Tere Díaz nos va a explicar las razones por las que algunas personas aman andar de victimismo y cómo es que la utilizan para atraer a las personas y mantener unidas a sus familias, además les va a dar herramientas para que lo dejen de hacer o detecten a la gente que lo hace.
De que hay víctimas hay víctimas: personas que sufren un daño particular ya sea de forma fortuita e inesperada o bien, como efecto de acciones de otros que ponen en riesgo su integridad física, emocional, mental, social, económica y/o patrimonial. Todos sabemos de casos de abuso sexual, de secuestro, de maltrato, o bien de situaciones de personas afectadas por sismos y huracanes. Pero una cosa es ser víctima y otra –bien distinta- hacerse la “víctima”.
El victimismo, estrategia de las pseudo víctimas, es la tendencia a posicionarse –consciente o inconscientemente- como una víctima, señalando permanentemente agresiones, tragedias, perjurios, y abusos inexistentes, y culpando equivocadamente al entorno, – al marido, al destino o a Dios – de sus desgracias y zozobras. La “víctima”, en su narrativa cotidiana, y a través de quejas, acusaciones, lamentos y manipulaciones, deforma la realidad, elude la autocrítica, se muestra imposibilitada e incompetente sin asumir responsabilidad ante lo que vive y se regodea en su dolor.
Existen así estructuras de carácter cuya postura es la de sufriente víctima de las circunstancias de la vida y de la gente. Corresponde a la personalidad auto anuladora del DSM-III. También corresponde a lo que Horney, psicóloga y psicoanalista alemana, llamaba carácter masoquista, en el cual hay una autoimagen pobre, una predisposición a sufrir más de lo necesario, una gran dependencia del amor de los demás, un sentimiento de rechazo crónico y una tendencia a la insatisfacción.
Con una fijación oral-agresiva, estas personas se muestran frustradas y quejosas. Son intensas en sus sentimientos, pero pasivas en su actuar. Muestran una buena dosis de fragilidad, hipersensibilidad y reserva.
La deformación cognitiva de los “sufridores” consiste en la búsqueda de amor y atención a través de la intensificación del dolor y del desamparo. En lugar de buscar soluciones prácticas a sus dificultades, son propensos a fantasear acerca de un salvador que los rescate de su infelicidad. Existe también el supuesto de que cuanto mayor sea la necesidad, mayor es el derecho a ser amado, con la consecuente idealización del sufrimiento («cuanto más sufro, más noble soy»).
¿Cuáles son los rasgos de las personas que eligen ser víctimas?
Posicionarse como “víctima” abarca un gran espectro de acciones con intensidad, frecuencia y perversidad diferentes. Hay quienes son “corderitos inofensivos” que miran la vida con cierto pesimismo y desazón, mientras otros son verdaderos casos patológicos que exaltan sus desgracias a través de la cultura de la queja, de la culpabilización y de la manipulación.
Reconocerlo. El primer gran paso es distinguir a quienes sí viven abuso o maltrato de quienes lo simulan y proclaman. Y sin minimizar los sufrimientos que sí puediera vivir una “víctima” entender que su estrategia de “solución” es justo la postura de “¡cuánto sufro! lo mío no tiene solución”, ya que la queja es su manera de transitar la vida.
Clarificar lo que nos produce. Contactar nuestros sentimientos de culpa, enojo, atrapamiento, y hasta miedo si no actuamos a su favor.
Detener nuestra reacción. Conscientizar lo que estamos sintiendo nos permite actuar con la cabeza y no en respuesta a la confusión emocional que la manipulación victimista ejerce sobre nosotros.
Desmantelar su juego. Poner sobre la mesa su estrategia nombrándola. Marcar límite de tiempo a sus lamentaciones y rechazando sus culpabilizaciones. Explicarles que los escucharemos y que la ayuda que podemos ofrecerles es muy concreta y práctica, y no los exenta de que asuman responsabilidad.
Retirarse. Sí no se deja ver ninguna disposición de que se hagan cargo de ellos mismos, habrá que emprender la retirada –física o emocional-. No tiene caso invertir tiempo y energía en quien no tiene una intención de cambiar.
¿Qué pueden hacer para dejar de ser victimistas?
Especialista: Tere Díaz. Psicoterapeuta especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora del libro “¿Cómo identificar un patán?”, “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”, de audiolibro “El que busca encuentra, ¿cómo atraer y enamorar? y “Navegando la incertidumbre amorosa” en coautoría con Mónica León.
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