50% de las personas en México cree que existe la vida después de la muerte, y el 92% de las personas en México sabe que el 1 y 2 de noviembre se celebra el día de muertos.
Halloween significa «All hallow’s eve», palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa «víspera de todos los santos». Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas.
La celebración del Halloween se inició Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble.
Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.
Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.
En las culturas antiguas como la China y Egipcia el culto a los muertos es un símbolo de unidad familiar. Les rendían culto construyendo templos y pirámides.
Los antiguos egipcios creían que el individuo tenía dos espíritus. Cuando fallece, uno va al más allá y el segundo queda vagando en el espacio, por lo que tiene necesidad de comer. Este espíritu era quien recibía las ofrendas.
La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico de los aztecas, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la recolección o cosecha.
En la cultura Náhuatl se consideraba que el destino del hombre era perecer. El culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la religión de los antiguos mexicanos. Creían que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor.
La ofrenda del Día de Muertos es la esperanza viva de convivir al menos por un día con quienes desde lejos, de un lugar muy lejano y remoto. Se les permite «regresar a la tierra». Las ofrendas que se ponen dentro del altar son las siguientes:
Los elementos que debe tener un altar son:
Fuente: Daniel Muñoz, periodista e investigador