Hay una palabra que todas deberíamos grabarnos, y es el saber decir no. El aprender a decirlo y es que poner límites se vuelve un acto de amor propio
Vivimos en una cultura donde complacer parece un valor, y donde decir que no, se confunde con ser egoísta, fría o difícil. Pero les diremos algo: los límites no alejan a las personas correctas, solo filtran a las equivocadas.
Decir que no, no te hace mala persona
Nos enseñaron que para ser queridas hay que estar disponibles, que ser buenas hijas, buenas amigas, buenas parejas o buenas en lo laboral implica decir “sí” a todo. Pero llega un punto en la vida donde entiendes que decir que no, no es rechazo, es respeto, respeto por tú tiempo, por tu energía, por tu paz mental. Y eso, queridas, se llama madurez emocional.
Los límites son declaraciones de respeto a una misma
Poner límites no es construir muros, es dejar en claro hasta donde estamos dispuestas a hacer algo. Decir “esto no me gusta”, “esto no lo permito”, o simplemente “hasta aquí” no te hace dura, te hace clara.
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Si no marcas limites, los demás lo harán por ti
Cuando no saben decir que no, terminan agotadas, saturadas y con esa sensación de estar viviendo para todos menos para ustedes. Decir sí por miedo a decepcionar es decirle no a tu bienestar, y si no protegen su energía, alguien más la va a consumir sin culpa.
El “no” que libera
Cada vez que decidimos decir no a cosas que nos hacen daño, o cosas con las que ya no estamos de acuerdo, nos centramos, nos liberamos y nos hacemos conscientes de decisiones que nos generan bienestar a nuestra vida a un mayor plazo.
Y siempre acuérdense
Aprender a decir que no y marcar límites no es rebeldía, es auto respeto, y sobre todo no es perder a los demás, es ganarte a ti misma. Así que la próxima vez que duden en decir que no, acuerdense que su “no” también vale, y que están cuidando su paz, su tiempo, sus límites o lo que ese no implique.