Si no han escuchado sobre compliance, tienen que leer y escuchar el segmento con Martha Debayle, que les va a ayudar a entender cómo es que sus redes sociales pueden hacer que pierdan muchas cosas.
Todos tenemos presencia en redes sociales y, por lo tanto, vivimos en un mundo donde lo público y lo privado se fusionan en un click, y es ahí donde entra el «compliance«. Donde una opinión personal puede convertirse en un trending topic global, o, por el contrario, un problema de cancelación.
Donde una imagen, un meme, un comentario, puede representar no solo a quien lo emite, sino a toda una empresa, una marca o incluso una familia. En esta era de hiperconectividad, ¿qué significa ser ético en redes sociales? Y ¿qué puede pasar en los peores casos? es ahí donde entra el compliance.
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¿Qué es lo correcto hoy en redes sociales? ¿Quién define lo ético?
Lo «correcto» en redes sociales desde una perspectiva empresarial se basa en la ética de la organización y en el marco legal vigente. La empresa es la que define lo ético a través de su código de conducta, sus políticas de redes sociales y su cultura corporativa.
Estas directrices establecen lo que se espera de sus empleados, tanto en cuentas corporativas como personales, para proteger la reputación, los valores y los activos de la empresa.
Sin embargo, este marco interno debe estar alineado con las expectativas sociales y los estándares del mercado. Una empresa que ignora las normas éticas de su industria o de la sociedad corre el riesgo de generar un conflicto de valores que puede afectar la confianza de clientes e inversores.
¿Hasta dónde llega mi derecho a opinar, y dónde empieza la responsabilidad por lo que eso causa?
El derecho a la libre expresión es fundamental, pero no es absoluto. Desde el punto de vista del compliance, tu derecho a opinar termina donde comienza la responsabilidad por el impacto de tus palabras. Esto es especialmente crítico cuando una opinión:
- Viola la ley: Difamación, incitación al odio, divulgación de secretos comerciales.
- Contradice las políticas de la empresa: Si atacas a la marca, a sus productos, a sus directivos o a la competencia de forma desleal.
- Afecta la reputación corporativa: Aunque la opinión sea personal, si te identificas como empleado de una empresa, tus comentarios pueden ser vistos como una extensión de la marca. Un comentario ofensivo, discriminatorio o polarizador puede dañar la imagen de la compañía y afectar sus relaciones comerciales.
En esencia, la responsabilidad por tus opiniones surge en el momento en que estas tienen consecuencias negativas demostrables, ya sean legales, reputacionales o financieras, para tu empleador o para terceros.
¿Es justo cancelar a alguien por una opinión personal? ¿Y si representa a una marca, cambia la historia?
La «cancelación» es un fenómeno social que, desde el punto de vista empresarial, se traduce en un riesgo reputacional grave. Aunque la justicia de esta práctica es un debate ético, para una empresa, la situación cambia radicalmente cuando la persona representa a la marca.
Como individuo: Si una persona es cancelada por una opinión personal, la empresa debe evaluar el impacto de ese evento. ¿El comentario contradice los valores de la empresa? ¿El riesgo de que la controversia salpique a la marca es demasiado alto? La decisión de desvincularse o no es una gestión de crisis para proteger los intereses de la compañía.
Como representante de la marca: La historia cambia por completo. Un empleado que actúa como embajador de la marca (un directivo, un influencer contratado, etc.) tiene una responsabilidad mucho mayor.
Sus opiniones son indistinguibles de las de la empresa. En este caso, la cancelación se percibe como una reacción inevitable de la empresa para desvincularse de un comportamiento que no representa sus valores y para mitigar el daño a su imagen. La decisión no es sobre la «justicia», sino sobre la protección de la viabilidad del negocio.
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¿Somos las personas lo mismo que nuestras profesiones, cargos o empresas? ¿Podemos realmente separarlos?
Aunque en teoría somos entidades separadas, en la práctica, la línea es muy delgada. En la era de las redes sociales, tu identidad personal y profesional están intrínsecamente ligadas, especialmente si tu perfil es público o si te identificas con tu empleador.
Desde la perspectiva de compliance, no se pueden separar por completo. Lo que haces o dices como individuo puede tener un impacto directo en tu rol profesional y en la empresa para la que trabajas. Un comentario racista de un directivo, por ejemplo, no es solo una opinión personal; es una mancha en la marca y un riesgo para la reputación de la empresa.
Por eso, muchas políticas corporativas incluyen cláusulas que cubren el comportamiento de los empleados en redes sociales, incluso en sus cuentas personales. La empresa tiene el derecho legítimo de proteger su marca, su ambiente de trabajo y sus activos, y esto a menudo significa que el comportamiento fuera del horario laboral también es relevante. La separación total es un ideal que, en el mundo conectado de hoy, es difícil de lograr.
