El síndrome del SAPO puede meterse con tu felicidad, éxito y forma de ver la vida. Aquí lo que pueden hacer para evitar tenerlo.
De acuerdo con Sara Sanchis, una de las top Psicólogas Clínicas de Estados Unidos, «Las actitudes constituyen un conjunto de comportamientos que definen un modo concreto de actuar en la vida de una persona».
Y es que las actitudes negativas, como su mismo nombre indica, son un conjunto de conductas cuyas consecuencias suelen provocar efectos negativos en la propia persona que las emite o en terceras personas que resultan afectadas. Es aquí donde entra el síndrome del SAPO.
¿Qué es el síndrome del SAPO?
No es nada grave, se refiere a las cuatro actitudes que debes evitar, especialmente ante el hecho que puede amargarte la vida, ya que en conjunto, lo único que te traerá en el futuro son problemas tanto emocionales como personales.
A continuación les contamos qué onda con el síndrome y si realmente vale la pena poner en práctica actitudes negativas.
El acrónimo del SAPO
Soberbia
Es sentirse superior o mejor que los demás, lo que provoca rechazo y distancia de las personas, así como seres queridos o compañeros de trabajo.
Una persona soberbia nunca revelará lo que realmente siente o es, ya que pone máscaras de éxito o logros ante las demás personas, sin entender que siempre hay lecciones que aprender, especialmente de los demás.
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Arrogancia
Es la actitud de alguien que tiene una autoestima inflada. Esta persona cree tener más derechos y privilegios que otros.
Dicha característica hace que las personas se crean superiores a los demás por el simple hecho de ser ellos, exigiendo respeto, cosas e incluso amor sobre otros.
Prepotencia
Una persona que impone su actitud y autoridad sobre otros para poder sacarle provecho a las situaciones, obviamente en su beneficio propio. Esto siempre lo hará abusando de otros a través de lo que considera que es suyo.
Obstinación
Esta característica se refiere a una persona terca que siempre se cierra en su propia opinión, no escucha ni pide opiniones de otros. Algunos llegan a encerrarse en sí mismos y no dejar que nadie, ni nada, les haga cambiar de parecer.
¿Qué podemos hacer para evitar el síndrome del SAPO?
Para evitar el síndrome del SAPO que, pueden dañar nuestras relaciones, nuestro crecimiento personal y nuestro bienestar, pueden hacer lo siguiente:
Cultivar la humildad
- Reconocer nuestras limitaciones: Aceptar que no lo sabemos todo y que todos cometemos errores es el primer paso. No tener miedo de decir «no sé» o «me equivoqué».
- Valorar las contribuciones de los demás: Reconocer el talento y el esfuerzo de quienes nos rodean. Entender que el éxito a menudo es un esfuerzo colectivo.
- Ser conscientes de nuestros privilegios: Reflexionar sobre las ventajas que podemos tener y cómo pueden influir en nuestra perspectiva.
- Aprender de las críticas: Ver las críticas constructivas como oportunidades para mejorar, en lugar de ataques personales.
Practicar la empatía
- Ponerse en el lugar del otro: Intentar comprender los sentimientos, las perspectivas y las circunstancias de los demás.
- Escuchar activamente: Prestar atención genuina a lo que otros dicen, no solo para responder, sino para entender su mensaje completo.
- Mostrar interés genuino: Preguntar sobre la vida y las preocupaciones de los demás.
- Ser compasivos: Mostrar comprensión y apoyo ante las dificultades ajenas.
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Fomentar la apertura mental
- Estar dispuesto a aprender: Mantener una actitud de curiosidad y apertura hacia nuevas ideas y perspectivas, incluso si desafían nuestras creencias.
- Considerar diferentes puntos de vista: Analizar las situaciones desde múltiples ángulos antes de formar una opinión definitiva.
- Reconocer la validez de otras opiniones: Entender que no siempre tenemos la razón absoluta y que otras perspectivas pueden ser válidas.
- Ser flexible: Estar dispuesto a cambiar de opinión cuando se presentan nuevas evidencias o argumentos convincentes.
Desarrollar la autoconciencia
- Reflexionar sobre nuestras acciones y actitudes: Tomarnos tiempo para analizar cómo nos comportamos y cómo impactamos a los demás.
- Identificar nuestros patrones de pensamiento negativos: Reconocer cuándo estamos siendo soberbios, arrogantes, prepotentes u obstinados.
- Pedir retroalimentación: Preguntar a personas de confianza cómo perciben nuestras actitudes y comportamientos.
- Llevar un diario: Escribir sobre nuestras interacciones y sentimientos puede ayudarnos a identificar patrones y áreas de mejora.
Practicar la gratitud
- Agradecer lo que tenemos: Enfocarnos en las cosas positivas de nuestra vida y expresar agradecimiento por ellas.
- Reconocer la ayuda de los demás: Valorar el apoyo y la colaboración que recibimos.
- Ser agradecidos incluso en las dificultades: Buscar aprendizajes y aspectos positivos incluso en situaciones desafiantes.
Cultivar la paciencia y la tolerancia
- Aceptar que las cosas no siempre suceden a nuestro ritmo: Ser pacientes con los procesos y con los demás.
- Ser tolerantes con las diferencias: Respetar las opiniones, creencias y formas de ser de los demás, incluso si no las compartimos.
- Manejar la frustración de manera constructiva: Evitar reaccionar con ira o desdén cuando las cosas no salen como esperamos.
Practicar la comunicación asertiva
- Expresar nuestras opiniones y necesidades de manera clara y respetuosa: Sin imponer nuestras ideas ni menospreciar las de los demás.
- Saber decir «no» cuando es necesario: Sin sentirnos culpables ni ser agresivos.
- Defender nuestros derechos sin pisotear los de los demás: Buscar soluciones justas y equitativas.
Ahora sí, con estas herramientas pueden evitar caer en el síndrome del SAPO y tener mayor consciencia sobre lo que pasa por su mente y cómo lo proyectan en sus actitudes.