Mi amiga Margarita siempre ha dicho que escojo amigos particularmente graciosos y que me trastorna carcajearme. Como ella me conoce desde los 12 años, siempre pensé que todos mis amigos eran taaan divertidos por coincidencia, ¡pero 35 años después ya es tan obvio!
Hace justo unos días, mi papá me dijo básicamente lo mismo. Le mandé por WhatsApp fotos de mis vacaciones de verano y su observación fue: “esos muchachos con los que sales en la foto deben de ser divertidísimos”, y le dije “¡muuuy!, ¿cómo sabes, pá?” A lo que me contesta muy en serio: “porque a ti te gusta rodearte de gente y situaciones que te hagan la vida más divertida”. Y sí, jajaja, de hecho los emoji que más uso son y .
Y sieeempre se los he dicho: la vida hay que producirla. Y no solo lo digo porque uno es responsable de todo lo que pasa y no pasa en la vida, eh, más bien porque de nosotros depende cómo, con qué y con quién la armamos para que sea sensacional, para hacerla entretenida, porque al final es la única que tenemos. Pero también lo digo porque si uno no la llena de buenos momentos, buenas experiencias y gente que te sume y te aporte, pues entonces, ¿de qué se trata?
Creo que por lo menos seis de los ocho novios que tuve eran verdaderamente chistosos; ya saben, de esos que cuentan muy bien los chistes, agudos, rápidos, de los que hacen reír a todo el mundo. Siempre he pensado que el sentido del humor es de lo más sexy.
¿Y qué me dicen de la capacidad de reírse de uno mismo, de las estupideces, los errores y los osos que uno se avienta por la vida? Nunca me he tomado demasiado en serio y eso me deja fluir, por eso nunca me quedo atorada en la mortificación de la atrocidad cometida.
Pienso que el hecho de que tenga un déficit de atención galopante, me hace padecer un terrible mal que se llama “síndrome de aburrimiento agudo” (lo acabo de inventar). Esto significa que básicamente me aburro muy fácil y muy rápido, de ahí la necesidad imperiosa de inventar locuritas todo el día y de rodearme de gente entretenida ¡para no picarme los ojos!
Y no se les olvide esto: para ser divertido y chistoso se tiene que ser muy inteligente, y básicamente muero de amor por la gente inteligente y que, además, me hace reír todo el día.
Hace unas semanas veníamos de regreso de San Miguel de Allende y por un bache en la carretera se nos poncharon dos llantas y se tronaron los rines. Ahí estábamos los seis que íbamos, varados en la carretera, con un calor infernal, esperando ser rescatados. Yo me carcajeaba y todos estábamos contagiados de las peripecias de la vida y lo ridículamente chistosa que a veces es.
Así es y así debería de ser, nunca perdamos el buen humor. La vida es suficientemente compleja y complicada para que nosotros no hagamos lo posible por crear muchos buenos momentos, y llenar de sonrisas y carcajadas los no tan buenos.