A ver cuentahabientes si ustedes están en una relación donde a la hora de “discutir” su pareja niega todo, se siente muy criticada o hasta les “voltea las situaciones”, -o si ustedes hacen eso-, hoy vamos a platicar con Mario Guerra, sobre las personas que todo toman a mal o siempre a la defensiva y qué hacer al respecto.
Es posible que conozcas a una persona muy defensiva, pero sería saludable preguntarnos si nosotros solemos adoptar esta conducta cuando nos sentimos amenazados por la verdad.
La actitud defensiva es cuando tratamos de contrarrestar o negar las críticas en áreas en las que nos sentimos sensibles.
Nuestro cerebro instintivamente entra en modo de » lucha o huida» cuando pensamos que estamos en problemas, lo que puede generar emociones abrumadoras como ira y ansiedad lo que puede crear una respuesta defensiva.
Cuando una persona actúa a la defensiva, es posible que no siempre interprete las amenazas con precisión, pero eso no quita la sensación de peligro que experimenta.
¿CÓMO ACTÚA UNA PERSONA QUE ESTÁ SIEMPRE A LA DEFENSIVA?
Por ejemplo, si una persona te dice algo que no te gusta, podrías arremeter contra ella porque sientes que te está criticando o atacando. La actitud defensiva se puede presentar a través de:
Es un mecanismo de defensa porque la persona se siente atacada. Los seres humanos tenemos una necesidad psicológica primaria de ser valorados e incluidos por los demás, de sentir que somos buenos y aceptados dentro del grupo.
Cuando hacemos algo mal, hay una sensación de amenaza a ser rechazados, juzgados o criticados, lo cual, si la persona es vulnerable emocionalmente, la hace sentir en riesgo de exclusión y trata a toda costa de recobrar su imagen defendiéndose no de lo que puedo haber hecho, sino del ataque percibido de parte de los demás.
Evitan asumir la responsabilidad no necesariamente porque quieran salirse con la suya (aunque es una posibilidad), sino principalmente porque hay una sensación de amenaza si asumen su falta. La persona que se pone a la defensiva puede estar sintiendo vergüenza, ansiedad, miedo o culpa.
Puede ser una conducta aprendida o una estrategia desarrollada, especialmente si se vivió una infancia hostil donde al hijo o hija se la hacía sentir culpable o responsable de los sentimientos de los adultos o los conflictos en la familia. A veces la defensividad ocurre cuando la persona está ocultando algo, la intención final es hacer que la otra persona pare o retroceda en sus acusaciones.
A continuación algunas características de comportamiento que puedes estar tomando:
La actitud defensiva crea puntos ciego. Cuando alguien responde a la defensiva, los problemas no se reconocen, las víctimas de un daño no se reconocen y las relaciones se deterioran. Si tu defensividad es hostil o muy constante, lastimas a otros y hacen que pierdan la confianza en ti, precisamente lo que querías evitar en primera instancia.
En ti mismo crea un patrón de respuesta. Puedes sentir que defenderse es empoderador, especialmente cuando usas a la ira como arma, pero la realidad es que tu comportamiento está siendo alimentado por la reactividad. Tus propios sentimientos de falla, vergüenza y miedo a la exclusión son los motores de tu comportamiento y no un fuerte sentido de autoestima que te hace poner a los otros “en su lugar”.
Si alguien se está poniendo a la defensiva, lo peor que puedes hacer es ponerte más hostil o incluso decirle: “Ya ves, luego luego te pones a la defensiva”. Cualquier interacción que haga sentir a la otra persona amenazada hará que se ponga aún más defensiva o hasta hostil.
Trata de crear un espacio en donde ambos quieran seguir hablando, escuchando y colaborando en la solución de lo que sea que esté pasando. Céntrate en lo que pudo estar mal, no en acusar a la persona. Evita generalizar con los tú nunca, tú siempre, etc.
Si eres tú quien se pone a la defensiva es posible que ya te hayas dado cuenta que es una respuesta bastante común en ti. Trata de hacer una pausa de unos cuantos segundos antes de responder para que tus emociones tengan un momento para nivelarse.
Dirige temporalmente tu atención a otro lugar que no sea la otra persona; mira tus manos, por ejemplo: Luego antes de dar una respuesta pide algo de tiempo diciendo: “Dame un momento para poder ofrecerte una respuesta sensata”.
Otros consejos prácticos pueden ser:
Fuente: Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach. TW: @marioguerra