Invité a Marcela Escalera para que les cuente cómo darse cuenta de los errores que están haciendo como padres y cómo hacerle para cambiarlos y no repetir patrones de crianza, especialmente si tuvieron una infancia difícil.
Todos hemos pensado o jurado en algún momento que vamos a ser papás completamente diferentes a nuestros papás… pero de pronto te descubres a ti mismo haciendo lo mismo… ¿Por qué?
Porque imitamos a nuestras figuras más importantes. Ejemplo: Consciente o inconscientemente consideras como ‘lo mejor’ todo aquello que viene de tus padres, y esto es lo que replicas aunque no necesariamente sea ‘lo mejor’.
Porque las dinámicas generan alianzas y sentido de pertenencia. Ejemplo: En esta familia los hombres son mejores que las mujeres, nuestra familia está en contra de la otra, aquí todos aguantamos las bromas, aquí todos somos delgados o deportistas o inteligentes, etc.
Cuando se ha vivido violencia te puedes identificar con el agresor. Ejemplo: Aprendo a “atacar” antes de ser atacado, justificándolo (si yo no hubiera dicho eso no me hubiera pegado, se pone de “pechito”).
Cada familia protege y perpetúa ciertas creencias. Ejemplo: Es normal que una persona pierda el control, si no grito no me obedecen, etc.
Porque es lo que conocemos y nos da miedo el cambio. Ejemplo: A mí me daban un buen pellizco y ve, soy bastante “normal”.
Nuestros hijos aprietan nuestros botones emocionales y detonan respuestas que están en nuestro inconsciente, por ejemplo:
Se mezclan nuestras creencias, lealtades y patrones familiares con los de nuestra pareja y eso es otro detonante:
Y entonces tendemos a protegernos a nosotros mismos de lo que sentimos y salen esas respuestas sin darnos cuenta, y en la relación de pareja vamos a jalar al polo opuesto… y en medio quedan nuestros hijos.
Sea cual sea el motivo, en todos estos casos hay un común denominador: Falta de autoconciencia. Cuando actuamos como “no quisiéramos actuar” es porque no hemos pasado por el proceso emocional de llorar y sentir lo que nos movió eso que hicieron nuestros papás: una cosa es pensarlo racionalmente, quizá hasta “entenderlo” y otra cosa es hacer un trabajo personal: con conciencia, auto-reflexión y esfuerzo, podemos romper esos patrones y desarrollar nuestras propias formas saludables de pensar y comportarnos.
Reconócelo y acéptalo: los amas pero te aprietan botones. Está bien. Así es. Cuando aceptas que es algo tuyo y no es algo de “ellos”, entonces tú puedes decidir qué hacer con eso. Atrévete a sentir, a sacar y a decirte a ti mismo lo que mueve en ti, por ejemplo:
Observa cómo afecta a tus hijos: ¿Qué sientes? Tú eres el adulto, tú eres responsable de la relación. Quienes están a cargo sienten culpa si algo no funciona y la culpa ¡está bien!, por ejemplo, si tú cocinas, si eres jefe de una empresa, si eres director: tú eres responsable y tú sientes culpa. ¡Siente tu culpa! Escríbela, cántala, platícala, baílala! Invítala! Ante tus emociones no te paralices, muévete y decide qué hacer con tus reacciones, di cosas como:
Elige qué quieres cambiar: Sé realista, no vas a dar “el cambio total”, sino un paso a la vez, ¿qué sí puedes cambiar?. Por ahora sólo voy a cambiar mi tono de voz, voy a checar la impulsividad, voy a evitar el sarcasmo, Voy a tratar de poner límites con el dinero, me voy a checar cuando tenga ganas de castigarlo con mi silencio, voy a estar atenta a mi mirada crítica.
Trata de hacer o decir algo diferente: Busca momentos no tan intensos para practicar. Elige cuando no estés demasiado movido. Por ejemplo al principio te vas a dar cuenta cuando ya lo hayas hecho o dicho, luego mientras lo estés haciendo y luego antes de hacerlo o decirlo, y ese es el camino, poco a poco con compasión.
Busca apoyo: Habla con amigos, familiares o un profesional. Y protege a tus hijos de tus heridas haciéndote TÚ cargo de tus reacciones.
Especialista: Marcela Escalera. Directora del Instituto Neufeld Español.
IG Y FB: @marcelaescaleraoficial / www.conectaserpadreshoy.com // WEB: www.marcelaescalera.com / Whatsapp: 55 61 88 72 78