5 puntos para navegar con ética en las redes sociales
Es mejor prevenir que lamentar, así que lo mejor sera darles una serie de «consejos» para que pueden estar seguros a la hora de entrar a su otra vida en las redes.
Congruencia: Sé en redes quien dices ser en tu vida real
Es mejor ser honesto y evitar inflar demasiado nuestras vidas, después de todo a nadie le gusta las mentiras.
- El valor de la autenticidad: hoy, la transparencia es reputación. Lo que dices debe coincidir con lo que haces.
- Marca personal ≠ doble discurso: las contradicciones entre discurso público y vida digital destruyen confianza.
- Consejo: No existen horarios para la integridad. Tu marca personal es 24/7. Y si eres líder, aún más.
Siempre hay que procurar la transparencia, y que nuestras acciones sean lo más honestas posible, ya sea como individuo o como marca. Todos odian la doble moral.
Prevención: Pensar antes de publicar es un nuevo deber ético
Siempre es buena idea leer lo que estén a punto de publicar, tomarse unos segundos para revisar algo puede ser la diferencia entre la cancelación y un publicación más.
- Las redes tienen memoria infinita: lo que hoy parece inofensivo, mañana puede viralizarse con un nuevo contexto.
- Cultura del «posteo emocional»: muchas crisis reputacionales nacen por impulsos no pensados.
- Consejo: Antes de compartir, pregúntate: ¿Esto construye o destruye? ¿Lo podría explicar frente a un juez, mi jefe o mi abuela?
Mejor prevenir que lamentar, ¿no? Recuerden que hoy en día una mala publicación es capaz de acabar con vidas y reputaciones, ya sean de individuos o marcas.
Reglas claras: Las políticas digitales ya no son opcionales
Deben ser claros y estudiar cualquier trending que quieran usar. Cualquier error (por más honesto que pueda ser) será visto por las masas no como un error, sino como muestra de posible odio.
- Tener reglas no es censurar, es guiar: Las personas necesitan saber qué pueden o no compartir en nombre de una organización.
- El silencio de una empresa también comunica: Si no hay línea clara, cada quien interpreta a su manera.
- Consejo: Si sus empresas no tiene una política de redes, están navegando sin brújula. Es urgente establecer líneas rojas y zonas de libertad.
La ignorancia no excusa nada, es mucho mejor si se informan antes de publicar cualquier cosa y así evitar cualquier problema.
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Monitoreo: No se trata de espiar, sino de acompañar
No hay nada de malo en prestar atención y tener cuidado con los contenidos que se publican; es una prevención que se toma para evitar cualquier problema.
- La escucha activa es una herramienta ética. Permite detectar alertas sin invadir la privacidad.
- Las crisis digitales se incuban en silencio. Monitorear redes puede evitar incendios reputacionales.
- Consejo: Lo que no se monitorea, se descontrola. La supervisión ética permite corregir antes de que explote.
Nunca faltan los casos de descontrol, de respuestas atrasadas o un control de daños nefastos, por lo que la mejor manera de actuar es con la prevención.
Sanciones: La ética también requiere consecuencias
No hay crimen sin castigo, toda acción mala debe ser respondida y poner el ejemplo para limpiar la reputación tanto personal como de la marca.
- Sin consecuencias, no hay cultura ética: tolerar lo intolerable envía el mensaje equivocado.
- Las cláusulas de moralidad existen para proteger la coherencia de una marca o institución.
- Consejo: una cultura ética no se sostiene sólo con palabras bonitas, necesita respuestas claras cuando se cruzan límites.
Y es justamente esta la razón por la que es mejor caminar con extremo cuidado en las redes, porque las consecuencias nunca son «ligeras».
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La realidad de nuestra segunda vida
Hoy pueden ser desconocidos, y en minutos virales. Pueden trabajar tras bambalinas, y mañana estar en el centro del escenario digital. Las redes sociales no son solo entretenimiento: son ventanas al alma ética de las personas, empresas o países. Pero pregúntese: ¿Qué mensaje están dejando con sus voces digitales?
La ética no es censura, es consciencia. Cumplir no es solamente legal, es actuar con integridad cuando nadie te ve y especialmente llevar una buena vida en cualquiera de las dos.
Especialista: Adriana Peralta. Empresaria, activista, escritora y experta en compliance. CEO y fundadora de Ethics & Compliance Bureau, organización dedicada al diseño, implementación y asesoría en la creación de cultura de integridad y ética corporativa. Miembro de la Asociación de Abogados de Empresa (ANADE). Autora del libro “Compliance en México, el antídoto contra la corrupción”.
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