El lunes 21 de abril murió el Papa Francisco a los 88 años y después de una serie de enfermedades.
Aunque su recuperación fue lenta, al final el cuerpo del Santo Padre no resistió, no sin antes cumplir con la misión de celebrar la Semana Santa y algunas celebraciones del Jubileo, una celebración que se realiza cada 25 años y que invita a los fieles a la renovación espiritual, la reconciliación y el encuentro con Dios.
¿De qué murió el Papa?
A mediados de febrero, el Papa Francisco fue hospitalizado debido a una bronquitis que le causaba problemas respiratorios.
Aunque al principio se minimizó la gravedad de su estado, poco después el Vaticano reveló que su situación clínica era «compleja», lo que sugería una estancia hospitalaria prolongada. Como resultado, se cancelaron sus compromisos hasta abril. Posteriormente, se confirmó que el Papa Francisco sufría de neumonía bilateral.
Para principios de abril, el Papa Francisco continuó recuperándose en la Casa Santa Marta y había mejorado bastante, no utilizaba oxígeno y había retomado parcialmente su agenda, con reuniones internas y revisión de documentos.
La última aparición del Papa fue el Domingo de Resurrección en el balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir la esperada bendición Urbi et Orbi, que marcaba el Domingo de Pascua.
De acuerdo con el periódico Il Messaggero explicó que “las indiscreciones que circulan en el Vaticano acreditan la causa del deceso por un ictus ocurrido en el contexto de un grave problema cardiocirculatorio”. También explicaron que el papa habría presentado un empeoramiento progresivo durante los últimos días, con respiración forzada y rigidez en un brazo durante su última aparición pública.
Así fue el anuncio de la muerte del Papa Francisco
A través del sitio Vatican News, el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, anunció la muerte del Papa Francisco, con las siguientes palabras:
«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre.
Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.
Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino«.
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