Con Eduardo Calixto
Médico cirujano y neurofisiólogo de la UNAM
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Freud postuló que los sueños realizaban una función psicológica: el cumplimiento de deseos inconscientes, que se manifestarían con una apariencia simbólica. Las neurociencias no han podido aportar ninguna prueba que corrobore o rechace la hipótesis de Freud.
No se sabe la razón por la que soñamos y si los sueños se desarrollan tal cual los recordamos. Cuando se despierta a un sujeto en un estadio del sueño que, a causa de los rápidos movimientos oculares rápidos, es denominada fase REM del sueño (del inglés Rapid Eye Movement), relatan sueños especialmente vívidos, enriquecidos de características y emociones.
Sin embargo, cuando se les despierta en otras fases del sueño (la fase no-REM) se señala que también han soñado, aunque matizan de forma menos intensa.
En un aspecto la investigación neurofisiológica del sueño indica que al soñar seguimos elaborando los acontecimientos del día inmediato anterior. Los patrones de excitación cerebral, que acompañan a las experiencias en el estado de vigilia, se reactivan parcialmente durante el sueño. Hay algunos indicios de que esta reactivación nocturna fomenta la memoria.
Las fases de sueño REM, que a menudo se encuentran ligadas a sueños muy vívidos, cambian la valoración emocional de lo vivenciado: una persona tras periodos de descanso especialmente ricos en fases REM, al presentárseles de nuevo imágenes vistas previamente y que les producían rechazo y malestar, las consideraban de forma todavía más negativa.
Durante tiempo la ciencia creyó que la actividad cerebral permanecía ausente en el transcurso del sueño, tesis que se fundaba en la experiencia subjetiva de pérdida de conciencia, falta de memoria y exención de actividad mental durante el sueño.
El cerebro experimenta una drástica reorganización de su actividad y función durante el sueño.
Descarga aquí los siguientes artículos:
‘Dreaming and the brain: from phenomenology to neurophysiology’
‘Why We Sleep: The Temporal Organization of Recovery’