El amor y el cerebro: la magia detrás de nuestro querido amor y la ciencia de lo que nos hace.
¿En qué piensan cuando escuchan la palabra amor? Algunos vamos directo a la idea tradicional, mientras que otros van por la parte más «racional», pero todos nos preguntamos ¿por qué nos enamoramos?
Así que si quieren saber cómo pasa cuando sucede, les vamos a compartir la forma en la que nuestros cerebros responden y se adaptan a este sentimiento. Después de todo, el amor es algo que todos podemos sentir, y que no le hará daño a nadie si entendemos de dónde viene, ¿no?
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¿Por qué nos enamoramos? Así funciona el amor y el cerebro
Es hora de responder el ¿por qué nos enamoramos? ¿cómo entiende el cerebro el amor? y ¿qué pasa a la hora de sentir? Nuestro cerebro es una máquina compleja y esta es la forma en la que entiende el amor.
El amor activa el circuito de recompensa como una droga
Al ver o pensar en la persona que amamos, se enciende el sistema mesolímbico (VTA → núcleo accumbens) y se libera dopamina, y eso pasa porque la dopamina refuerza conductas dirigidas a la recompensa; evolutivamente, favorecer la búsqueda de pareja aumentaba la reproducción. Eso quiere decir que esa sensación de “subidón” explica la persistencia de pensamientos obsesivos y la búsqueda repetida de contacto; no es puro romanticismo, es biología motivacional.
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La limerencia (fase intensa) tiene una ventana temporal
La «locura» inicial del enamoramiento (limerencia) se caracteriza por obsesión, energía y euforia, y eso es porque sustancias como feniletilamina, dopamina y noradrenalina están elevadas temporalmente; con el tiempo el cerebro adapta la respuesta y baja esa sobreexcitación para estabilizar el vínculo.
Es normal que la euforia disminuya; confundir esa caída con “desamor” es una trampa —lo que cambia es la química, no necesariamente el cariño profundo.
Feromonas y su impacto en el cerebro
Las feromonas son señales químicas que el cuerpo libera y que el cerebro detecta para influir en la atracción y conexión entre personas. Estas sustancias activan áreas cerebrales relacionadas con la emoción, la memoria y la conducta social, como la amígdala y el hipotálamo, modulando respuestas subconscientes de atracción y vínculo.
Aunque no siempre conscientes, las feromonas pueden facilitar la química entre personas, potenciando la afinidad y la formación de lazos afectivos desde un nivel biológico profundo, en pocas palabras: ayudan a facilitar la idea de enamoramiento.
El cortisol sube al principio, luego suele bajar en relaciones sanas
En las etapas iniciales aumentan cortisol y adrenalina; en relaciones estables bajan crónicamente. Esto pasa debido a que el inicio del romance es una fuente de incertidumbre (activación del eje HPA). Con seguridad emocional, el organismo reduce la respuesta de estrés.
La vigilia y ansiedad temprana pueden normalizarse; relaciones sanas actúan como moduladores del estrés a largo plazo, y se pueden imaginar lo que nos podría hacer una relación menos «pacifica»
La oxitocina fortalece el apego
Los abrazos, caricias y sexo elevan oxitocina circulante y oxitocina cerebral. La oxitocina facilita la unión social al potenciar la confianza, la memoria social y la respuesta calma del sistema nervioso.
El contacto físico frecuente no es solo placer: biológicamente refuerza la relación y reduce defensas emocionales.
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La serotonina baja en el enamoramiento obsesivo
En fases de pensamiento repetitivo sobre la persona, se observan descensos relativos de serotonina, y la baja serotonina se asocia a pensamientos obsesivos; el circuito de recompensa domina sobre el circuito inhibidor.
El sentir que “no pueden dejar de pensar” tiene base neuroquímica; las técnicas de reencuadre y rutinas ayudan a recuperar equilibrio.
Corazón y cerebro se sincronizan en conexión profunda
Los ritmos cardiacos y respiratorios tienden a alinearse entre parejas en estado de conexión, la co-regulación fisiológica ocurre por resonancia autonómica y señales no verbales que activan el nervio vago y sistemas de empatía.
Las pequeñas prácticas (miradas sostenidas, respiraciones compartidas) facilitan la sensación de sintonía y calma mutua.
El amor aumenta tolerancia al dolor
El contacto o pensamiento en la pareja activa vías descendentes analgésicas (periacueductal gris y opioides endógenos). Un vínculo social seguro reduce la percepción de amenaza y activa mecanismos biológicos que inhiben la transmisión del dolor.
El apoyo emocional funciona como un analgésico natural: la presencia del otro mejora el afrontamiento físico y emocional, nos hace sentir mucho menos dolor.
El enamoramiento mejora la memoria emocional
El Hipocampo y amígdala se activan fuerte en contextos amorosos, consolidando recuerdos. La dopamina facilita la plasticidad sináptica en el hipocampo, priorizando recuerdos socialmente relevantes.
Los recuerdos de primeras citas o detalles íntimos quedan grabados con mayor nitidez —por eso nos acordamos de pequeñeces que parecen triviales.
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El rechazo activa redes de dolor físico
La corteza cingulada anterior y la ínsula se iluminan durante el rechazo social. Esto es porque, evolutivamente, la exclusión social amenazaba supervivencia; el cerebro usa el mismo “código” neural que el dolor físico para señalizar la amenaza social.
El sufrimiento tras una ruptura es real y biológico; requiere apoyo social y tiempos de recuperación, no solo “fuerza de voluntad”, una herida tan grade necesita sanar en forma.
