¿Les ha pasado que les llega una crítica y no les suena para nada lo que les están diciendo? Chance y lo que pasa es que se están autocriticando.
Ustedes no son lo que otros ven. Son lo que eligen creer de sí mismos. Punto. Cada vez que alguien les lanza un piropo, no están hablando de ustedes. Están hablando de sí mismos. Vuélvanlo a leer.
¿Te critican? Puede que se estén espejeando
Si alguien les dice que son la luz de su camino, que son como un rayito de luz en las mañanas o que su sonrisa huele a domingo… En realidad están revelando algo muy íntimo: cómo ven ellos el mundo. Están mostrando lo que traen dentro. Su sensibilidad. Su forma de interpretar.
Y eso, abracen a su ego antes de seguir leyendo: no es una radiografía exacta de ustedes.
Lo bueno es que esto aplica también para las críticas y juicios. Así que si los han juzgado sin conocerlos, o les han lanzado comentarios pasivo-agresivos o críticas disfrazadas de “consejo”, respiren tranquilos porque ¡bueno, eso tampoco habla de ustedes! Eso habla de la historia emocional de quien lo dice. De sus heridas, sus inseguridades, sus filtros rotos.
Así que no se dejen engañar por el disfraz: Ni los halagos ni los juicios son verdades absolutas. Son proyecciones. Reflejos. Son espejos ajenos donde ustedes no tienen por qué reflejarse si no quieren.
Ver belleza (o fealdad) es una confesión, no una descripción. Cuando alguien ve algo hermoso en ustedes, es porque tiene esa belleza dentro. Y cuando alguien lanza veneno, adivinen qué… Así que cuando los halaguen, sonrían. No por vanidad, sino por gratitud. “Gracias por mostrarme cómo ves al mundo”.
Y cuando los juzguen, hagan lo mismo: “Gracias por enseñarme con qué ojos interpretas la realidad. Pero no gracias”.
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¿Qué hacer con lo que nos dicen los demás acerca de nosotros mismos?
Fácil:
- No lo carguen si no les pertenece.
- No ajusten su forma de ser a ojos que no son suyos.
- No vivan en modo “quiero gustarle a todos”.
No estamos aquí para andar reaccionando a cada opinión (qué cansado y qué flojera). Estamos para elegir, con criterio, qué pensar, qué sentir y sobre todo: qué conservar. Así que lo que no nos cheque, bye bye bye. Y no, no se trata de volvernos fríos y repelentes a absolutamente cualquier comentario (bueno o malo). Se trata de volvernos conscientes.
La frialdad no es evolución, es desconexión. Lo que sí queremos proponerles es dejar de bajo la lupa de lo que otros opinan. Y otra vez: esto aplica para las opiniones buenas y malas. La identidad se construye desde adentro.
Desde la mirada que ustedes eligen tener hacia sí mismos… no desde la mirada del que apenas los conoció en un pasillo y ya se cree experto en su vida. Cada vez que sientan que alguien les tiró una etiqueta (linda o no), paren tantito. Respiren.Y pregunten se a sí mismos: Mi mismo, ¿esto me construye o solo me confunde?
Y si no sirve, déjenlo pasar. Así que próxima vez que alguien los elogie o los critique…en vez de reaccionar, respiren. Y decidan si eso se queda o se va. Ustedes deciden siempre.
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