10-cosas-que-lastiman-a-una-persona-autista

10 cosas que lastiman a una persona autista

¿Tienen a una persona autista cerca? Chance y es momento de tomar nota de estas cosas que podrían estar dañándolas.

julio 14, 2025

Aquí te dejamos una lista de cosas que lastiman a una persona autista y que muchas las haces sin darte cuenta.

El mundo neurotípico suele asumir que si no hay una crisis visible, todo está bien. Pero para una persona autista, muchas de las cosas que duelen pasan en silencio. No porque no importen, sino porque han aprendido a adaptarse, a “funcionar”, a seguir la corriente aunque por dentro estén al borde del colapso.

Son cosas que pueden parecer pequeñas desde afuera, pero que, en realidad, desgastan, saturan y lastiman un montón.

10 cosas que lastiman a una persona autista

Si conoces a alguien que esté en el espectro del autismo, es importante que tomes en cuenta estas cosas que podrían lastimarlas o sacarlas de su centro, y si notan que están de malas chance y esto les está pasando a ellos.

No entender lo que se está comunicando

Para una persona autista, las interacciones sociales pueden sentirse como un idioma con subtítulos bien chiquitos y mal escritos. Intentan entender lo que otros están diciendo, pero no importa cuánto esfuerzo pongan: no lo captan. Y no hablamos solo de palabras, sino de tonos, gestos, ironías, dobles sentidos. Sentirse como la única persona que no entiende lo que está pasando socialmente es desgarrador.

No dejen de leer: Dominen sus finanzas aunque crean que es una misión imposible

Dormir mal

Cuando una persona autista no duerme bien, el mundo se vuelve abrumador. Todo se intensifica: las emociones, los estímulos, el cansancio. No dormir lo suficiente no es solo estar de mal humor: es quedarse sin herramientas para lidiar con lo que el día va a exigir.

⁠La cantidad

Demasiadas personas. Demasiado ruido. Demasiadas demandas al mismo tiempo. La saturación sensorial y emocional puede ser brutal. Y lo peor es que muchas veces no tienen escapatoria. No siempre hay un lugar seguro para regularse. Y eso ufff, puede terminar en un colapso emocional. 

Dolor físico o enfermedad

Estar enfermo o con dolor reduce su tolerancia al estrés. Y para muchas personas autistas, identificar y describir lo que les duele no es tan simple. El cuerpo duele, el entorno duele, y encima no siempre pueden explicar qué está pasando. Eso, en sí mismo, es otra carga.

⁠Exigencias

Incluso si se trata de algo que quieren hacer, el simple hecho de sentir que tienen que hacerlo puede desencadenar una respuesta de ansiedad intensa. La sensación de demanda externa, aunque sea mínima, puede paralizar. No es desinterés ni flojera. Es un sistema nervioso en crisis y bajo presión.

Más interés:Tu hijo se siente solo, ¿y no lo sabes? 

⁠Tener que enmascarar por demasiado tiempo

Medirse. Ajustarse. Controlar gestos, palabras, movimientos. Pasar horas “actuando” para encajar en un entorno neurotípico agota a niveles que pocos imaginan. Y lo peor, muchas veces nadie se da cuenta del esfuerzo. Hasta que ya no pueden más.

Dificultades para regular la temperatura

No es solo que tengan frío o calor. Es que sus cuerpos a veces no logran equilibrar la temperatura. Y cuando eso pasa, lo sensorial se vuelve más difícil de manejar: el calor se siente más invasivo, el frío más doloroso. Es otra fuente de desregulación constante.

Demasiado estímulo o nada de estímulo

La sobreestimulación es agotadora. Pero la falta de estímulo también. Ambas pueden generar angustia, dolor físico, desconexión o una necesidad urgente de regularse. El equilibrio es clave. Y pocas veces el entorno lo permite.

⁠No poder identificar lo que están sintiendo

Saben que algo pasa. Pero no saben bien qué. Puede ser tristeza, miedo, vergüenza, cansancio… todo junto, todo mezclado. La confusión emocional no es drama. Es un síntoma real que genera muchísimo malestar.

⁠Cambios de rutina

Lo inesperado puede ser desestabilizante. Cambiar el plan, el orden, la estructura de algo que ya estaba internalizado puede causar un verdadero caos interno. No es que sean “cuadrados”. Es que necesitan estructura para sentirse seguros. La estructura los regula.

Emociones intensas que no logran regular

Las emociones no vienen suaves. Vienen como olas enormes y difíciles de surfear. Y si no hay tiempo, espacio o recursos para procesarlas, se quedan adentro… hasta que explotan. Lloran, se congelan, se alteran. No es exageración. Es falta de regulación emocional.

⁠Demasiadas instrucciones a la vez

Cuando reciben muchas indicaciones al mismo tiempo, pueden saturarse y bloquearse. Necesitan secuencia, claridad, pausas. Lo contrario solo genera harrrrta frustración.

Ruido constante

El zumbido de una lámpara, el murmullo de fondo, una licuadora prendida… Son sonidos que para la mayoría son “normales” o que de plano ni notamos, pero para una persona autista pueden ser insoportables. Y vivir así es como tener el volumen del mundo siempre a todo.

⁠No saber por qué están al límite

A veces no es un factor. Es todo. Falta de sueño, cambios, demandas, estimulación, emociones. Y de pronto, ya no pueden más. Colapsan. Pero como nadie “vio venir” nada, la respuesta suele ser incomprensión o juicio.

Artículos para ti: Guillain-Barré y la contaminación cruzada, ¿te pone en riesgo comer pollo?

¿Ya lo entiendes?

Nada de esto es “drama”, “capricho” ni “exageración”. Es lo que pasa cuando un cerebro distinto vive en un entorno que no está hecho para él. Y si no podemos cambiar el mundo entero de golpe, al menos sí podemos empezar por entender, validar y acompañar sin juzgar. Repetimos: sin juzgar.

Porque a veces, lo que más duele no es el ruido, ni el cansancio, ni las exigencias. Es que nadie parezca darse cuenta de lo mucho que eso puede lastimar.

Más interés:

únete a nuestra comunidad

julio 14, 2025