En muchas relaciones de pareja, es común que las personas dependan emocional, financiera y socialmente de su compañero o compañera. Pero, ¿qué sucede cuando esa relación termina? ¿La persona que se va se lleva todo o lo más esencial? ¿Te alcanza con lo que tú has construído por tu cuenta para salir y seguir adelante?
En toda ruptura hay pérdidas y cada uno pierde aquello que le era necesario o valioso, pero perder y sus efectos se hace más notorio cuando existe dependencia total o mayoritaria de la pareja dentro de una relación. ¿Has hecho un inventario de lo que podrías perder en la ruptura?
Estabilidad financiera: Si dependemos de nuestra pareja para cubrir nuestros gastos y tomar decisiones económicas, podemos enfrentarnos a dificultades financieras una vez que la relación termine. Podríamos perder nuestra casa, vehículo o incluso tener que cambiar nuestro estilo de vida debido a la disminución de ingresos.
Apoyo emocional: Si nuestra pareja ha sido nuestra principal fuente de apoyo emocional, podemos sentirnos perdidos y solos al enfrentar situaciones difíciles sin ella. Esto puede aumentar el riesgo de experimentar ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.
Amigos y redes sociales: Al depender demasiado de nuestra pareja para socializar, es posible que hayamos descuidado nuestras propias amistades y conexiones. Tras la ruptura, podríamos encontrarnos con un círculo social reducido y con menos personas en las que apoyarnos.
Autoestima y confianza en uno mismo: La dependencia en una relación puede minar nuestra autoestima y capacidad para tomar decisiones. Al perder a nuestra pareja, podemos cuestionarnos nuestro valor y sentirnos inseguros para enfrentar la vida de manera autónoma.
Relación con los hijos: Si la pareja se lleva a los hijos consigo o se establecen acuerdos de custodia compartida, podríamos experimentar una reducción en el tiempo que pasamos con ellos. Esto puede afectar nuestra relación con nuestros hijos y generar sentimientos de tristeza y culpa.
Propiedades y bienes: En algunos casos, cuando una relación termina, es posible que tengamos que dividir propiedades y bienes adquiridos en común. Esto puede generar pérdidas materiales significativas, así como conflictos legales y emocionales. En el peor de los casos te quedas sin nada.
Vacaciones y actividades de fin de semana: Si solíamos planificar y realizar todas nuestras actividades recreativas con nuestra pareja, es posible que nos sintamos desorientados al intentar ocupar nuestro tiempo libre sin ella. Puede resultar difícil adaptarnos a nuevas rutinas y actividades en solitario o con amigos. Peor aún si la pareja es la que operaba y decidía actividades y vacaciones.
Roles y responsabilidades: Si hemos delegado ciertas responsabilidades a nuestra pareja, como el cuidado de los hijos, las tareas del hogar o la administración de las finanzas, podemos enfrentarnos a la necesidad de aprender a manejar estas áreas por nuestra cuenta. Esto puede ser abrumador y generar estrés adicional.
La dependencia en una relación puede manifestarse de diversas formas, como la dependencia emocional, financiera y social. Por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja maneja el dinero y toma decisiones económicas sin consultar al otro, se crea una dependencia financiera.
En cuanto a la dependencia emocional, puede surgir cuando uno de los dos espera que el otro siempre esté disponible para dar apoyo emocional sin tener en cuenta sus propias necesidades.La dependencia social se da cuando una persona se apoya demasiado en su pareja para socializar o mantener relaciones con amigos y familiares.
Estas dependencias pueden ser perjudiciales para el crecimiento personal y la autonomía de cada persona. Recuerda que a medida que la dependencia crece, también lo hace la vulnerabilidad a sufrir pérdidas significativas si la relación se acaba.
Existen varios factores, pero podemos destacar algunos:
Aprendizajes y experiencias pasadas: La dependencia puede ser resultado de una educación en la que se nos enseña a depender de otros para satisfacer nuestras necesidades o de experiencias pasadas en las que hemos aprendido a buscar la validación y el apoyo en los demás.
Además, la sociedad y la cultura a menudo refuerzan la idea de que es necesario encontrar a alguien que «complete» nuestra vida, en lugar de fomentar la autonomía y el crecimiento individual.
Inercia: A lo mejor al inicio de la relación el futuro se veía prometedor para ambos, pero poco a poco fuiste cediendo tu autonomía en favor de quedarte en la casa, cuidar a los niños o hacerte cargo de otros temas comunes. Sin darte cuenta, al renunciar a gran parte de tu independencia fuiste volviéndote dependiente de la relación y al paso del tiempo quedas como en una trampa de la que puede resultar complicado salir.
Baja autoestima e indefensión aprendida: Cuando una persona no se valora a sí misma lo suficiente, es más propensa a buscar validación y apoyo emocional de los demás, especialmente de su pareja. La baja autoestima puede surgir de experiencias negativas pasadas, como críticas constantes, rechazo o traumas, que hacen que la persona sienta que no es digna de amor o que no puede enfrentar la vida por sí misma. La indefensión aprendida ocurre cuando una persona ha experimentado situaciones adversas o desafiantes de manera repetida y ha llegado a creer que no tiene control sobre ellas ni la capacidad para cambiarlas. Como resultado, se vuelve pasiva y dependiente de los demás para enfrentar las dificultades, lo que puede generar una mayor dependencia en su pareja; un círculo vicioso, por así decirlo.
Apego ansioso: Las personas con un estilo de apego ansioso suelen mostrar una gran necesidad de cercanía y validación emocional de su pareja. Pueden temer al rechazo o al abandono y, por lo tanto, buscan constantemente la seguridad y el apoyo en su relación. Esta necesidad de aprobación y conexión emocional puede llevar a una dependencia emocional en su pareja, lo que hace que se sientan ansiosos e inseguros cuando su pareja no está presente o no muestra suficiente afecto. La dependencia en este caso puede estar más relacionada con el temor al abandono y la necesidad de validación emocional.
Es una apuesta arriesgada, porque si de verdad dependes tanto, quedas como en la condena de seguir dependiendo. No es que haya que abandonar una relación para dejar de depender, por supuesto, pero se trata de poner manos a la obra para que, con pareja y sin ella, tu mundo no se venga abajo si tu pareja se va.
Si además ya la relación se terminó y el resultado de eso es que en muchos aspectos de tu vida quedaste a la deriva. Además de lo anterior, considera:
En conclusión:
Recuerda que la clave está en mantener un equilibrio entre la vida en pareja y la vida individual. Tener una relación exitosa no significa perder nuestra esencia o renunciar a nuestra autonomía, sino complementarla con la de nuestra pareja y crecer juntos en el proceso, pero tampoco significa que si te vuelves más autosuficiente por fuerza tengas que dejar la relación porque “ya no la necesites”. Si podemos lograr este equilibrio, estaremos mejor preparados para enfrentar cualquier situación.