¿Alguna vez te sorprendiste pensando «¿Cómo pasé de no soportarlo a no poder vivir sin él?» De «No lo puedo ni ver» a «Es el amor de mi vida». Exploramos cómo las emociones intensas, las expectativas y hasta nuestros miedos juegan un papel crucial en este inesperado giro. Vamos juntos a descubrir que, en el fondo, no siempre es odio lo que sentíamos antes de pasar al amor.
La respuesta corta es sí, aunque la idea de que “del odio al amor hay un paso” es un dicho popular, tiene algo de verdad.
El amor y el odio son emociones intensas que activan áreas similares del cerebro relacionadas con los sentimientos y las recompensas. Esto indica que, a pesar de ser emociones opuestas, tienen una base neurológica común que les permite transformarse la una en la otra bajo ciertas condiciones.
Comprender cómo el odio se convierte en amor significa darse cuenta de que ambos sentimientos están profundamente conectados por la emoción intensa hacia otra persona. Esta conexión puede hacer que nuestros sentimientos cambien de odio a amor, según cómo veamos a la persona.
Por ejemplo, descubrir cosas nuevas sobre alguien o entender sus razones puede hacer que cambiemos de sentirnos mal a bien con esa persona, mostrando lo importante que es ver las cosas desde otro punto de vista.
Esta es una muy buena pregunta y veremos que no siempre es odio como tal lo que nos hace tener sentimientos negativos hacia alguien.
Expectativas no cumplidas: El supuesto odio que se siente hacia otro puede ser en realidad una reacción a expectativas no cumplidas con relación a esa persona, demostrando que realmente nos importa y esperamos que nos corresponda.
Conflictos de valores o creencias: Esto puede generar tensión, pero también curiosidad y fascinación. Muchas veces las creencias y valores han sido impuestas por la familia y no siempre por la convicción de cada uno. Decir que se odia a alguien que representa lo opuesto de lo que me han inculcado puede ser un acto defensivo para evitar caer en la atracción que quizá ya se siente.
Protección emocional: El odio como mecanismo de defensa puede ocultar un miedo al rechazo o al dolor. Digamos que se rechaza antes de que exista la posibilidad de ser rechazado, pero sugiriendo una atracción o conexión emocional no admitida.
Competencia o rivalidad: La envidia o rivalidad, aunque negativas, implican un reconocimiento de las cualidades del otro, lo que puede transformarse en admiración y respeto mutuo bajo una luz diferente. Lo que te choca te checa.
Influencias externas o prejuicios: La fuerza del grupo (familia o amigos) o los prejuicios preexistentes nos pueden llevar a decir que se odia a alguien que nos resulta en el fondo interesante, pero sobre el cual no me puedo permitir expresar amor por temor al juicio de los demás.
Proyección de inseguridades: Probablemente aquello que digo que odio sean partes que en mí mismo no puedo aceptar, pero que por alguna afinidad puedo ver mejor en aquella persona. Muchas veces, al ser reconocidos y aceptados estos sentimientos, pueden disminuir el resentimiento hacia el otro y fomentar la empatía.
Impacto de experiencias pasadas: Digamos que desplazas mis sentimientos negativos por una pareja pasada a todo aquel con el que potencialmente siento que podría tener una nueva relación.
En general, si le preguntamos a una persona que esté odiando a alguien, no diría que ese es el camino para el amor. Incluso lo negaría enfáticamente. Pero hay ciertos procesos que influyen, de manera consciente e inconsciente, para que esto se dé así:
Una respuesta muy común sería que “a ti no te debe de importar lo que los demás piensen”, pero la realidad es que, al menos en alguna medida, sí nos importa al menos lo que piensen las personas significativas para nosotros. Al final somos seres sociales.
Cuando los sentimientos hacia alguien cambian de negativos a positivos, es común enfrentarse a comentarios o juicios por parte de quienes nos rodean, especialmente si previamente hemos expresado abiertamente nuestros sentimientos negativos. Manejar estas situaciones requiere sensibilidad, autenticidad y, sobre todo, confianza en la evolución de nuestros propios sentimientos. Algunas estrategias para sobrellevar los comentarios o juicios de los demás cuando el sentimiento cambia:
En una relación que inicia con sentimientos negativos y evoluciona hacia el amor, pueden surgir desafíos únicos:
Afrontar estos desafíos requiere compromiso para fortalecer la relación y aprovechar la fuerza del vínculo. Al reconocer el progreso desde el conflicto hasta el amor, la pareja puede fortalecer su conexión y construir una base sólida para su futuro juntos.
Mario Guerra. Psicoterapeuta, tanatólogo, coach ontológico, hipnoterapeuta certificado internacionalmente, conferencista y nuestro rockstar del amor.
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