Niños y niñas, señores y señoras: ¡basta de creer que el amor lo conquista todo, de que es eterno y de que es… monógamo! Tere Díaz viene a ponernos los pies sobre la tierra porque… el amor no es como lo pintan.
El amor lo puede todo… y, por tanto, si es verdadero nada debe influir en él, ningún obstáculo, ninguna contingencia. Cuando amas de verdad, sorteas todos los problemas, superas todos los desafíos y logras que la relación permanezca, crezca y sea disfrutable.
El amor no se acabará nunca. Y si la relación no va bien, “persiste, trata, lucha por él, que ya gozarás en otra vida”. No entender que el amor tiene fecha de inicio y muchas veces, de caducidad, genera patrones de abnegación y entrega que acaban por sostener relaciones poco satisfactorias.
El amor es incondicional. No hay amor incondicional más que el de la madre a su bebé (y eso a veces). Las personas vivimos de los intercambios y más en las relaciones amorosas: “te doy algo, y espero algo de ti”. No se trata de ir llevando a cuentagotas la lista de lo que hemos compartido, pero sí procurar en nuestra pareja algo que nos aporte crecimiento, satisfacción y beneficio.
Hemos de encontrar a la pareja que “tenemos predestinada”, la que encaja con uno y que, por lo tanto, ha sido la única buena elección posible entre muchas. ¿Y si mi alma gemela vive en Islandia? Se puede congeniar y construir una buena relación con muchas personas, y habrá que elegir a una (o dos o tres en caso seamos poli amorosos) al menos por un tiempo en la vida. Toda elección implica una renuncia a muchas opciones que pueden ser buenas también.
El amor son los cálidos sentimientos que nos produce la pareja. Al inicio de una relación, la exaltación emocional tiende a ser la constante, y esto conecta con la sensación de que el otro nos completa. A mayor intensidad emocional, mayores nuestras necesidades neuróticas aparentemente satisfechas. Vivir entre sentimientos negativos no es lo ideal, pero esperar que la relación esté siempre en un tono emocional exaltado y positivo es más un deseo que una realidad.
El amor debe conducir a la unión estable y constituirse en la base del matrimonio. Requiere, según este prejuicio, de un contrato institucional y de convivencia domiciliaria. Esto olvida las múltiples formas de convivencia que van poco a poco abriéndose camino, y que aunque son diferentes, pueden ser comprometidas. El gran error de muchas mujeres es pensar que si la pareja no quiere casarse no hay verdadero amor.
La razón más aceptada para contraer matrimonio o formar pareja es estar enamorado, y creer que si no se atraviesa un estado de enamoramiento, no existe verdadero amor. El enamoramiento es un estado alterado de consciencia en donde realmente no amas sino que idolatras tu imagen “perfecta” proyectada en el otro. El enamoramiento –que vale la pena experimentarlo en algunas ocasiones a lo largo de la vida– es la experiencia de “tú y yo somos uno mismo”. Amor y enamoramiento no son equivalentes: si uno deja de estar enamorado no significa que no se ame a la pareja o que no se le pueda amar.
El amor es fusión. Hay fusión cuando la vida de dos personas transcurre completamente en común respecto a sus intereses, deseos y valores. Otro camino posible –más libre y maduro– consiste en abrirse a la individualidad, distancia y diferencia del otro. Si no te abres, cuando las diferencias caen por su propio peso, viene la desilusión, y se piensa que todo terminó.
El amor auténtico es monógamo, sólo se da hacia una persona. Cuando la experiencia muestra que se puede amar a más de una, esto es descalificado e interpretado como signo de alteración mental o como prueba de que quizás no se quiera a nadie. Helen Fisher, antropóloga estadounidense, dice que nuestra estructura psico-emocional permite tener experiencias eróticas y amorosas complejas y contradictorias al mismo tiempo. Esto puede no entenderse y manejarse mal pero no es necesariamente traición, maldad o desamor.
El amor tiene que ser romántico. El romanticismo surgió en otro siglo y e idealiza el amor: es imposible e inalcanzable. Muchas mujeres siguen esperanzadas en las historias del “príncipe” que la salvarla. El amor romántico infantiliza a la mujer, la inutiliza y debilita. Influenciados aún por Shakespeare en “Romeo y Julieta”, olvidamos que es una historia sobre jóvenes, de 15 que años, que duró una semana y que tuvo como consecuencia varias muertes…
El amor es total. Cuando se pretende pensar que nada cabe excepto el otro, la relación de pareja se empobrece, acaba en el aburrimiento, en celos y en violencia. Creer que tu pareja “todo lo tendrá contigo y sólo contigo” llevará a numerosos actos de hostigamiento y de posesión.
El amor todo lo sabe. Si me quiere, sabrá lo que quiero y necesito, casi podrá adivinar mis deseos, no tengo que explicar ni pedir. Olvidar que siempre somos un misterio para el otro llevará a expectativas insatisfechas y desilusiones.
El amor hoy padece de:
De esta manera, cada persona que se cuestione a partir de estas premisas podría tener una respuesta personal para saber si quiere o se siente querido. Naturalmente, una afirmación “alta” habla de un amor lo bastante satisfactorio, suficientemente bueno – pero no completo, total, o perfecto, porque ése no existe.
Fuente: Tere Díaz, psicoterapeuta especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora del libro “¿Cómo identificar un patán?” y “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”.
IG: @terediazsendra / www.terediaz.com
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