Nuestro rockstar del amor nos lo ha dicho una y otra vez: Las relaciones no son un “y vivieron felices para siempre”, la mayoría de las personas experimentamos ese amor-odio en algún momento u otro de nuestras relaciones, a esto le llaman «ambivalencia en el amor»
Amar a alguien puede ser una experiencia compleja, llena de emociones intensas, a veces incluso contradictorias. Hoy hablaremos sobre un fenómeno emocional muy presente, pero a menudo malinterpretado: la ambivalencia en las relaciones románticas. ¿Has sentido alguna vez una dualidad de sentimientos hacia tu pareja, un desconcierto emocional que te impide decidir el rumbo de tu relación? Vamos a ver de qué se trata todo esto.
Digamos que es la experiencia de tener sentimientos positivos y negativos hacia tu pareja al mismo tiempo. La ambivalencia es un estado de ánimo en el que experimentamos sentimientos contradictorios o pensamientos opuestos hacia una misma persona, objeto, situación o decisión. En el contexto de una relación romántica, la ambivalencia puede surgir cuando sentimos amor y aprecio hacia nuestra pareja, pero al mismo tiempo tenemos ciertas reservas, frustraciones o decepciones.
Imagina que tienes una pareja que adoras por su personalidad encantadora y sentido del humor, pero te frustra su falta de responsabilidad. O quizás aprecias la ambición de tu pareja, pero te molesta su falta de atención hacia ti.
Es importante diferenciar entre la ambivalencia y una relación de amor/odio. Ambos pueden incluir sentimientos conflictivos, pero son diferentes.
La ambivalencia se refiere a la experiencia de tener sentimientos simultáneamente positivos y negativos hacia nuestra pareja. Estos sentimientos suelen estar en un nivel moderado y fluctúan dependiendo de la situación. Por ejemplo, puedes amar a tu pareja por su sentido del humor, pero al mismo tiempo puedes sentirte frustrado porque no presta atención a los detalles.
Por otro lado, en una relación de amor/odio, los sentimientos son mucho más extremos y polarizados. Se alterna entre el amor profundo y el desprecio intenso, lo que puede dar lugar a un ciclo tóxico de reconciliaciones y conflictos. Las relaciones de amor/odio pueden ser emocionalmente agotadoras y dañinas
La respuesta corta es sí. La larga es un poco más compleja; las relaciones no son como los cuentos de hadas, donde todo es perfecto y los conflictos se resuelven con un simple «y vivieron felices para siempre». En la vida real, las relaciones son complicadas y llenas de matices. Las personas somos criaturas complejas con un arcoiris de emociones y pensamientos que cambian y fluctúan con el tiempo y las circunstancias. Digamos que la mayoría de las personas experimentan ambivalencia en algún momento u otro en su relación.
Distinguir entre la ambivalencia y los berrinches o el enfado momentáneo puede ser un poco complicado, pero hay algunas diferencias clave que pueden ayudar a identificar qué está ocurriendo:
Existen varias causas potenciales de ambivalencia en las relaciones románticas:
La ambivalencia es una parte natural de las relaciones humanas. No existe una relación perfecta, y todos tenemos ciertos aspectos de nuestra pareja que podemos encontrar frustrantes o decepcionantes. En ese sentido, la presencia de sentimientos ambivalentes no necesariamente significa que la relación no funciona.
Sin embargo, cuando la ambivalencia se convierte en una constante y comienza a afectar tu bienestar emocional y la calidad de la relación, puede ser una señal de que algo no está bien. Si constantemente te encuentras dividido entre sentimientos positivos y negativos, si estás frecuentemente indeciso sobre el futuro de la relación, o si la ambivalencia te causa angustia significativa, puede ser un indicio de que existen problemas subyacentes que necesitan ser resueltos.
Un estudio realizado por la Dra. Giulia Zoppolat, publicado el 29 de abril de 2023 en la revista de Psicología Social y Ciencias de la Personalidad dice que “Es una ironía de la vida que las personas que más amamos, como nuestras parejas románticas, sean también las personas hacia las que a veces sentimos emociones negativas muy fuertes” y que sin embargo “las personas que están en relaciones ambivalentes tienden a experimentar mayor estrés y ansiedad y tienen más conflictos con su pareja.
Esta ambivalencia puede ser difícil de manejar, incluso más que las relaciones puramente negativas, porque las personas se preocupan mucho por sus relaciones ambivalentes cuando las hacen conscientes”.
Los resultados mostraron que, en general, la ambivalencia se asoció negativamente con el bienestar personal y el bienestar relacional. Esto significa que cuando las personas tenían evaluaciones positivas y negativas hacia su pareja simultáneamente, experimentaron niveles más bajos de bienestar. La ambivalencia en las relaciones románticas puede tener varios efectos:
Lo primero que hay que recordar es que la ambivalencia no tiene por qué ser una tragedia. No es un signo de que algo esté inherentemente mal en nuestra relación o en nosotros mismos. Como un equilibrista que camina por la cuerda floja, la ambivalencia puede ser simplemente una indicación de que estamos intentando mantener el equilibrio entre nuestras emociones y expectativas. Tratar de eliminar completamente la ambivalencia puede llevar a una insatisfacción aún mayor, ya que nos estamos resistiendo a una parte natural y fundamental de la experiencia humana. Se trata de distinguir entre formas disfuncionales y funcionales de afrontarla.
En conclusión…
La ambivalencia es una parte intrínseca de nuestras experiencias humanas y nuestras relaciones. No es un indicador de falla, sino un testimonio de nuestra capacidad para sentir y experimentar de manera compleja y profunda. A veces, puede ser una señal para reflexionar y crecer, un estímulo para la autenticidad y la honestidad, incluso en medio de la incertidumbre.
Una estrategia eficaz es simplemente notarla y permitir que pase. Al igual que las nubes en el cielo, nuestros sentimientos de ambivalencia pueden venir y luego desaparecer. No es necesario aferrarse a cada duda o preocupación que surja. De hecho, al dar demasiado peso a los problemas menores, podríamos encontrarnos «hablando a cada momento de problemas menores», lo que podría generar un ciclo de ansiedad y conflicto.
En lugar de eso, podemos elegir centrarnos en los problemas más significativos, aquellos que persisten y tienen un impacto en nuestra relación. Si notamos que nuestros sentimientos de ambivalencia son constantes y causan angustia, entonces puede ser el momento de buscar soluciones. Este es el momento de dialogar abierta y honestamente con nuestra pareja, de buscar entender nuestros sentimientos y de trabajar juntos para encontrar soluciones.
Entonces, ¿qué camino eliges cuando te encuentras con la ambivalencia en tu relación? ¿Caes en el drama y la tragedia, o tomas un paso atrás y permites que estos sentimientos fluyan y se desvanezcan? ¿Te centras en los problemas menores, o eliges enfrentar los problemas más profundos que pueden estar alimentando tu ambivalencia.
Fuente: Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach.
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