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Lo bueno y lo malo de las groserías

Las groserías nos liberan y sirven muchas veces mejor que mil palabras para explicar las cosas y se convierten también en una adaptación al lenguaje.

enero 11, 2018

Álvaro Gordoa
consultor en Imagen Pública, director y docente del Colegio de Imagen Pública.
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Dice la Real Academia de la Lengua Española:
Palabrota: Dicho ofensivo, indecente, grosero.
Grosería:
1) Descortesía, falta de atención y respeto
2) Tosquedad, falta de finura y primor en el trabajo de manos
3) Rusticidad, ignorancia

• Hay que tener gracia para decirlas. No hay nada peor que una persona a la que se le escuchan las groserías forzadas, pues te das cuenta de inmediato que no le están saliendo del corazón, pues se ven estudiadas y fuera de lugar.
• Todos los seres humanos decimos groserías, comprobado por la Universidad de Kiel y APS (Association for Psychological Science) en la cual dicen que “entre un 0.5% y un 0.7% de las palabras que decimos todos los días, son groserías”. Decimos más groserías cuando estamos solos y nuestro diálogo interno llega a ser formado por un 20% de malas palabras.
• Guste o no, si un hombre se ve mal diciendo groserías cuando no vienen al caso, una mujer se ve mucho peor.
• Bienvenidas groserías en algunos contextos, únicamente si son para expresar emociones, prohibidas todas las groserías en el tema de imagen pública que sean insultos o para atacar.

Estas son las 6 señales, para ubicar a una persona fake. 

• Hay de groserías a groserías. Hay groserías tolerables socialmente, hasta cierto nivel, como todas las que tienen que ver con “madre” (menos la que te la recuerda), como por ejemplo: “a toda madre”, “su perrito chihuahua es una madrecita así”, “sabe a madres”, o simplemente “¡¡¡madres!!!”.
• En el siguiente nivel se encuentran las groserías acortadas como “uuuuta”, “caon” o “che” (“uuuuta, che frío hace, caon”) o el clásico “ulereeeeeero, uleeeeeero” del estadio, estas también se toleran.
• Escatológicas y relacionadas con “mamar”: “es cagante”, “mierda”, “no mames”, “es un mamón”; pueden ser permitidas.
• Insultos: “pendejo, cabrón”… Groserías o expresiones en otros idiomas o de otras latitudes: “Fuck”, “coño”, “carajo”.
• Algunas son más explícitas, por lo tanto hay que saber con quién decirlas y cómo decirlas para no ofender; éstas serían las groserías anteriores completas o las variaciones de la palabra que te dicen cuando te mandan a chiflar a tu “pin pon papas”. Y ya por último tenemos “The V Word” que hay que conservar en nuestros círculos más íntimos.
• Hay lugar y tiempo para todo. Si bien los tiempos han cambiado, en el proceso de atracción entre hombres y mujeres, no hay mujer a la que le guste que le falten al respeto.

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• A las personas con quienes aún tienes una formalidad de llamarlo de usted, mantenla y evita las groserías a toda costa.
• Con quienes no debes decir groserías: papás, abuelos, tíos mayores, novio o novia (al referirte a ellos), suegros, jefes y los niños pequeños. Con los demás procura que las groserías vengan al caso y no rebases el límite de la buena educación, recuerda que puede dañar tu imagen pública al máximo.
• Association for Psychological Science junto con la Universidad de Kiel hicieron un estudio que confirma que decir groserías entra como una forma de analgésico a través del estrés, liberan endorfinas y hacen que disminuyan los dolores. Para esto pusieron a muchas personas con las manos en agua helada y las personas mientras pasaban el tiempo iban diciendo “mierda”, “carajo”, mientras ellos monitoreaban cómo generaban endorfinas y aguantaban mucho más. La mala noticia es que quienes más groserías decían en su vida común, las groserías ya no les hacían efecto y eran los que menos aguantaban. En el momento en que tu abusas del recurso y se convierte en parte de tu lenguaje habitual y no en una expresión de una emoción, se descarga de todo el efecto y se convierte únicamente en una palabra más para ti que afecta tu imagen pública.

enero 11, 2018