Les traje a Sean Grover a que nos hable sobre cómo es que podemos detectar algunos pensamientos que se forman por todo lo que hemos escuchado sobre nosotros y sobre cómo somos.
Son distorsiones cognitivas, o sea, estás formas en que nuestra mente nos convence de algo que no es realmente cierto y verdadero. Estos tipos de pensamientos y por consecuencia mentalidades inexactas las usamos para reforzar los pensamientos y emociones negativas diciéndonos mentiras que suenan verdaderas, racionales y precisas; pero en realidad solo sirven para mantenernos sintiéndonos mal con nosotros mismos.
Los patrones de pensamientos nocivos o tóxicos pueden desarrollarse a partir de un trauma, una lesión y una negligencia.
El pensamiento tóxico actúa como un veneno, un veneno que tiene un efecto dominó negativo en todos los aspectos de tu vida.
No solo afecta tu desempeño, capacidad de liderazgo y productividad en el trabajo, sino que también daña tus relaciones personales con los demás. Su OBJETIVO es alejar a las personas de ti y seguir enfermando tus emociones.
Cada mentalidad tóxica perpetúa el mismo resultado infeliz, un fenómeno que Sigmond Freud llamó la «compulsión a la repetición». En otras palabras, repite lo que le es familiar, incluso si no es saludable, el típico “Me tropecé con la misma piedra”.
La «compulsión a la repetición» es un proceso que no puede ser reprimido y de origen inconsciente. Uno compulsivamente va repitiendo determinadas historias aunque no lo quiera hacer.
Esto sucede porque se tiene la intención de que el resultado sea otro. Lo que pasa es que si uno no corrige su base emocional y no sabe bien porqué suceden estas cosas, inevitablemente va a seguir haciendo lo mismo y el resultado va a ser igual.
¿Por qué cuesta tanto evitar determinadas situaciones cuando uno es plenamente consciente de que se está equivocando?: porque no puede hacer otra cosa porque no tiene elementos para salir de ese «círculo vicioso».
El deseo de resolver el patrón malsano. Este deseo contiene una enorme energía de cambio. Un terapeuta capacitado aprovechará esa energía, desafiará su mentalidad tóxica y lo dirigirá a tomar nuevas decisiones que producirán resultados diferentes y pondrán fin al ciclo de repetición compulsiva.
En estos casos, la reflexión y el análisis introspectivo son unos de los primeros pasos para avanzar, ya que en el reconocimiento se abre todo un universo que poco a poco ayuda a quien está siendo «víctima» de esto.
Cada uno debería preguntarse y poner un límite a esa repetición. Debe decidir dejar de sufrir y encontrarle una vuelta a la vida porque no estamos acá para pasarla mal. Como poeta y defensor de la paz budista, Daisaku Ikeda escribe en su libro La sabiduría para crear felicidad y paz: “Cuando nos dejamos gobernar por actitudes tan negativas, somos como un avión que ha perdido su dirección en una densa niebla. No podemos ver nada con claridad».
Aunque existen docenas de tipos de terapia, las dos más comunes son la terapia individual o grupal. Para problemas extremos del estado de ánimo, como depresión o ansiedad abrumadoras , la terapia individual es una opción ideal. Para aprender a construir relaciones saludables o superar las luchas con la adicción o los comportamientos impulsivos, no se puede vencer el poder de la terapia grupal semanal.
Fuente: Sean Grover, Psicoterapeuta, orador y escritor con más 25 años de experiencia trabajando con niños y adultos. Dirige una de las mayores prácticas de terapia grupal en los EU. Ha sido entrevistado y citado para medios como: The Economist, The Wall Street Journal, Newsweek, The Washington Post, ABC News, NBC News sobre temas de relaciones entre padres e hijos. Autor del libro “When kids call the shots”. También es autor de un blog para Psychology Today, con más de 4 millones de lectore.
TW:@GroverSean // FB: Sean Grover // seangrover.com