¿Cuáles son las creencias que están creando o arruinando su vida? Estas son algunas que nos comparte Ariel Grunwald.
Seguro han escuchado varias frases en sus casas o con sus familiares que podrían estar arruinando su vida y es que sin querer a veces nos compramos las visiones de vida de los demás sin poner atención a lo que realmente es importante en su vida.
Creencias que están está creando (o arruinando) tu vida
La mayoría de las personas cree ser libre, pero en realidad vive bajo el control de sus creencias, que funcionan como un software mental. Estas creencias actúan como filtros invisibles, moldeando nuestra percepción de la realidad, nuestras reacciones y el nivel de felicidad que creemos merecer. No es un concepto esotérico, sino una explicación de cómo el cerebro interpreta el mundo desde el fondo de la conciencia.
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Ejemplos de creencias limitantes
“No soy suficiente.”: La más común y la más tóxica. Se disfraza de perfeccionismo, autoexigencia o necesidad de aprobación. Sabotea logros porque ninguna meta alcanza para compensarla.
“El dinero corrompe.”: Impide prosperar con tranquilidad. Quien la tiene suele rechazar oportunidades o sentirse culpable por tener éxito económico.
“El amor verdadero duele.”: Vincula el afecto con el sufrimiento y normaliza relaciones disfuncionales. Quien la cree confunde intensidad con conexión.
“Ya es demasiado tarde para mí.”: Desactiva la posibilidad de reinventarse. Es una forma elegante de rendición: quien la repite, deja de intentar antes de fallar.
“Si descanso, fracaso.” Creencia moderna, hija del culto a la productividad. Hace que la persona asocie el descanso con culpa y viva agotada creyendo que “rendimiento” es igual a valor.
“Las cosas buenas no duran.” Programa la mente para anticipar pérdidas. Así, el miedo al final arruina incluso los comienzos.
“No puedo confiar en nadie.” Crea un muro invisible que impide vínculos genuinos. Protege del dolor, pero también del amor.
“Para merecer amor, tengo que complacer.” Hace que la persona viva adaptándose a los demás y olvidándose de sí misma. Gana aprobación, pero pierde autenticidad.
“Las emociones son una debilidad.” Desconecta a las personas de su mundo interno. Genera rigidez, frialdad y somatizaciones físicas porque lo que no se siente, se acumula.
“Ser espiritual significa no enojarse.” Cree que “evolución” es lo mismo que “reprimir”. Confunde calma con desconexión y acaba creando culpa por sentir lo humano.
El arte del autogobierno
El autogobierno es la capacidad de dirigir la propia vida sin ser arrastrado por el miedo, la culpa o los automatismos del pasado. No es hacer lo que se quiere, sino saber por qué se quiere.
Cuando una persona logra observar sus pensamientos sin obedecerlos ciegamente, comienza a recuperar su libertad interior. Sin autogobierno, la mente se convierte en un tirano amable: convence, justifica y repite, pero no deja espacio para la consciencia.
La tiranía de las creencias invisibles
Una creencia es una interpretación emocional de la realidad asumida como verdad. No tiene que ser cierta para ejercer poder. Frases como “no soy suficiente”, “el amor siempre duele” o “si descanso, fracaso” son ejemplos de programas mentales que moldean comportamientos y percepciones.
El cerebro, incapaz de distinguir entre lo imaginado y lo real, reacciona fisiológicamente ante las creencias. Si una idea se repite lo suficiente, se convierte en hábito, emoción y destino.
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¿Cómo se instalan las creencias?
Las creencias se instalan desde los primeros años de vida, cuando la mente infantil opera en un estado hipnótico y absorbe información sin filtros. Durante la infancia, las palabras de los padres, las actitudes del entorno y las normas culturales se registran como verdades absolutas.
Esos códigos emocionales permanecen activos durante toda la vida, a menos que sean cuestionados conscientemente.
La necesidad de creer
El cerebro humano busca certeza incluso cuando esta es falsa. Prefiere una creencia limitante a la incertidumbre del no saber. Las creencias, por dañinas que sean, ofrecen estructura y sentido, mientras que la conciencia exige tolerar el vacío y la ambigüedad.
Permanecer un momento sin aferrarse a ninguna idea es un acto de valentía interior: el punto de partida de la libertad.
Las creencias “bonitas” que encadenan
Existen creencias colectivas que parecen positivas o espirituales, pero que en realidad perpetúan la culpa o la pasividad. Expresiones como “todo pasa por algo” o “si sufres, creces” pueden servir de consuelo, pero también anulan la responsabilidad personal. Bajo su aparente nobleza se esconde la idea de que el dolor o la espera son necesarios para merecer plenitud.
Pensamiento mágico y evasión
El pensamiento mágico consiste en creer que basta con desear o visualizar algo para que ocurra. Este enfoque, aunque popular, puede derivar en tres síntomas claros: negación de la realidad, pasividad disfrazada de fe y frustración constante ante los resultados. La auténtica espiritualidad no consiste en manipular la realidad, sino en observarla sin ilusión ni resistencia.
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¿Cómo una creencia puede sabotear una vida entera?
Las creencias suelen manifestarse en patrones repetitivos. Quien sostiene la idea de que “no merece amor” atraerá relaciones que confirmen ese guion; quien cree que “el dinero corrompe” saboteará sus oportunidades económicas. No se trata de destino, sino de coherencia inconsciente: la mente busca constantemente confirmar lo que ya cree.
Detectar el guión viejo
Una pista infalible de que una persona está actuando desde una programación antigua es la desproporción emocional. Cuando una reacción es más intensa que el hecho que la provoca, el presente ha sido secuestrado por un recuerdo. Reconocerlo no implica debilidad, sino consciencia: es el momento en que el observador interno despierta.
Espiritualidad y método científico
La observación consciente tiene mucho en común con el método científico. Ambos se basan en experimentar, no en creer. Aplicar esta lógica a las creencias implica ponerlas a prueba: observar qué ocurre si se suspenden temporalmente. La evidencia no viene de la teoría, sino de la experiencia directa. Solo entonces se revela qué es verdad y qué es programación mental.
Vivir más allá de las creencias
Cuando una creencia se disuelve, no queda un vacío sino un estado de presencia. Vivir desde la consciencia significa actuar desde la percepción del momento, no desde los recuerdos o los miedos. Es una forma de existencia más ligera, lúcida y creativa. Sin la carga de las viejas narrativas, la vida se vuelve laboratorio, no repetición.
Especialista: Ariel Grunwald. Mentor espiritual y coach de desarrollo personal con más de 25 años de experiencia. Especialista en Kabbalah y principios universales para el autodescubrimiento y la transformación personal.
IG: @ariel.grunwald / WEB: www.ariel-grunwald.com