Aunque es algo que nadie quiere pensar, podemos irnos antes que nuestras mascotas y la relación que tenemos con ellos se ve terriblemente afectada, pero ¿qué pasa por sus mentes? ¿qué emociones sienten? ¿cómo podemos ayudarlos si ambos perdimos a un ser querido?
Desde el rescate hasta el acompañamiento, los perros son los animales más cercanos a los humanos. La relación nació (de acuerdo con el MIT) cuando los lobos se acercaron a comer los desechos o sobras de los humanos agricultores, es decir que comían carne pero incluían vegetales y granos.
Esta domesticación y acompañamiento, no sólo forjó una relación duradera, sino el cambio físico de los perros -un claro ejemplo es su rostro que muestra gestos humanos-, la alimentación e incluso el comportamiento, creando casi una simbiosis entre los humanos y los canes, sin importar la raza o de dónde provienen.
Aunque ha sido una relación bastante compleja -desde la caza, peleas de perros e incluso en las guerras-, actualmente se ha mejorado bastante, ya que entendemos que los animales tienen sentimientos, emociones y derecho a una buena vida, es por esto que ahora toma mucha más fuerza el entender qué pasa por sus mentes.
A diferencia de los cerebros humanos, los cerebros caninos no conocen el concepto de muerte, pero sí el concepto de ausencia, de acuerdo con un estudio publicado por la revista Nature, explica que: «se considera que los perros domésticos normalmente no ven o lo hacen brevemente, al difunto, entonces solo se podría evaluar la reacción a la separación del individuo vinculado. Desde una perspectiva biológica, la exhibición de patrones de comportamiento similar al duelo en los perros podría verse como una respuesta a la separación de una figura de apego».
«Además, solo si la exposición al cuerpo resultó en una diferencia significativa en comparación con el estrés de separación «simple», entonces podríamos comenzar a hablar de una reacción similar al duelo». Es decir que los perros pueden tener actitudes de tristeza o comportamientos extraños por no ver a la persona que veía regularmente, no tanto por ver el cuerpo, ante esto puede presentar: nerviosismo y miedo.
Lo primero que tenemos que hacer es entender que este «luto» puede ocurrir por dos situaciones: extrañar a la persona que murió y la empatía que tiene el perro a sus humanos cercanos, creando una actitud mucho más triste.
Por lo tanto, lo que se debe hacer es tratar de estar cerca del perro, abrazarlo, tratar de jugar con él, alimentarlo y literalmente «apapacharlo» durante el periodo de duelo. Los expertos no aconsejan el que se adopte otro perro para «acompañarlo en la pérdida», ya que el tener alguien externo en su ambiente, puede generar más estrés.
El duelo en los perros puede durar desde algunos días hasta meses enteros, lo más recomendable es tener paciencia y acompañar a los animales durante este periodo.
A continuación te contamos algunas historias que han conmocionado al mundo sobre la fidelidad de algunos perros a sus humanos muertos: