Aquí les damos los tres pasos para detectar la pseudociencia sin perder la fe (ni la dignidad) en las redes sociales.
Vivimos en la era donde una señora en Instagram puede curarte el colon irritable con cuarzos y “vibración cuántica”, y un coach sin licenciatura te promete sanar los traumas de tu tatarabuela con solo pensar “positivo” y beber agua bendita del Himalaya. Todo muy mágico… todo muy sospechoso.
3 cosas que delatan a la pseudociencia…
Y como sabemos que allá afuera hay más humo que libros de ciencia, les armamos esta mini guía para detectar pseudociencia antes de que suelten la tarjeta.
No dejen de leer: Frases que revelan nuestras heridas de la infancia
Paso uno: ¿Suena demasiado bonito para ser verdad? Pues lo es.
Si algo te promete absolutamente TODO: curarte, alinearte, elevarte, rejuvenecerte, traerte al ex arrepentido y además sin efectos secundarios. Sorpresa (para nadie) tienes frente a ti un vende humo profesional “Este suero vibracional con memoria celular elimina la ansiedad, los tumores emocionales y el karma heredado”. Ajá, y también plancha la ropa y te cocina arroz.
No estamos diciendo que todo lo alternativo sea una estafa, pero si una solución mágica te promete resultados sin esfuerzo, sin evidencia, sin explicar cómo… bandera roja. Lo único que están alineando es tu cartera con su cuenta bancaria.
Dato serio para romper corazones: El gobierno de Australia analizó más de 1,800 estudios sobre homeopatía y concluyó lo siguiente: no sirve para nada. Cero. Nulo. Nada. Solo existe el placebo y un frasquito bonito. Pero oye, qué bonito vibra.
Paso dos: ¿Quién respalda esto? ¿Tu primo o un estudio real?
La frase “esto lo dice la ciencia” ha sido secuestrada por gente que no distingue entre una célula y un chakra. Todos dicen tener “estudios”. Pero… ¿cuáles? ¿Dónde están? ¿Quién los hizo? ¿La Universidad de San Algo?
Consejo rápido: si no puedes encontrar el estudio en Google Scholar, PubMed o al menos en una revista científica, probablemente te están vendiendo aire con aroma a eucalipto.
No dejen de leer: TEST: ¿Estás reprimiendo tus emociones sin darte cuenta?
Paso tres: Palabrería con bata blanca.
La pseudociencia que se disfraza de ciencia usando palabras complejas que no significan nada, pero suenan inteligentes. Biofrecuencia cuántica, armonización del ADN, reseteo celular cuántico, modulación de las vibraciones del electrón de tu alma. O sea: nada.
Un clásico de este rubro: “Este dispositivo cuántico analiza tus vibraciones interiores y corrige la distorsión electromagnética de tu ser”. Solo 1,500 pesos la sesión, pero con eso te desbloquean todos los traumas de tus vidas pasadas…
Si a ustedes no les ha pasado, qué suerte. Pero más de uno ha terminado sentado con audífonos conectados a una caja con lucecitas que suena como microondas, mientras alguien en bata blanca les explica que están eliminando sus “toxinas emocionales”. Mientras tanto, tú solo piensas: ¿y si lo que necesitaba era un abrazo?.
Cómo NO caer:
- Si promete milagros sin esfuerzo, sospecha.
- Si dice “lo dice la ciencia”, pide fuentes (y que no sea un TikTok)
- Si te suena a tecnomagia, probablemente es puro show con nombres rimbombantes.
Y por favor, háganlo por el bien colectivo: no alimenten al vendehumo. Porque luego se reproducen. Uno los recomienda, otro les cree, y en tres semanas tenemos otra secta que cree que con imanes en los pies puedes curar el insomnio…
No dejen de leer: Estudios médicos para los hombres que se tienen que hacer
¿Y entonces no podemos creer en nada?
Claro que sí. Hay muchas terapias alternativas que pueden ayudar en lo emocional, en el bienestar, en sentirnos mejor… siempre y cuando no prometan curarte el cáncer con luz azul y un cuarzo.
Tener una mente abierta no significa tragarse todo. Significa saber distinguir entre una práctica que te aporta desde lo emocional, y un culto en desarrollo que está buscando donaciones en criptomoneda.
Así que la próxima vez que alguien les diga que el agua tiene memoria, que los electrones sienten tu tristeza o que pueden sanar su linaje con una infusión de lavanda y pensamientos cuánticos… sonrían. Y huyan.
O mínimo, pídanle el estudio. El de verdad. Porque la fe es poderosa, sí. Pero la ciencia tiene algo aún más mágico: funciona.
