Cuando no logramos algún propósito, nos frustramos, echamos culpas, buscamos pretextos pero muy rápido se nos olvida y tiramos la toalla.
Llega la cena de año nuevo, ¡levantas tu copa! ¡lloras con tu deseo! Te haces una promesa y… nunca la cumples: puede ser que tu mente te esté traicionando cuando realmente deseas algo.
El problema está en la postergación; que es el hecho de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras más agradables o irrelevantes.
El alivio inicial al no realizar la tarea y evitarse así el esfuerzo o la incomodidad que pueda conllevar sería una de las causas frecuentes que lleva a posponer.
Las consecuencias de postergar pueden ser:
Recuerda que ninguna meta es gratis. Nunca te des por vencido incluso cuando sientas que te falta motivación o fuerza… aún así inténtalo.
Evita el camino facil, lo facíl te traerá también cosas “baratas”. Supera la frustración: el fracaso debe ser tu lección en la vida y debes aprender a aprovecharlo y aprender del pasado para no repetir.
Tú decides qué tan rápido tomas la lección y superas las circunstancias dolorosas. El camino más fácil es abandonar tu propósito.
Fuente: Mario Borghino, Director general de Borghino Consultores, consultor empresarial por más de 30 años, elaborando procesos de rediseño, planeación estratégica y liderazgo empresarial para empresas e instituciones líderes en México, Centroamérica, Sudamérica y España. Autor de los libros “El arte de hacer preguntas”, “El arte de dirigir”, “El arte de hacer dinero”, entre otros.
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