Viene el Dr. Iván Martínez-Duncker, nuestro especialista en Biología Molecular a hablarnos del caso de Kathleen Folbigg, una mamá australiana que pasó 20 años en la cárcel por la muerte de sus cuatro hijos y que gracias a un grupo de científicos se descubrió que los bebés tenían una mutación genética que los mató.
Cada célula del cuerpo humano contiene 23 pares de cromosomas, que son los portadores de información genética, la mitad de los cromosomas proviene de la madre y la otra mitad del padre. El par 23 determina el sexo, siendo las mujeres XX y los hombres XY. Los cromosomas contienen miles de genes que son responsables del desarrollo, crecimiento y funcionamiento del cuerpo.
Existen dos tipos principales de anomalías cromosómicas: numéricas y estructurales:
Estas anomalías pueden ocurrir durante la formación del óvulo o del espermatozoide, así como en las etapas tempranas del desarrollo fetal. Factores como la edad de la madre y el entorno pueden influir en la aparición de errores genéticos. Se pueden realizar pruebas prenatales para detectar ciertos tipos de anomalías cromosómicas, aunque no todas pueden ser detectadas.
Las anomalías cromosómicas pueden tener diversos efectos en el individuo, desde síndromes como el de Down hasta abortos espontáneos, enfermedades y problemas en el crecimiento o desarrollo. Las aneuploidías, que implican un número anormal de cromosomas, son el tipo más común de anomalía cromosómica. Algunos ejemplos son el síndrome de Down (trisomía 21) y el síndrome de Turner (45, X).
Las anomalías cromosómicas pueden tener un impacto significativo en el desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano, y su detección temprana puede ser fundamental para un adecuado manejo y cuidado de las personas afectadas.
En 2003 Kathleen Folbigg, madre australiana, fue condenada por las muertes de sus cuatro hijos: Caleb, Patrick, Sara y Laura entre los años 1989 y 1999, el primero, Caleb, había muerto a los 19 días de edad, tras ser diagnosticado con una anomalía congénita de la laringe.
El segundo, Patrick, a los 8 meses por una obstrucción respiratoria debida a una encefalopatía, Sarah, la tercera hija, había muerto a los 10 meses, tras ser tratada de un resfriado con inflamación de laringe. Laura, a los 18 meses, tras una infección respiratoria, en este último caso, la autopsia reveló una miocarditis.
La muerte de Laura (19 meses) alertó a la policía por ser la cuarta hija que se le moría a Kathleen, e iniciaron una investigación que terminaría en la condena de Kathleen por asfixiar a sus hijos.
Kathleen siempre dijo que era inocente, el grupo de defensa de Kathleen busca por todos los medios explicar la muerte de los 4 niños y logra interesar en el caso a un grupo de 100 científicos, particularmente a la Dra. Carola Vinuesa, inmunóloga española, quienes identifican la presencia de mutaciones en los 4 hijos:
El caso fue investigado y resuelto gracias a la especialidad de autopsia molecular. Esta especialidad consiste en detectar alteraciones genéticas que puedan dar respuesta al origen de la enfermedad que se está investigando.
Se ha convertido en una herramienta fundamental en la patología forense para el diagnóstico de diferentes entidades, y su aplicación ha sido principalmente en muerte súbita (MS) sin causa aparente, es decir, sin alteraciones a nivel macroscópico ni histológico.
Gracias a la creciente evidencia científica y la presión de la comunidad científica y de la Academia de Ciencias de Australia se logró revisar de nuevo el caso, logrando el indulto de Kathleen hace unos días debido a que ya no se podía sostener su culpabilidad más allá de una duda razonable. El siguiente paso es la anulación de la condena y declaración de inocencia por parte del juez que ha llevado el caso.
Fuente: Dr. Iván Martínez-Duncker, Especialista en Biología Molecular por el Instituto Pasteur de Francia. Médico Cirujano por la Escuela Médico Militar. Miembro fundador y presidente de la Sociedad Latinoamericana de Glicobiología.
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