La atracción se procesa en fracciones de segundo
La amígdala y cortezas visuales reaccionan casi instantáneamente a señales de atractivo y salud. Con una evaluación rápida de señales de aptitud sexual y compatibilidad genética, la cual fue adaptativa para la selección de pareja.
Las impresiones instantáneas importan, pero no deben ser la única base de decisiones profundas: el razonamiento posterior es crucial, al conocer a la persona se podrán dar una idea mejor sobre la «compatibilidad».
El amor altera el apetito temporalmente
Los cambios en dopamina, cortisol y hormonas hipotalámicas modifican hambre y saciedad. El sistema motivacional prioriza recursos para la búsqueda de pareja; el metabolismo se ajusta según la activación emocional.
La pérdida o aumento del apetito en fase de enamoramiento suele ser transitoria; mantener hábitos saludables ayuda a evitar la desregulación.
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Besar moviliza muchas redes y hormonas
El beso activa receptores táctiles, libera oxitocina, dopamina y endorfinas, y moviliza músculos faciales. Es una interacción multimodal que refuerza el vínculo, transmite información química y genera recompensa.
Besar no es un simple gesto: es comunicación biológica que fortalece la relación y regula el estado afectivo. Los besos tienen cierto poder motivacional.
La presencia de la pareja reduce la amígdala ante amenazas
La reactividad amigdalar frente a estímulos estresantes disminuye en compañía segura. El soporte social es interpretado por el cerebro como “recurso” que baja la percepción de peligro, modulando el sistema límbico.
No es solo confort psicológico: la compañía reduce la reactividad emocional y mejora el afrontamiento de desafíos. Si estamos bien acompañados, entonces estaremos más seguros.
Relaciones estables protegen la cognición
El apoyo social y la estimulación relacional se asocian con mejor mantenimiento de redes neurales y menos declive cognitivo. Un menor estrés crónico y una mayor actividad mental (conversación, planificación compartida) preservan sinapsis y plasticidad.
Invertir en relaciones saludables es también una inversión cerebral a largo plazo. Una inversión en la salud.
Las recompensas de la relación y los logros personales comparten vías
Los logros personales y cariño activan núcleos de recompensa similares. El sistema mesolímbico codifica motivación y placer por diferentes fuentes relevantes para la supervivencia y el bienestar.
Ambas fuentes contribuyen al bienestar; cuidar la autonomía y la conexión es complementario, no excluyente. Una necesita de la otra para un buen balance.
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El amor aumenta la creatividad por dopamina y flexibilidad cognitiva
La dopamina facilita la exploración mental y la generación de nuevas asociaciones. Los estados positivos y motivacionales aumentan la fluidez cognitiva, facilitando soluciones originales.
El enamoramiento puede ser un catalizador de proyectos creativos —aprovechen esa energía conscientemente para poder lograr grandes cosas.
El amor modifica patrones de sueño
Inicialmente: aumento de alerta (menos sueño); con estabilidad, más sueño reparador por oxitocina y seguridad. La incertidumbre eleva cortisol; la seguridad relacional reduce activación HPA y favorece melatonina y ritmos regulares.
Los cambios de sueño son comunes en transiciones amorosas; priorizar la higiene del sueño ayuda a mantener el equilibrio y nuestra salud.
Mantener la mirada incrementa la conexión química
Miradas prolongadas elevan feniletilamina, oxitocina y activan redes de recompensa. El contacto visual es una señal social poderosa que potencia la atención y la unión.
Practicar miradas conscientes puede reforzar la intimidad sin palabras. Una mirada puede ser más poderosa que las palabras, pero debe comunicar algo conscientemente.
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El amor facilitan el aprendizaje y la plasticidad
La dopamina incrementa la consolidación sináptica, favoreciendo el aprendizaje de nuevas habilidades en contextos afectivos. Un estado motivacional alto prioriza la adquisición de conductas útiles (cooperación, habilidades compartidas).
Aprender juntos en pareja —idioma, deporte, hobby— está respaldado por la biología: es efectivo y vincula. Poder sincronizar los intereses es una gran idea para una actividad en pareja, además de facilitarse.
El amor saludable protege el sistema inmune
Las relaciones de apoyo reducen cortisol crónico y la inflamación sistémica, mejorando la función inmune. El estrés crónico suprime inmunidad; el soporte social modula la respuesta neuroendocrina hacia homeostasis.
Más que romanticismo, una relación estable contribuye a salud física real: menos infecciones, mejor recuperación, un aumento increíble en la salud.
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La salud y nada más
El amor suena como algo maravilloso, una fuente de felicidad, salud y cariño, pero esta idea debe ser sana, ya que un amor «enfermizo» no nos llevara a nada más que sufrimiento, la idea contraria de lo que en verdad queremos lograr, y es por eso mismo que debemos pensar con cuidado y elegir bien a nuestras parejas. Nadie quiere una falsa promesa, ¿no? Y todos merecemos ser felices.
Especialista: Dr. Edwin Steven Vargas Cañas. Neurólogo Clínico, experto en enfermedades neuromusculares. Jefe de la clínica de Nervio y Músculo del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Autor y coautor de más de 30 publicaciones en revistas especializadas.
LinkedIn: Edwin Steven Vargas Cañas // Hospital Ángeles del Pedregal, torre clínica, CENTRO de NEUROCIENCIAS, consultorio 5 //Tel de consultorio: 55 91 30 46 29 // Conmutador: 55 54 24 72 00 ext. 4423