrentando a una realidad donde nuestra salud exige estar alerta. Por eso, hemos preparado una guía esencial para entender cómo este virus puede afectar a las personas mayores, qué medidas de protección debemos adoptar y cómo actuar si sospechamos de su presencia en casa.

Virus Coxsackie: más allá de la boca, pies y manos de los niños

El Coxsackie pertenece al grupo de los enterovirus y es altamente contagioso. Aunque en los niños suele ser leve y se manifiesta principalmente con la enfermedad de manos, pies y boca (pequeñas lesiones tipo ampolla en esas zonas y en la garganta, acompañadas de fiebre), en los adultos, el cuadro puede complicarse y presentarse de maneras diversas e intensas.

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¿Cómo nos afecta a los adultos?

  • Síndrome tipo gripal severo: Podemos experimentar fiebre alta, dolor intenso en la garganta (que dificulta tragar), dolor de cabeza constante y muscular generalizado.
  1. Manifestaciones cutáneas más molestas: Aunque podemos desarrollar la clásica erupción en las manos y los pies, en los adultos, estas lesiones suelen ser más dolorosas, pican y tardan más en sanar. En ocasiones, la enfermedad puede llevar a la descamación de las uñas semanas después de la recuperación, una consecuencia que, aunque inofensiva, resulta impactante.
  2. Riesgos poco frecuentes, pero serios: En casos raros, el Coxsackie puede dirigirse a órganos vitales. Estamos hablando de una posible meningitis aséptica (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal) o, en situaciones muy inusuales, una miocarditis (inflamación del corazón). Si bien son poco comunes, debemos tenerlos en cuenta si los síntomas se vuelven atípicos o extremadamente severos.

¿Qué podemos hacer para prevenir este virus?

La mejor estrategia es siempre la prevención. Dado que este virus se propaga principalmente por contacto con secreciones corporales (saliva, líquidos de las ampollas o excremento), la higiene es nuestra mejor herramienta, por eso es importante que:

  • Lavado de Manos Riguroso: Insistamos en el lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente después de ir al baño, cambiar pañales (si tenemos niños pequeños), y antes de preparar o consumir alimentos.
  • Limpieza de Superficies: Desinfectemos regularmente las superficies de uso común, como manijas de puertas, juguetes, teclados y controles remotos. Utilicemos soluciones desinfectantes a base de cloro.
  • Evitar el Contacto Cercano: Si alguien en casa tiene síntomas, evitemos los besos, los abrazos y no compartamos utensilios de comida, vasos o toallas. Si somos padres, la higiene extrema al manipular las ampollas de los niños es crucial.
  • Aislamiento Voluntario: Si nos sentimos enfermos, aunque sea levemente, seamos responsables y evitemos asistir a nuestro lugar de trabajo o a reuniones sociales para cortar la cadena de contagio.

¿Qué hacer si sospechamos que tenemos el virus Coxsackie?

Si comenzamos a experimentar fiebre repentina, dolor de garganta intenso y notamos las características lesiones en las palmas o las plantas, es momento de actuar con calma, pero con diligencia.

  • Confirmación Profesional: Busquemos la valoración de un especialista. Ellos podrán confirmar el diagnóstico mediante la observación de los síntomas y, si lo consideran necesario, con pruebas de laboratorio.
  • Manejo de los Síntomas: Dado que se trata de un virus, el tratamiento es de soporte. Esto significa controlar la fiebre y el dolor con analgésicos o antinflamatorios de venta libre. Para las lesiones en la piel, consultemos sobre cremas o lociones que puedan aliviar la comezón o el dolor.
  • Hidratación y Reposo Absoluto: El reposo es vital para que nuestro sistema inmune pueda luchar eficazmente. Además, mantengámonos bien hidratados, sobre todo si el dolor de garganta nos dificulta tragar. Los líquidos fríos o los helados pueden ser de gran ayuda.
  • Señales de Alarma: Debemos buscar atención médica de urgencia si notamos: Fiebre que dura más de tres días, signos de deshidratación, dolor de cabeza severo con rigidez en el cuello (posible meningitis), dolor en el pecho o dificultad para respirar (podría indicar afectación del corazón).

Recordemos que la ELA requiere de nuestra proactividad y conocimiento. El virus Coxsackie es molesto, pero si actuamos a tiempo y con responsabilidad, minimizaremos su impacto en nuestra vida diaria. 

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