Mario Guerra
Psicoterapeuta y tanatólogo
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Si esto es un hábito y casi nunca asumimos la responsabilidad de algunas cosas que suceden, es muy probable que esto sea en ti un mecanismo de defensa que seguramente empezó en la infancia para evitar algún castigo.
Es verdad que todas las cosas suceden por alguna razón, pero culpar involucra un juicio de que lo ocurrido es negativo y que alguien tuvo la intención (u omisión deliberada) de que eso ocurriera.
Nancy Colier, psicoterapeuta de NY, nos ofrece este breve test de 4 preguntas. Responde sí o no a cada una de ellas:
Si respondiste que sí a una de estas preguntas, eres alguien que suele culpar a los demás. Pero si respondiste que sí a dos o más, entonces es probable que seas un repartidor profesional de culpas y que este hábito tuyo esté ya afectando tus relaciones con los demás e incluso tu reputación ante otros.
En su forma más disfuncional, culpar a otros es una forma de desplazar lo que verdaderamente se está sintiendo (culpa, vergüenza, tristeza, frustración), por enojo o aparente indiferencia.
Cambias los sentimientos que estás experimentando (interior) por sentimientos contra el supuesto responsable (exterior).
Te impide el crecimiento, la maduración personal y afecta tus relaciones con otros.
El Dr. Tom Jordan,de la Universidad de NY, afirma que el culpar de manera persistente a alguien daña una relación de estas 5 formas:
Lo mejor para comunicar algo así es usar la primera persona:
La persona que recibe las acusaciones repetidas empieza a creer que hay algo que no puede ver de sí mismo, que escapa de su control y empieza a sentirse indefenso y sin posibilidad de cambio.
El Dr. Jordan afirma que recibir culpas continuas por parte de una persona emocionalmente significativa genera auto culpa.
Aunque inicialmente empieza a resistir y protestar (defenderse) por las culpas injustas, eventualmente el vínculo emocional hace que el culpado empiece a sentirse responsable por la infelicidad y sufrimiento del otro.
Ocurre un juego mental cíclico y macabro que va más o menos así: “Esta persona me ama, pero me culpa de todo, eso me parece injusto; pero me ama, entonces algo de razón debe tener, soy mala persona en realidad”.
Esto hace que el culpado empiece a aceptar más abusos y malos tratos como una forma de castigo.
Es muy complicado relacionarte abiertamente y con confianza con alguien que tiene el dedo acusador a la mano siempre y que te hace sentir una persona mala o fallida. Se asume una relación de sumisión y no de igualdad.
Reconoce en ti el hábito o impulso de culpar a algo o alguien por todo. Establece la intención de hacerlo cada vez menos. Si le compartes esto a una persona que también reconozca en ti este hábito, puede ayudarte a identificar los momentos en que lo haces más.
Identifica cuando estés a punto de acusar o culpar a algo a alguien. Haz una pausa de unos cuantos segundos antes de lanzar la acusación y elige una conducta diferente.
Si sólo lo haces con el pensamiento, corrigelo con una alternativa o explicación distinta.
Cada vez que te sorprendas cediendo al impulso de culpar, hazte las siguientes preguntas (si las anotas en un diario, mejor):
Esto es un proceso, lo seguirás haciendo, pero en la medida que recuperes el control de tu mente, esto tenderá a desaparecer.
Si esto te rebasa o ya te mete en problemas, busca ayuda profesional.
Identifica si puede haber algo de verdad en aquello de lo que se te acusa. Si es así, reconócelo por pequeño que sea y pide una disculpa o da una explicación si procede. Si no….
Ceder en tu necesidad de defenderte no te hace asumir la responsabilidad que no tienes, pero seguirte defendiendo con explicaciones largas e innecesarias sólo te hará más sospechoso.
Hazle ver al otro tu perspectiva del hecho (si crees que le importa) y/o simplemente dile tu desacuerdo con lo que afirma y dile algo como “pero al final eso es lo que tu decides creer y ese sí es tu problema”.
El amor o cariño que le puedes tener a la persona que suele culparte puede ser grande y tal vez no sea posible poner un alto a esa relación, pero también es cierto que vivir con alguien así es muy desgastante.
Hazle ver tu sentir y plantéale que te estás cuestionando el por qué seguirás en una relación con una persona que insiste en vomitar las emociones que no le es posible manejar sobre de ti.
Quizá, si esto persiste, por el bien de ambos pronto debas tomar decisiones.